Un año… Sed Contra!

Por (autores en orden de aparición) ed, Ignacio Cofone, Agustina Morán, Soledad d’Agostino, Carlos Santiago Maqueda, Lucía Rivas O’Connor, Paula Omodeo, Carlos Hortray, Roberto Mahmud Gettor, Cecilia Rinaldi, Nicole Jaureguiberry y ed.

Fall 2007. (“I hate the fall.”)

Enter The Director.

““March 23, 9 pm, Eastern Standard Time, from here on “I shoot [I mean write] without a script”. But look what I find “instead of the old … *hit” when, rather than turning my projector on like Mark Cohen, I … turn my eyes on: a little baby, one-year-old, who bears a weird, Latin name.

But “how did we get here, how the hell?” No, it wasn’t Xmas; not even Easter, though Easter was about to take place, one year ago, a few days after the first gigg happened in a remote and crazy night one year ago in the middle of “Barrio La Burbuja”.

“What does a year mean in the life of someone?” Was it really a “season of love?”: or, rather: Goodbye, love; hello Love, as SL would have it””.

Enter the relatively short answer to a deep, tortured and indeed tortuous question:

¿Quién se enteró primero del parto? ¿El pollito que ya estaba en el huevo o la gallina que fabricó a ambos, con la colaboración del gallo?

Pareciera que la pole position la tiene un muchacho que supo ser de la burbuja, aunque algunos piensen que todavía lo sigue siendo (otro tanto pasa con El Director). Acá van sus memorias. A continuación de ellas siguen otras, intercaladas con cal negra —bastardilla— del Director, que además hizo unas pocas inserciones —más bastardillas—, pero en cambio, como solo editor de esta nota, se abstuvo de editar para preservar la frescura de los contribucionistas (del mismo modo, todo el mundo se abstuvo de editar el trabajo de ED, pues si no palabras hermosas como la que precede a este paréntesis hubieran (digo, habrían) volado injustamente por el aire, y la injusticia debe ser desterrada para siempre, al menos del Reino de Sed Contra (¿No sólo Banda, Reino también tenemos? ¿Y sin injusticias? Hmm…)):

En contra

IGNACIO COFONE

En este primer cumpleaños de Sed Contra me uno, a pedido del director, a las anécdotas sobre cómo conocimos la revista. Sin más, acá va.

Nuestra historia comienza cuando un alumno del Newman decidió, en su quinto año de colegio (2005), ser un proyecto de cuervo y, tras visitar distintas universidades, decidió serlo en la Austral. En consecuencia, se anotó para el ingreso noviembre-diciembre.

Cursó tranquilamente el ingreso y, al finalizar su examen, le pareció extraño cuando le fue comunicado que lo llamaba el profesor (“Nacho, te llama Legarre”, “Dale, no jodas”, “¡En serio!”, “¿Para qué?”, “No se… te habrás copiado”) dado que sus únicas interacciones previas fueron cuando el alumno le mintió obscenamente con el “cronograma sobre a qué le vas a dedicar cada hora de tu vida en una semana promedio el año que viene” (¿los numerarios sabrán leer la mente? Creo que hasta puse que iba a misa) y cuando dio la clase que le tocaba sobre un artículo de ya-no-me-acuerdo-qué, sin saber que cometía un crimen al hacerlo con un chicle en la boca y la ayuda de un Powerpoint.

Al ingresar al recinto, en respuesta al llamado del profesor, que allí aguardaba, agazapado, le fue comunicado que era relativamente buena su redacción en la carilla de examen (“la velocidad con la que corrige este hombre…” pensó) y le fue ofrecida la posibilidad de “desarrollar tus habilidades literarias” sumándose a un proyecto que estaba aún en gestación sobre un lugar en el que los estudiantes escribirían cuentos y poemas (todavía no cumplí). El motivo del proyecto, le fue dicho, era que es una lástima que las personas dejen la literatura al terminar quinto año del colegio, y que el profesor —el mismo profesor que hablaba y que hoy, como ED, inserta esta bastardillada (la palabra “bastartillaada”, más precisa para referirse a estas bellas bastardillas que fluyen en este preciso momento de mis teclas, es políticamente incorrecta)— veía que muchos estudiantes escribían bien y sólo podían canalizar eso en aburridas monografías sobre el código civil.

Aceptó la oferta, el alumno, de escuchar un poco más sobre el tema, y fue tres meses después cuando, apenas empezado 2006, le llegó un mail invitándolo, no sin un halo de misterio (en especial porque los receptores estaban en copia oculta), a una comida a tres cuadras de su casa (su casa del alumno, como acotaría Javier Marías, mi amigo, para despejar toda ambigüedad),donde el proyecto le sería explicado (buceando en el desorden de mi bandeja de entrada lo encontré):

“Estimados:
El jueves 23, a las 8pm, tendremos una reunión-comida para explicar y lanzar nuestra revista sobre temas no jurídicos. Será en lo de la flia Legarre. Por  favor, confírmenme si vendrán. Slds.
Santiago”

 Acató el RSVP (era la primera vez que lo veía en un mail) y ese día se calzó un jean y una remera y decidió, como pensaba que era costumbre, llegar alrededor de 45 minutos tarde para darle al anfitrión (presumiendo su desorganización) tiempo para terminar todo (y, de paso, no estaría solo ahí). Desgraciadamente no sabía que este grupo—en parte ya existente: lista de Nicky, club de lectura e invenciones varias del año precedente: 2005— se manejaba con puntualidad inglesa, que aparentemente es de 0 a 30 minutos en reuniones sociales y 0 a 5 en reuniones de negocios (este era un híbrido entre ambos así que supongo que llegué media hora tarde).

Al entrar, vio el living de un departamento dispuesto muy formalmente, repleto de gente vestida mucho más formal y —para coronar— lo que pensó que eran cantos gregorianos de fondo que provenían de detrás de un biombo. (Pensó mal el alumno: como advirtió Toti apenas llegar, la a veces lúgubre música era de la película “Los Coristas”. Pero a un cardenal de la zona Norte —la otra burbuja— el francés y el latín pueden pasarle como parecidos, to say the least.)Le causó algo de gracia ver al director sentado solo en un sillón grande y a la gente sentada en innumerables sillas dispuestas en semicírculo (luego —llegué tarde pero no fui el último— llegó gente de más confianza que lo acompañó) y, para no romper la tradición, se sentó en una de ellas al lado de la única cara conocida del ingreso.

Fue ahí cuando Sed Contra salió de su etapa embrionaria y dejo de ser “una linda idea”, como la bautizó una de nuestras editoras. Se nos explicó la dinámica y, tras el pedido de voluntarios, me ofrecí por motivos que todavía no tengo claros a ser el diseñador junto con Roberto Mahmud. Se armó una bosquejada “Acta fundacional” y una lista de mails donde se discutió y decidió el nombre de la revista: ganó la propuesta de Roberto con lobby del director. Sed Contra (lo explicaré, creo que por primera vez) no porque seamos tomistas recalcitrantes sino porque la revista se funda en contra de algo, o de muchas cosas.

The Director: esto parece una obra de teatro; ahora me toca a mí otra vez, gracias por avisarme con las bastardillas (digo las letras estas). Seguimos todavía en 2005 cuando a una persona de inteligencia singular (y oculta u ocultada) le sucedió esto:

AGUSTINA MORÁN

La verdad que no me acuerdo muy bien como arranque! y la verdad es que
tampoco hubo un momento puntual.

Hice el curso de ingreso con Santiago como profesor—sí, el mismo curso noviembre-diciembre aludido en el post anterior: dos compañeritos de ese efímero y breve curso de ingreso—. Tuve que dar un «discurso» sobre un artículo que escribió Santiago «Ver sin ser vistos». Calculo que le habrá gustado porque cuando terminó el curso, más bien en febrero, me mandó un mail preguntándome si me interesaba entrar en este proyecto que andaba dando vueltas. Para variar, dude y termine diciéndole que no porque mi prioridad era adaptarme en la facultad y no engancharme en actividades como solía hacer en el colegio. Santiago me pidió que al menos lo intentara y que si no me sentía cómoda abandonara la revista. Y así fue como aparecí en Sed contra!!!!!!!!!

Ah, me toca a mí otra vez, cruzamos el año. Llegamos a enero de 2006, el año pasado. Recuerdo haberle escrito un mail desde Tucumán city a quien sería una de nuestras editoras: mi ingenuo correo recibió una curiosa respuesta (aparentemente pesimista aunque no llega a ser cínica: seguramente no ha visto Rent lo suficiente o tiene los guts para que le reboten los vómitos de Mimi y de Mark sobre los oyentes o cinevidentes): “¿Hacer una revista? Me parece que puede ser una idea linda”. Idea linda …hmmm. Mejor copio su discreta pero sustanciosa colaboración para este ejemplar de colección:

Si algo puedo destacar de esta iniciativa es su aguerrida supervivencia. Por algún motivo, nos podemos seguir llamando Sed Contra, casi como si la revista pusiera de sí para ello, a veces hasta más que nosotros, que somos quienes la componen. Por eso cumplimos un año, porque la revista tiene vida propia. Se imprime en cada uno de nosotros pero existe por sí misma, independientemente de sus autores, tanto fijos como colaboradores. La revista es noble, es sencilla, es inteligente, es talentosa, es fuerte, y es nuestra y de nadie. Es nuestra porque la hicimos nacer, le dimos un nombre, pero es de nadie porque, crece y se desarrolla sola, en el tiempo, con cada uno de los aportes de su contexto, que es nadie y somos todos. ¿Sus motivos? Que nosotros también crezcamos, con ella, por ella; que otros nos conozcan a través de ella; y que reflexionemos y nos inspiremos en ella. Son motivos nobles, así que esperemos que, en este caso, la yerba buena sea la que nunca muera. ¡¡Feliz año Sed Contra!! Por muchos más…

SOLE DAGO

El joven Santiago el Menor me escribió un inolvidable mail, también durante ese verano caliente —más caliente todavía que aquel que le prestó título a la desafamada película francesa que allá lejos y hace tiempo vi en un cine malucho de la peatonal de Miramar—, también mientras intentaba escapar del cybercalor tucumano en un cybercafé sin aire condicionado. Le contesté, mencionando la idea que le había tirado a Dago (“una linda idea”). Hoy esta pluma misteriosa escribe lo siguiente al respecto:

SC ha sido, en verdad, el primer aliciente para sentarse y escribir, no sólo para mí, sino también de muchos otros, anónimos y no tan anónimos. En tal sentido, entiendo que la principal función —y no me censuren por lo que diré— de la revista no es tanto proporcionar material a muchos ávidos lectores de pantallas electrónicas, porque no los hay (tantos), sino más bien la de incentivar(nos) a escribir algo. No digo que no sea una cosa importante ser leído —porque sí lo es—, sino que pienso que, con sólo haber hecho que uno, tres, diez, cincuenta jóvenes escribamos aunque sea una línea, el objetivo está cumplido.

Y después vino la reunión fundacional. Yo todavía no entendía mucho; se hablaba de formato papel o formato electrónico, de consejo de edición, de director, de distintas secciones para escribir, había mucha gente que tenía experiencia en esas cosas, algunos ya escribían de antes, otros no. Yo estaba entre estos últimos. ¿Qué iba a hacer yo en esa revista, firmando como miembro fundador, cuando nunca antes había escrito siquiera una línea que no fuese por razones escolares o universitarias? Pero, quizás de caradura, me metí en todo esto.

Ya hace más de un año que recibí aquel e-mail que daba origen a todo esto. Fue en el verano de 2006; yo estaba de vacaciones en la costa, y un día, chequeando mi casilla, me encuentro con un comunicado colectivo del que sería el futuro Director. Sólo esbozaba una idea vaga. Sólo una idea, que después fue tomando forma gracias a los valiosos aportes de otras personas.

CSM (esta es la extraña firma que estampa habitualmente esta pluma notable)

Duro regreso de Tucumán a Buenos Aires, largo viaje en colectivo, el DVD del bus, presentado como flamante mejora del servicio, se movía al compás de los baches y la película aparecía justo después de la escena crucial: la de “el último beso” (uno de los tantos fracasos, “L’Ultimo Bacio”, de este profesor como recomendador de películas; otros notablemente catastróficos: “Ordinary People”, “Brideshead Revisited”, “Pride and Prejudice” y, sobre todo, “Tommy”).

Al volver de mi amada provincia floreal, empiezo a dar un curso de ingreso —o sea, sí, otro curso de ingreso— en el que ocurre lo siguiente contado por su protagonista, con una omisión que yo también omitiré, pues su inclusión puede confirmar la proclamación de una de nuestras editoras: mi carácter de vidente (¡pobre de mí si fuera cierto, hay tanto que es mejor no ver, nunca! Menos mal que la videncia o evidencia aquí omitida tiene que ver simplemente con una cosa que le adiviné, luego de una apuesta, a la diosa fortuna):

LUCÍA RIVAS O’CONNOR

En el curso de ingreso, SL nos pidió que le mandáramos algunos escritos nuestros: ya sean poemas, ensayos, artículos, etc. Yo le mandé algunos trabajos que había hecho para el colegio: análisis filosóficos de algunas películas (Antes del amanecer, Blade Runner) y bueno fue así como me escribió diciéndome que le habían gustado mis artículos … y más tarde, una vez empezado el cuatrimestre… recibí un mail, con una invitación a participar de la elaboración de una revista electrónica. Me interesó la idea, ya que se creaba un ámbito para poder escribir y también un espacio para poder conocer gente con las mismas inquietudes y gustos de cada uno. Me parecía enriquecedor… fue por eso que decidí entrar.

Y así comenzaron las clases del 2006. Entonces, como atestigua el siguiente relato —al que no tocaré en lo más mínimo para demostrar no sólo lo encantador que es el “acento” tucumano sino también para que puedan dar fe de que quien firma ya no es más la escritora decrépita que dice seguir siendo— la “Revista-sin-nombre” iba a ser en papel. Enter la would-be (never was) Miss PR, con su humor contagioso:

PAULA OMODEO

Así empezó (por lo menos para mí…)

En qué momento surgió la idea de una revista hecha por estudiantes de derecho, en la cual estaba terminantemente prohibido tratar de temas jurídicos?, no lo se con precisión (eso habría que preguntárselo al editor). Si mal no recuerdo, la idea originaria era hacer una revista en formato papel, hecho por el cual (creo) fui convocada, ya que era necesario que ciertas personas hicieran algo así como las “relaciones públicas”. Luego de analizar costos, ventajas y desventajas, se decidió que sería en soporte informático. En ese marco, lo más lógico hubiese sido desistir la invitación, ya que para mí escribir, ya sea desde un simple comentario o volcar mis conocimientos en una investigación, significa una extenuante, complicada y nunca bien terminada tarea. Pero puesto a que no suelo  actuar guiada por la lógica y la invitación  seguía en pie, hice como muchos de mis compañeros y fui a la reunión “fundacional”, sobre todo por curiosidad  y para ver qué se le había ocurrido a Santiago esta vez.
 
Cuando en la primera reunión me asignaron la tarea de  hacer una entrevista, mi única aparición hasta el momento, me entusiasme mucho con la idea. Sin embargo, cuando las obligaciones de la carrera comenzaron a pesar, esta poco a poco se fue atenuando. Por ello, considero clave resaltar la constancia, compromiso y entrega de aquellos que, no como yo, persistieron en todo momento y  poseen la capacidad para responder acabadamente  a los proyectos en que se embarcan, y hoy son responsables que Sed Contra cumpla un año.
 
En la primera reunión, nuestro “editor”, nos explicó que el rol clave que tendría la  revista, sería el de brindar un espacio, crear un lugar idóneo para que nosotros un grupo de estudiantes de derecho, tuviésemos un lugar donde volcar aquellas cosas que muchas veces termina en un cajón y por que no, las que mueren en el mismo lugar donde comienzan, en nuestra imaginación. Al escuchar estas palabras, las tomé solo como una frase oportuna y pintoresca para la ocasión.  Recién hoy, les doy la importancia que ameritan. En mi caso, no particularmente, por que haya sacado alguna que otra cosa del cajón, sino por que me ayudó a intentar escribir. El hecho de saber que tenía un lugar en donde mis ideas iban a ser tomadas en cuenta, me animó a probar y me impulso a mejorar. Probablemente, muchos de los que nos juntamos ese día a imaginarnos eso que hoy se llama Sed Contra, se sientan identificados. Dijeron algunos que seguramente, de acá a un par de años nos reiríamos contando nuestras experiencias, no creo que sean solos risas. Muchos, también estaremos profundamente agradecidos  que nos hayan “empujado” a escribir, crear, aprender;  cuando nos sentemos nuevamente frente a una computadora.

Las palabras siguientes, un tanto ininteligibles, provienen de quien se atribuye, con cierta razón, diversos padrinazgos de la criatura. Entiéndalo quien pueda:

It’s been a year. Three-hundred-and-sixty-something, to be exact. I would consider this constantly growing venture a child of mine, even though many, many of us participated in his conception and birth. My baby was born back on May 30th, 2006, to be precise. A posse ad esse, indeed. He has already been baptised in September, given its first clumsy steps two months after, and by now he is beginning to mumble ‘Santiago’, ‘Daddy’, ‘Thomas’ and a few other unintelligible words.

He is real. SC, in fact, Sed Contra, is now a year old: what an accolade! I am particularly proud of what has happened so far with him. And, specially, with ourselves. I’m hopeful he will outlive many of us and trampoline himself into further generations.

Abandoning my ridiculous last comment, I raise my glass and grin, for it has been a terrific ride so far…I hope to be walking him into College some day.

Felis dies natalis Sed Contra, this being just the first of many yet to come.

Carlos Hortray and Roberto Alejandro Mahmud Gettor

Quedan para el final —debería decir “Last but not least” o “lo mejor para el final” o “el último orejón (o las últimas orejonas) del tarro” (¿será rico el último orejón? ¿será un tamaño de oreja o algo más apetecible?)— dos de nuestros puntales más distinguidos y señoriales:

CECILIA RINALDI

En primer año, un día durante las largas esperas de la fotocopiadora del segundo piso, uno de mis compañeros me comentó que uno de nuestros profesores tenía el proyecto de lanzar una revista electrónica. Le pregunté de qué se trataba y me habló de una reunión donde se iban a juntar todos los interesados en el tema.

Yo ya había formado parte del staff de un suplemento de un diario, y la idea de participar en una revista con mis amigos y otra gente me pareció muy interesante. Fue allí cuando decidí escribirle a Santiago para ver si podía colaborar con algo, y le mandé un par de artículos que había escrito en años anteriores.

A los pocos días, mientras bajaba la escalera para salir de la facultad, Santiago me propuso ser parte del consejo de redacción. Fue una sorpresa para mí, y se dio todo muy rápido, pero no dudé en decir que sí.

Y hoy, un año más tarde, no me arrepiento de mi decisión. Ser parte de Sed Contra me permitió conocer gente dentro y fuera de la facultad, y de acercarme a mis propios compañeros de curso. Es un desafío leer y editar lo que ellos escriben, y creo que el intercambio que se da hasta llegar a las “versiones finales” es muy valioso para ambas partes. Sed Contra me demuestra cada día lo mucho que hay por descubrir en las personas que tenemos alrededor. 

NICOLE JAUREGUIBERRY (aka Nicky)

Cumpleaños de Sed Contra

Me acuerdo de la reunión convocados por Santiago Legarre que se llevó a cabo a principios de marzo del año pasado…Varios de los presentes no nos conocíamos entre nosotros, pero algo nos vincularía: la escritura.  Así fue como luego de unos meses me sorprendió ver a Sed Contra, que parecía un mero proyecto, convertida en una página de Internet con dominio propio. ¡Increíble el logro de todos los que trabajan allí: el Director, redactores y correctores!

 La variedad de las notas y de los perfiles de los escritores hace que sea muy ameno navegar un largo rato por la revista. Está muy bueno que cada uno pueda expresar lo que quiera y que uno pueda leer desde notas de actualidad hasta cuestiones más personales.
           
A mí me tocó realizar una entrevista con una amiga a una persona muy interesante. Más allá de lo que escribimos, lo que más valoré fue el hecho de poder conocer a otro que vive en el mismo mundo que yo, pero que tiene una perspectiva de vida particular. Por eso lo que rescaté de mi caso no fue sólo la escritura, sino también el aprender y ver un poco más allá de lo que me rodea.

¿Debo poner unas palabras de cierre? OK, entonces me apoyaré en una banda de perfil bajo de hace unos años y, cambiándole ligeramente el título a una de sus peores canciones, diré: “This is NOT The End”. In fact, I dearly hope that you —our contributors and hence guest Stars of our magazine— will prove me right if I say, sed contra to Sed Contra:

“Sed Contra, this is a mere beginning, with a view to the enjoyment of our family and children: what else matters?”

So, Three Cheers for Sed Contra …contra mundum!, like Charles and Sebastian.

El Director y el Cast de Sed Contra, la Compañía Teatral (…). Banda sonora a cargo de Sed Contra, la banda, available through SC5 (www.sedcontra.com.ar)


N. del E.: Este artículo fue originalmente publicado el 1° de julio de 2007 en SC5 y, en ocasión de este número especial, se vuelve a publicar a modo conmemorativo.