Por Agustín Eugenio Acuña.
Nunca me gustó África. Bueno, gustarme es un decir. ¿Qué sabe uno de África? ¿O de cualquier cosa en realidad? A veces el escepticismo y el pesimismo me llevan a concluir que nuestro pomposo “conocimiento” no es más que un conjunto de preconceptos, sesgos, prejuicios y demás, inoculados a través del paso del tiempo, la crianza (o mala crianza, en realidad), el boca a boca, el rumor, la maledicencia y demás. Encima, para deprimirme todavía más, le sumo todas las malas intenciones que andan dando vuelta, la mezclo con las teorías conspiranoicas que se le ocurra y me hundo directamente en un pozo de desazón.
Demasiada introducción para empezar a decir que cuando era chiquito, África motivaba nuestra compasión y hasta diría, conmiseración. Era el continente atrasado, plagado de guerras civiles, pobreza, hambrunas, sequías y, obvio, epidemias de SIDA, malaria y de cuantas enfermedades infectocontagiosas se le ocurran.
Con el tiempo aprendí que África fue el continente repartido entre las potencias luego de la Primera Guerra Mundial y que su incorporación como naciones independientes se dio luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando los imperios todavía vigentes se desmembraron.
El fútbol, obvio, era el gran hilo conductor de mi realidad con la de África. Solo así, sobre todo con los mundiales de fútbol, cada cuatro años, ignotos países caían en mi consideración. Me aventuro a pensar que, al ver partidos de fútbol y leer sobre la historia de los mundiales aprendí mucha geografía inadvertidamente. ¿Cómo no me iba a quedar grabada Nigeria luego del Mundial 94 y de los Juegos Olímpicos 96? ¿Cómo no recordar a Camerún, el sorprendente debutante con Roger Milla que puso contra las cuerdas la clasificación de la Argentina bilardista en Italia 90? ¿Cómo no nombrar al sorprendente Senegal, que venció a su colonizador y campeón del mundo, Francia, en 2002? ¿Y qué decir de Ghana, eliminada de manera insólita con la histórica mano de Luis Suárez? ¿O acaso no nos quedará en la memoria el magnífico mundial que hizo Marruecos en Qatar, con la eliminación de Portugal, que alguna vez ejerció su dominación sobre tierra marroquí?
La fascinación por tierra africana de un amigo me era ciertamente incomprensible. Quizás por el consejo que me dio una vieja amiga: “Nunca, jamás, nunca, pero nunca, vayas a un país más atrasado que el tuyo”. Se ve que internalicé el consejo muy hondo, pues supuse que de ahí nacía mi perplejidad cuando me contó que se iba para Kenia a enseñar. Y que le gustaba. Gustos son gustos, pensé para mis adentros. Y sí, al mismo tiempo me di cuenta de que tenía una imagen de “atraso africano” que envolvía a todo un continente que es mucho más complejo de lo que uno cree. Tan prístina esa imagen como la autoconstruida sobre mi propio país, que en mi imaginación “le pasaba el trapo” al Tercer Mundo africano.
El cine, por supuesto, contribuyó a esa formación (o deformación, si se quiere) sobre África, pero, al mismo tiempo, me permitió azuzar mi curiosidad de saber más al respecto. Por supuesto, durante muchísimo tiempo fue más la deformación que influyó sobre mí, con lugares comunes y estereotipados. Así, la magnífica comedia de Eddie Murphy que conocí cuando era chico como Un príncipe en Nueva York (1988) y que escribiendo esto me acabo de enterar que tenía como título espantoso Coming to America, era todo lo que podía esperarse: pintaba, desde mi punto de vista, al imaginario Reino de Zamunda como todo lo que estaba mal en contraposición al occidente liderado por los Estados Unidos de Ronald Reagan. No vi la secuela y no recordaba que actuaron en papeles pequeños Samuel L. Jackson y Cuba Gooding Jr.
¿Cómo no asociar caos, hambre y guerras a África si vi Black Hawk Down (2001)? Dirigida por Ridley Scott y con Eric Bana (el Hulk antes de Mark Ruffalo), la escena en la que el todopoderoso helicóptero militar cae fulminado al suelo de Somalia, quedó grabada en mi memoria para siempre. Por supuesto, trazos de corrupción y crisis humanitaria por enfermedades que uno creía superadas para la humanidad como la tuberculosis fueron delineadas en mi visión por una película como The Constant Gardener (2005). Todavía recuerdo que al salir del cine con mi papá y uno de mis hermanos mayores, con los que había estado hablando sobre el funcionamiento del mundo, me dijeron “¿Te queda claro cómo funciona el mundo?”. Flaca imagen de Kenia me llevé, aunque luego me enterase que se basaba en hechos sucedidos en Nigeria, que para mí dejó de ser “el país con el que siempre nos cruzamos en los mundiales de fútbol” a ser “el país más poblado de África” luego que me cruzara con una serie de abogados producida allí, Castle & Castle (2018).
Por supuesto, siempre puede haber mezclas peores y explosivas, como, por ejemplo, guerra civil, corrupción, explotación y recursos naturales. Eso es lo que me quedó en mi cabecita luego de ver Blood Diamond (2006) con Leonardo Di Caprio, Djimon Hounsou y Jennifer Connelly en el medio de la salvaje Sierra Leona.
Mucho, muchísimo tiempo después que mi amigo realizase varias incursiones en Kenia, me digné a darle una oportunidad a Out of Africa (1985), más conocida como África mía, con la inigualable Meryl Streep (de pie, por favor) y el gran Robert Redford. Me llevé una decepción más grande que una casa. Pero, además, me pareció que daba la impresión de que intentar hacer algo en Kenia (eso que por entonces era una colonia británica) era inviable…
¿Pero es que todo lo que consumo deja mal parada a África? Parecería que, salvo la honrosa excepción de la magnífica Wakanda pintada de forma alucinante en Black Panther (2018), estaba contaminado por la mala impresión sobre el continente. Eso sí, encontré en la maravillosa novela de ciencia ficción Artemisa (2017) de Andy Weir un futuro donde gracias a su estratégica posición en el globo, Kenia finalmente asumía un lugar de protagonismo mundial. Pero era ficción. ¿Y la realidad?
En fin, haciendo memoria me permito compartir, en forma arbitraria y desordenada, por supuesto, algunas películas que me movieron a aprender más sobre África, para desprenderme de prejuicios, sesgos y, como diría mi madre, “la mar en coche”. Sin embargo, intentaré innovar esta vez y salirme tan solo un poco del típico comentario “película por película” para abarcar la cuestión más por ¿temas? No sé. Veremos qué sale lector, no le prometo nada. No vaya a ser cosa que quiera reclamarme por hacerle perder su valioso (y escaso) tiempo.
1) Ruanda y su genocidio
Hotel Rwanda (2004) y Trees of Peace (2022) son dos películas con estilos distintos pero que cuentan una de las más grandes atrocidades jamás cometidas en la humanidad, que ha sido superada solo por la omisión, la ignorancia y el olvido: el genocidio de Ruanda de 1994. La primera, con Don Cheadle (el amigo coronel de Iron Man, para los fanáticos del universo cinematográfico de Marvel) es una denuncia durísima contra las Naciones Unidas y todo el mundo civilizado y libre que no hizo nada para evitar la masacre. Pero, al mismo tiempo, cuenta el heroísmo de un tipo común, encargado de un hotel, que permitió salvar muchas vidas en medio de la barbarie de los hutus contra los tutsis, por una separación artificial implantada por el colonialismo.
¿Y la otra? De mucho menor envergadura técnica, el soporte son las actrices que desempeñan papeles muy distintos entre sí, casi que no tienen nada en común. Sin embargo, los une el deseo de sobrevivir a tanta barbarie y locura. Sí, se muestran los típicos gestos deshumanizantes de las situaciones límites, pero también aquellos que dan una luz de esperanza a toda la humanidad.
Obvio, luego de ver estas películas, me fui directo a leer más sobre el genocidio de Ruanda.
2) Burkina Faso y su Che
¿Cómo terminé escribiendo sobre el “Che de África”? Pues me leí un enorme hilo (1) sobre lo que había sido Thomas Sankara para Burkina Faso (país que en mi infancia nos causaba gracia por lo de “Faso”). Eso me llevó a ver dos documentales sobre el hombre en cuestión: Thomas Sankara, l’homme intègre (2006) y Thomas Sankara, la Revolución Asesinada (2011) que pueden conseguirse en YouTube (2). La figura simplemente me fascinó y eso que no soy comunista (o al menos, eso creo). Algunas cosas de las que me enteré: cambió el nombre al país, que antes era Alto Volta. ¿El significado del actual? “El país de los hombres íntegros”. Fue feminista (pon éle), alfabetizó el país, luchó contra la desertificación y fue antiimperialista. ¿Excesos? Of course, this is África, my dear friend: autoritarismo, eliminación de la prensa libre, persecuciones a los opositores, tribunales revolucionarios (un clásico) y todo lo que viene con eso… ¿Cómo terminó? Pues derrocado y asesinado por su mano derecha y mejor amigo, Blaise Compaoré. Trágico, pero previsible a la luz de la historia de la humanidad.
3) Botswana y su cuento de hadas
Película maravillosa A United Kingdom (2016), con dos actores que me encantan, como David Oyelowo y Rosamund Pike, es el cuento de hadas de cómo una oficinista inglesa se enamora de un príncipe del por entonces protectorado de Bechuanalandia. En el medio, por supuesto, incomprensión, discriminación, política, segregación y la competencia por el liderazgo entre el tío regente y el joven sobrino príncipe. El viejo protectorado dio lugar a la república presidencialista de Botswana, que, a lo largo de los años, sin salida al mar, se transformó en una isla en el medio del continente: con un crecimiento económico fabuloso, ha progresado a pasos agigantados. Sí, tiene diamantes y ayuda mucho, pero también carece de corrupción, lo que ayuda más. En fin, la película, si le gustan los romances, le va a encantar. Si le gusta la política, también (incluso aparece el viejo Winston Churchill, pero como un malvado cortapalos). Espero que salga como yo luego de verla, con ganas de saber más sobre ese maravilloso país.
4) Uganda y su monstruo
Las matanzas y atrocidades siempre han estado vinculadas a África. Y The Last King of Scotland (2006), con dos enormes actuaciones de Forest Whitaker y James McAvoy, es la muestra cruel, cruda, sin contemplaciones, de lo que puede ser un dictador. Toda ella es contada desde el punto de vista del doctor Garrigan, un escocés con el que el tirano Idi Amín Dada traba una relación afectuosa. El desarrollo de la trama hace que lo que inició como una relación de cercanía troque en una desesperada carrera por sobrevivir. Hasta el día de hoy la escena con el gancho de carnicero la tengo grabada en mi mente.
5) Sudáfrica y su líder
¿Qué se puede decir de Nelson Mandela que no se haya dicho ya? Recuerdo que tomé conciencia de la importancia del personaje cuando escuché decir a un profesor de la facultad que en algunos pueblos de Sudáfrica era “adorado como un dios vivo”. Wow, pensé. Cuando me enteré que Clint Eastwood iba a contar cómo los sudafricanos ganaron el Mundial 1995 en el medio de la presidencia de Mandela, supe que debía ver esa película. Tampoco puedo decir mucho sobre Invictus (2009); véanla, aunque no sepan nada de rugby. Es una película que habla sobre liderazgo, dar el ejemplo, ser consciente de nuestras limitaciones, abrazar al que piensa distinto a punto de odiarnos, elevarse sobre los antagonismos y estar más firme que nunca en nuestras convicciones. Verla me disparó a leer la biografía de Mandela e incluso a ver más películas sobre el apartheid sudafricano.
6) Malawi y su niño
¿Cómo puede ser que terribles sequías y hambrunas pasen en nuestro mundo y no nos enteremos de su existencia? Solo al ver The Boy Who Harnessed The Wind (2019) me enteré que la población de Malawi había sufrido una terrorífica sequía y hambruna en 2001. Sin embargo, en el medio de la devastación y de las estrecheces económicas, William Kamkwamba, un niño que no podía seguir estudiando porque no podía pagar su escuela, va a ser el héroe de su aldea. ¿Qué cosa puede ser más inspiradora que esta historia basada en hechos reales? Con mi esposa nos conmovimos al verla, además de sorprendernos de nuestra ignorancia sobre la realidad de Malawi. Respondo la pregunta: ver la charla TED del real William Kamkwamba y encima, enterarme luego que es ingeniero (3). Todavía, parece, hay esperanza dando vueltas por ahí en este mundo.
Agustín Eugenio Acuña (35)
Descubridor de África
agustin.eugenio.acuna@gmail.com
(1) Para los que no sean usuarios de X/Twitter, un hilo es una colección de posteos/tuits relacionados sobre un mismo tema, uno tras otro.
(2) Dejo los links por acá: https://www.youtube.com/watch?v=MxcjrcRzYFw y https://www.youtube.com/watch?v=OzHYwQdLg4M.
(3) La charla TED está acá: https://www.youtube.com/watch?v=T1XfFVoHJSU.
