Por Leandro Moscardó.
Preludio
y – ay… –
cómo les gusta cómo les llena
cómo les regocija el corazón
entonces
se ven
se alegran
se abrazan (tanto…)
¡Qué gusto volver a verlo Sr. Senador, tanto tiempo!
¡Lo mismo digo Doctor! ¡Es este un momento de inmensa alegría para mí! ¿Cómo decirle? ¡Oh! ¡Me desbordan la exultación y el júbilo!
(No de otra manera
se sorprenden se asombran se exacerban).
Alegría alborozo entusiastas saludos
yo
camino entre esa inmensa bienvenida
avenida de interminables felicitaciones
adornada con alegres parlamentos muy solemnes
esclarecidas sentencias impecables juicios
se congratulan se admiran se alaban se aprueban
se adulan se adoran
y en medio de tan sublime inmenso mutuo homenaje.
Masajes
(interminables masajes
eufemísticos masajes)
se frotan se aprietan se rozan se soban
se sabe ya
que llega diciembre
llega
el pavimento de sus tres de la tarde
PERO
en el cauce del decoro
nunca fuera nunca desbocado el impío diciembre
nunca mejor encaminada esa implacable siesta nunca,
se adaptan
sobre todo
se adaptan.
En la fiesta de disfraces del protocolo
me han dicho – no, usted no puede ingresar
mírese, mírese la piel de toro,
por favor…
Y yo no comprendía
se abrazaban y yo no entendía
se felicitaban se agradecían se instruían
se ofrecían cooperaban se alentaban.
¡Qué estupendo su sombrero señor contador!
En el reino del optimismo y del entusiasmo
¡Gracias Doctor! ¡Pero no tan apropiado como su gabán! ¡Qué elegancia! ¡Es usted una eminencia!
¡Buenos días señorita licenciada, está usted esplendorosa!
Creo haber dicho
se halagan se admiran
conversan se cautivan se encantan
se fascinan se impresionan conversan y se respetan
hablan
se abrazan se despiden se agradecen
se vuelven a felicitar se vuelven a emocionar
y nunca
nunca acaba el vals.
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Leandro Moscardó
(25 años)
Estudiante de Letras
lmoscardo@gmail.com
sedcontra.com.ar 