Romance del sol y la luna

Por Clara Palma Gorina.

I
Soberano, rey del día,
Sólo luz irradian tus ojos,
Te veo al caer la noche,
Inquieto, rojo tu rostro.
Abandonando tú lecho,
Tus ojos mostraban ira,
Te vi descender tras las nubes,
Suplicando por tu vida.
Ver el mundo adormecido,
Sólo eso me pedías,
Las estrellas blancas, las sombras,
Maldiciendo tu partida.
Tú, rey que todo dominas,
Nunca sabrás de la noche,
Nunca verás las penumbras,
Ni el misterio que en ellas se esconde.
Una vez más, cayendo,
Te vi una tarde dorada
¡No clames piedad en mi nombre,
Volverás en tu alborada!
Eres un rey declinando,
Rey de un reino pasado,
Gritando al tiempo un respiro,
Respiro pasado olvidado.
¡Jamás, soberano del día,
Verás quieto mi reinado!
¿Por qué me llaman “la blanca”?
¿Por qué en él hay tanto llanto?
Mas en los negros ocasos,
En agonía, naciendo,
Me observes cuando escapas,
Yo te observe muriendo.
Y aunque tu luz me brindes,
No gobernarás las sombras,
Ni el reino oscuro temido,
Por el día que se asoma.
Mi reino, el de la noche,
Tan siniestro y funesto,
Mi reino el de la noche,
Tan hermoso y perverso.

II
¡¿Qué no conozco su reino?!
Señora y amada mía.
Sé que en el hay tristeza
Y que las sombras dominan,
Y, aunque nunca lo haya visto,
Puedo afirmar que es mentira
Que sus prados son más ricos,
Que allí todo es alegría,
Pues es mundo de misterios,
En el cual sólo hay fatiga.
Y aunque misterios funestos,
No son como los del día,
Que están llenos de colores,
Que con los hombres caminan,
Pues no hay misterio más grande
Que el de la luz que ilumina,
Una luz que por las noches
En ti reside y abriga
A los árboles dormidos,
A criaturas perdidas.
Es la luz que da esperanza,
Una luz que es sólo mía.
Y si tu reino es tan bello,
Es gracias a mi partida,
Pues, si ambos juntos conviven,
¡Doy fe que domina el día!
No dé, pues, alarde de sus gracias,
Que sin mi luz no serían
Más que la oscuridad completa,
Un reino de sombras vivas.

Clara Palma Gorina
19 años

Estudiante de Producción Musical

claritapalma87@hotmail.com