Por Ricardo Raspanti.
El polémico.
El martes 24 de octubre de este año se fue el gran Ricardo Iorio, y cuando bajó la espuma de la tristeza y de lo que no pudo ser pudimos leer hasta el cansancio que se trató de un hombre “polémico”. Los medios no han encontrado una palabra mejor para definir al músico, a la persona o al personaje, como tampoco han sabido ni querido diferenciarlo.
La polémica no es una característica que lo defina a él, pero sí a lo que su discurso sin miedo causó en orejas pusilánimes disfrazadas de corrección política. En mí nunca causó polémica, sino gratas sonrisas que hoy se repiten al evocar al músico y su obra, al pensador y, sobre todo, al ser humano.
¿Cuáles fueron estas polémicas? Sufrió muchas censuras, de parte de los que evitaron que cantara el himno previo a un partido de la selección argentina de fútbol lograron evitar que cantara en el conocido «Cemento» o en el Centro Cultural General Paz de la Ciudad de Córdoba. Sí, los mismos que quisieron sacarle el nombre de «Hugo Wast» a una avenida de la ciudad que cuenta con este gran escritor como uno de sus hijos predilectos.
Sí, hablo de los mismos puede haber caballo verde más no uno de ellos honesto, a los que describe parafraseando al Coronel Seineldin. Todo por cuestionar a los incuestionables caballos verdes que prefiero no nombrar. Sí mencionaré que ya había cantado «prefiero a José Larralde, que al Che Guevara».
Único, imposible de silenciar, carneó cuantas vacas sagradas pudo para hacerse un tremendo asado salado con lágrimas veganas. Duro y sensible a la vez, con la verdad para adelante siempre.
El músico.
Irrumpió en la escena nacional con su famoso momento «y los hippies que se mueran» en el BArock de 1982, con su bajo, una larga melena y campera de cuero; el país conocía a V8, banda fundante del metal pesado en Argentina (y no heavy metal, como tantas veces aclaró el querido Ricardo).
Con una estética rebelde y un discurso marcadamente antipacifista y antibuenismo, publicaron tres discos que nunca estarían de moda pero que nunca perecerían.
Cerraron con la conversión al cristianismo de Iorio y su compañero Zamarbide, por lo que el último disco –que debieron cumplir por contrato- fue una decepción para muchos de sus fanáticos por sus letras cristianas y sus referencias bíblicas. Pero hoy, con la película completa, a nadie sorprende ya que Iorio siempre se mostró como alguien que busca y necesita de Dios.
Un gran sacrificio
en la Cruz hizo por mí
la Sangre de Cristo
mi aflicción vino a cubrir.
Cierra tus ojos a la evasión, aléjala de ti
aunque simule en ayuda venir
todo termina en ilusión
Luego le siguió Hermética, donde Iorio acompaña al bajo con algunos cantos, aunque no era la voz principal. Esta banda fue reconocida casi unánimemente como parte del género Trash metal, con letras combativas del gran Ricardo. Se cuelan elementos indigenistas, antimenemistas, antiproceso militar y hablan sobre el pobre y el laburante. Empiezan los primeros coqueteos de Iorio con el tango y el folclore, con canciones como «Moraleja» o la versión metalera del famoso «Cambalache». También contacta con otras bandas independientes, en su versión de «Vencedores vencidos» de Los redonditos de ricota. Dentro de los límites del género, el éxito fue enorme. Gran parte del público que se identificó con ser Víctimas del vaciamiento se fidelizó con la banda.
El romance terminó abruptamente en 1994 y Hermética se separó. Mil páginas se han escrito y no quisiera redundar en ellas.
Que no te demore el mundo, no
Poniéndote el antifaz.
Y buscando acomodarte
En medio del derrumbe de su decadencia.
(Fragmento de “Tú eres su seguridad”).
Libertad y sus vestigios
Más vale ponerse a salvo
Muchos calzan gorro frigio
Solamente por ser calvos
Cubre el cuerpo cualquier capa
El placer también demacra
Todo ser busca una tapa
Cada cual cubre su lacra
Cada cual, su lacra oculta
Aunque en virtudes abunde
Y se juzgue inobjetable
Cuando el humano se hunde
Siempre busca un responsable
A menudo nos engañan
Escondidas apetencias
La culpa ajena es barata
Regalarla no nos cuesta, nada nos cuesta
La hipocresía propasa
Todo ejemplo en esta tierra
Al asesinato en masa
Los hombres lo llaman guerra
(Fragmento de «Memoria de siglos»).
Para 1995 presentó su banda Almafuerte, nombre en homenaje al escritor al que siempre reivindicó. Ya más libre y en el lugar de cantante, Iorio arrancó musicalizando «Como los bueyes» de Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte), siguió con algunas letras indigenistas, empezó a nombrar cada vez más a Perón y al ser nacional. Sin perder mucho de lo que lo diferenciaba en su banda anterior, se despachó con increíbles himnos nacionalistas: «El visitante», en homenaje a los héroes de Malvinas, «Cumpliendo mi destino» en honor a Seineldin. Duplicó la apuesta a favor de Perón en «Ser humano junto a los míos» y «Orgullo argentino» y sin miedo a criticar todo lo que consideraba mal, huyendo de cualquier corrección política.
Además se animó a un trabajo con Flavio Ciancciarullo, bajista de Los Fabulosos Cadillacs, con su disco Peso Argento, con impronta folclórica y letras de tierra adentro.
El derrotero con esta banda cambió a la par del músico, con letras y estilo cada vez más tranquilos, menos heavy. A la par, crecía su carrera solista con discos que variaban entre obras del rock, el tango y el folclore argentino, como de otros artistas internacionales, creaciones propias y reversiones de ajenas.
Ellos fueron Ayer deseo, hoy realidad;Tangos y milongas; Atesorando en los cielos. En 2016 se separa en buenos términos la banda, para continuar como nuevos músicos en un nuevo proyecto, cuyo último álbum fue Avivando la llama de la ley natural, grabado en vivo sin público en febrero del 2021.
Vamos, che, ¿por qué dejar
Que tus sueños se desperdicien?
Si no sos vos, triste será
Si no sos vos, será muy triste
¿Por qué falsear?, si ser uno es ganar
¿Por qué engañarse y mentirse?
Sé vos, nomás, y al mundo salvarás
Aunque muchos lo hagan difícil
Sigámoslo como hasta acá
Prometiéndome que lo entendiste
Digamos «fue», si algo anda mal
Cumple sus sueños quien resiste
Yo sé, dirás: «muy duro es aguantar»
Mas, quien aguanta es el que existe
Si aquel se va, no llores, ni mires atrás
Aunque muchos te lo hagan triste (¡Vamos, che!)
Sé vos, nomás, y al mundo salvarás
¿Por qué engañarse y mentirse?
Yo sé, dirás: «muy duro es aguantar»
Mas, quien aguanta es el que existe
¿Por qué falsear?, si ser uno es ganar
Aunque muchos lo hagan difícil
Si aquel se va, no llores, ni mires atrás
La vida busca instruirte, ¡ea!
(Letra de «Sé vos»)
La persona.
Como dije antes, siempre buscó a Dios. No, claro está, no estoy escribiendo la semblanza de San Juan de la Cruz; pero es justo recalcar que -aun en contra de toda moda y de lo mainstream– nunca temió hablar abiertamente de Dios. Cerraba los recitales con «que Dios los bendiga» y se animó públicamente a decir que hay inmoralidades que jamás haría «porque tengo temor de Dios». Así, directo como siempre.
«El peor insulto para mí es abortivo» supo decir en una entrevista. «Yo sé lo que envenena», cerró.
Aunque muchos rieron con el personaje y tantos otros le pegaron por todos lados, él se mantuvo siempre fiel a sus convicciones, perdiendo la chance de generar muchísimo dinero en el medio. Sí, las famosas entrevistas que circulan hace años en internet lo muestran de cuerpo entero: alguien sencillo, de buen humor, que disfruta de la vida tranquila y del campo, familiero y nacionalista.
«Claro que tuve éxito con las mujeres, tengo esposa y dos hijas». Siempre desconcierta con sus respuestas, lejos de cualquier intento de la imagen de rockero mujeriego supo definir como nadie qué es el éxito.
Su lado más gris y triste fue la fuerte adicción al alcohol y a la cocaína. No he de negar sus sombras para aumentar su luz, y rescato fuertemente que nunca hizo bandera de esto: no le cantaba a la droga, no le cantaba al alcohol ni se enorgullecía de su debilidad. No se comportó, como miles de estrellas del rock, cumbia o reguetón, como la zorra que perdió la cola ya que no buscaba que sus seguidores sufrieran lo mismo que él.
Pese a su famoso carácter fuerte, supo mostrarse solidario con la muerte de otros músicos como Cerati, Sokol o Ruiz Díaz, lejanos a su idiosincrasia. Tenía excelente relación con muchos artistas de géneros muy variados: Flavio Cianciarullo, Juanchi Baileiron, León y Johana Gieco.
Cuando relajó su etapa más crítica solo tuvo palabras de elogio para Pappo, Charly García, el Flaco Spinetta o Ricardo Mollo, entre otros.
Es conocido que la separación de Hemética, su segunda banda, se produjo tras la muerte de un fanático en un recital suyo, lo que le costó años de embargo de sus derechos en SADAIC. Antes, antes del juicio y los abogados, organizó un recital a beneficio de la familia del chico y siempre dio la cara, no se escondió en su fama.
Su canción «Si me estás buscando» narra sus visitas al hogar Jesús de Nazaret, donde era frecuente colaborador.
Buen amigo, honesto, sensible, compañero, generoso y sencillo al decir de sus deudos, decidor de verdades, un perro cristiano en su propio hablar, hablo hoy de un auténtico hombre que con sus luces y sus sombras nos ha servido de inspiración y ejemplo a miles.
No pude evitar una lágrima al conocer su deceso. Mi cabeza volvió a ese adolescente triste que sacaba fuerzas escuchando «Sé vos», «Atravesando todo límite», o «Tú eres su seguridad», entre otras letras, o tiempo después «En este viaje» y «Como estaba ahí Dios» (de la que no era autor). Pensaba en cuántos otros como yo recibieron una invitación a decir siempre la verdad, a no bajar los brazos, a ser uno mismo y a resistir.
Espero que Nuestro Señor Jesucristo tenga piedad de su alma. Me siento en la obligación de rezar por él para sacarlo pronto del purgatorio espiritual, ya que él me sacó tantas veces del terrenal. Invito a ustedes a hacer lo mismo.
Gracias, Ricardo querido. Dios te tenga en su gloria.
Ricardo Raspanti
