Luis Adolfo D’Orieux. Músico, policía y tucumano. Esta es la primera entrevista telefónica en la historia de Sed Contra, y fue una realmente inolvidable. Detrás de un tono afable, un trato gentil, estaba la figura de un gran hombre con más de 39 años de carrera profesional como baterista. Tras escuchar algunos de sus temas, me cautivó sus habilidades, pero la mayor sorpresa me la llevaría al momento de contactarlo.
¿Cómo resumiría quién es usted? (En teoría, resumir es siempre en pocas palabras)
En pocas palabras… tengo 53 años, y desde los 14 que incursiono en la batería. Fui autodidacta. Actualmente soy docente particular, enseño a tocar el instrumento. Sigo haciendo lo que me gusta, toco Rock y Blues, eso es lo que más hago. Tengo una banda de tres personas, llamada Sargento Cruel.
Esto es lo que más he disfrutado, como hobby y como parte de ingreso para mi vida, es lo que más he logrado para mi persona.
¿Cómo se inició en el ambiente musical? ¿Qué lo movió su pasión por la batería?
Lo primero: los Beatles.Escuchar esa banda me cambió la cabeza. Fue una forma muy directa de entender una música que hasta ese momento ni imaginaba. Luego, empecé a frecuentar amigos músicos que tenían su banda, que ya en esos momentos hacían música propia ( en ese entonces era muy difícil de encontrar bandas que hicieran su propia música sin copiar, lo que ahora llaman ‘covers’). Eso me movió a querer golpear cualquier cosa: una silla, tarros, en fin, de todo un poco. La música me ha dado muchísimas satisfacciones, amigos… he conocido mucha gente. Esto es de no acabar, dada la edad que tengo, junto con mi problema: he sido policía por treinta años –la policía no se lleva bien con el rock. A pesar de ello, en las sombras, toda mi vida he tocado rock.
Hasta acá, todo ha sido cosas positivas. Más allá de mi problema, especialmente con mis manos y mis pies, que son fundamentales, donde voy perdiendo parte de mis dedos, mis pies. He perdido dos dedos del pie, los otros están por la mitad, sigo desde más de cuatro años herido, pero así voy a tocar: perdiendo sangre, perdiendo huesos, como se dice, pero estoy en esa. Esto es lo que me motiva a seguir adelante.
Leí en su currículum que toca y escucha estilos realmente variados (Blues, Tropical, Rock). ¿Piensa que un verdadero músico debe ser ecléctico y no quedarse encajado en un único estilo?
A lo largo de mi vida he ido haciendo de todo un poco. Todo lo que estaba en el camino para subsistir y vivir cada momento. Muchas veces no alcanzaba el dinero en casa, y había que hacer otra cosa. El Rock & Roll tenía que quedar relegado.
Yo creo que el músico tiene que ser abierto. Tiene que conocer, tiene que escuchar mucho, y convivir con cada uno de los estilos, desde Rock, Folclore, Funk, Cumbia, Merengue, Salsa, todo lo que es música… inclusive la música clásica, que también me gusta muchísimo. Todo sirve, y es como una comida cuando uno se sienta con el instrumento. ¿
Actualmente se han mezclado tantas cosas. La música contemporánea está tan mezclada, ¡tiene tantos nombres!: Rock and Roll Hard, Heavy… y en el fondo es todo Rock & Roll. Hay cosas que no entiendo. Para mí es muy simple: Jazz, Blues, Rock y todo el ritmo de las raíces latinas. Inclusive los ‘yankees’ miran mucho a los sudamericanos, a los ritmos latinos. Y nosotros, como si fueran ídolos, los miramos, y ellos a su vez nos miran a nosotros. Son distintas miradas de lo que es la música. Lo atrayente de lo nuestro es lo ‘caliente’, y lo atrayente de ellos es el sufrimiento, en el Blues y el Jazz. Son dos cosas completamente distintas. Gracias a Dios, nosotros vivimos en un lugar donde es caliente la cosa.
Ya habló de los Beatles, ¿cuáles fueron sus otras influencias?
En su oportunidad, por supuesto, Ringo Starr fue el detonante. Después me abrí la cabeza con músicos de Jazz como Gene Crupa, el padre de los bateristas, porque fue el que hizo importante a la batería en el mundo, hasta se hicieron películas sobre su vida. Fue él quien mostró al instrumento a nivel mundial. Crupa, Buddy Rich y toda la gente de las grandes bandas. Esos han sido mis referentes.
¿Siempre se ha dicho, al menos en el ambiente musical, que los bateros son ‘bichos raros’, que tiene usted para decir?
Es la persona más vista desde el público. Una banda sin baterista no tiene la alegría del movimiento. Por lo general, la mayoría de los grupos, por cuestiones de no estar pagando a los músicos lo que se debe, llevan secuencias a los pubs y boliches. ¡Si van a hacer eso, mejor que la gente se vaya y escuche los discos en su casa ! (Un ejemplo de cómo reformular sus palabras, diciéndolo de otra forma pero manteniendo la esencia, para que el lector pueda comprender de una sola lectura)
Pero es verdad, a veces nos tienen como bichos raros, porque el baterista siempre ha sido medio payaso, le gusta mostrarse. Tira los palos para arriba, se para sobre la batería. Siempre hemos sido vistos como la parte visual de la banda. En fin, no me considero un baterista de vista, de show. Pero si es sobre demostrar lo que uno sabe, es cierto que cada baterista tiene su sal, su pimienta. Todos son distintos, cada uno tiene su aporte distinto, de lo que escucha, de dónde viene y de quién le enseña.
Por lo general, la mayoría de los bateristas se inicia tocando de oído. Y más acá, en el interior, donde antes no teníamos quiénes nos enseñaran. Tuvimos que hacer métodos propios de enseñanza, métodos para mantenernos actuales y renovarnos. Por eso, gracias a Dios he tenido la oportunidad de poder enseñar lo que yo he aprendido sólo a mis alumnos. Tal es el caso de un buen alumno mío en Buenos Aires, con el que siempre nos comunicamos, y veo lo bien que le va, como Juanjo Bravo. Es un excelente chico, aspira a muchísimo.
Descríbame un día en la vida de Luis D’Orieux.
(Se ríe)… Empieza temprano, para llevar a mi hija al colegio. Luego me encierro en un bunker que tengo, donde debo tener unos quinientos DVD de shows de distintas bandas. Hago intercambio entre músicos, empiezo mi día con alumnos. Tengo ensayo dos veces por semana con la banda. Siempre vienen amigos a compartir música… o sea, estoy haciendo una vida de jubilado, pero como si fuera un principiante en la música. Eso es lo más importante.
¿Qué siente acerca del escenario musical actual, tanto a nivel nacional, como internacional? En su opinión, se equipara a digamos, el ambiente de hace treinta años atrás?
Antes las cosas eran muy a pulmón. A los músicos, sobre todo los del interior, nos costaba un montón llegar a Buenos Aires, que era nuestra meca. Mover el instrumento y el equipamiento unos1400km era muchísimo. Ahora se han sofisticado tanto las cosas que, gracias a Dios, podemos ver cosas que treinta años atrás no podíamos: caras de músicos que capaz por figuritas, en el cine o en noticieros, veíamos. Actualmente, Internet ha acercado a los pueblos, a la genteestoy viendo chicos de acá, de Tucumán, que han puesto sus demos y videos en Internet. Están en contacto, salen a provincias, al exterior, a Bolivia, …cosas que antes no se podía hacer. El superarse de todos los días en lo que respecta a las comunicaciones nos ha mejorado infinitamente a todos, no sólo a los músicos.
Actualmente tengo chicos que toman clases conmigo, que están en contacto con Internet, y a veces vienen con cosas que yo en mi vida he visto. Se han acercado los profesores a las casas, y con sólo poner unos pesos en Internet, toman clases con un Vinnie Colaiuta (batero de Frank Zappa) de Estados Unidos.
Gracias a Dios, yo todavía lo estoy disfrutando, con mi edad, toco con chicos de 20, 23 años, he tenido una banda el año pasado que se llama ‘Ave Cesar’ con la que he grabado un disco de Hard, y tocar ese estilo de música a mi edad es una gran satisfacción. Actualmente, con otros chicos de un poco más de edad, de 28 años, que es la mitad de mi edad, estoy disfrutando de un escenario una o dos veces al mes. Ya soy feliz.
Qué opina sobre el rock en una provincia como Tucumán, tan folklórica… ¿tuvo alguna resistencia?
Para nada, yo creo que tendrían que conocer un poco más de Tucumán, porque desde el comienzo del Rock es una provincia de Rock y Blues. Es sorprendente la cantidad de bandas y la diversidad de música que se hace acá. Es impresionante la calidad de los músicos que hay. Pero no hay la difusión que se tendría que dar al interior; yo he ido varias veces a Buenos Aires, veo el nivel de las bandas de ahí, y el nivel de las bandas del interior, que con las ganas que tiene, no hay diferencias. Antes sí habían diferencias, será por la distancia, por las comunicaciones, pero actualmente las bandas acá en Tucumán, están superadas totalmente.
Para mí, Tucumán vendría a ser la metrópolis chiquita, en cantidad de gente. Acá, la noche empieza los miércoles y termina los lunes. Es de no parar. Lo que sí, es que se ha restringido un poco el horario, con la juventud, a las 4 de la mañana para todo. Es una ciudad que de noche respira mucho más que de día.
¿Qué opina del folclore?
Yo estoy viviendo prácticamente en el pie del cerro, en un lugar que se llama Villa Carmela, estoy cerquita de Tafí Viejo, que es el pulmón de los poetas del folclore de Tucumán. A lo largo de mi vida he tocado folclore también, está muy cerca. Es muy juvenil el folclore de acá: hay chicos que están componiendo constantemente. Es increíble también que se esté mezclando tanto el folclore con el rock. Lo bueno es que no se quedan, los chicos siempre están poniendo cosas nuevas, y flores nuevas al folclore para que esto no se acabe más. Gracias a Dios, el folclore acá es ‘cuna’.
Su caso es bastante excepcional, quedarse en su provincia, no moverse a Buenos Aires. ¿Es verdad que existe un techo en el interior? ¿Un músico de rock puede quedarse en el interior? ¿Es necesario irse?
Depende adonde uno quiera apuntar. En mi caso, al ser músico, y disfrutar todos los días de la música, para mí ha sido lo máximo. Lo que pasa es que mi vida la he comenzado a los 18 años. Entre los 17 y los 18 años ya estaba casado, tenía mi familia, había armado prácticamente una estructura familiar y había comenzado un trabajo fijo. Pensaba dedicarme exclusivamente a la música, y a la familia. Tenía que pensar en las dos cosas, tenía que tener un trabajo seguro (del que me tendría que haber jubilado a los 25 años, aunque por mi servicio me he quedado 5 años más), pero nunca he dejado la música. Yo tenía una banda llamada Los Peces Gordos, toqué 13 años con esa banda, de 3 a 6 tocadas por fin de semana. Hemos tenido que decir: “Bueno, hasta aquí llegamos”, no porque estuviésemos cansados, sino porque teníamos que dedicarnos a la familia. Andábamos mucho afuera. Íbamos a Salta, a Santiago, tocábamos viernes, sábado, domingo, y el lunes tenía que estar a las 7 de la mañana ¿en la comisaría? . Si íbamos a Buenos Aires, teníamos que tomar el avión para llegar. Nunca he faltado a mi trabajo. Nunca he faltado a mi compromiso de músico. Eso es lo que yo tengo para contar de mi vida, y creo que se pueden hacer las dos cosas. Hay muchos que dicen: “Yo me voy a dedicar a la música exclusivamente”, pero ahora es muy dura la vida del músico, no es como antes que se ganaba miles y millones de dólares.
¿Influyó en algo su carrera policial en su vida como artista?
En lo absoluto. Yo creo que ya faltando entre dos y tres años de terminar mi carrera policial, recién se han dado cuenta de que era músico. Nunca he hecho notar, ni nunca he dado de hablar que “este llegó tarde porque tiene otro trabajo”. Me siento un rockero empedernido. Nunca me he sentido policía. Debo ser el único policía en la policía de Tucumán que no ha tenido traslados. Comencé trabajando en la red presidencial y gobernación como radio-operador teletipista, después me pasaron para capacitar al personal policial en comunicaciones, y de ahí me mantuve treinta años estable. Nunca estuve en una comisaría, parado, o haciendo enfrentamientos con delincuentes, nada, absolutamente nada– he estado apartado de todo eso. Por eso nunca me he sentido netamente un policía, sí un empleado público.
¿Cuál es la importancia de la familia en su vida?
El haber comenzado tan pronto, crecido junto con mis hijos… actualmente un hijo mío es baterista, otro es bajista, y dos hijas mujeres. Tengo cuatro nietos varones y una nena que viene en camino. En fin, ¡qué más puedo pedir! Tengo toda una familia hecha.
Aparte, cada chico que ha pasado por mi casa lo he sentido como un hijo. No me olvido de ninguno, hasta Guido Bertini ha tomado algunas clases conmigo, ese ‘chico’ que está con Los Nocheros. En fin, ¿qué puedo pedir? Tengo todo, y cada uno de ellos se siente parte mía, hijo mío, nunca se olvidan. Eso es lo más grande que uno tiene: la familia que uno ha podido hacer a lo largo de todos estos años, como padre y como músico. No tengo nada de qué quejarme.
Roberto A. Mahmud Gettor
Estudiante de Derecho
21 años