Por Damián Carbone
El sueño descansa y perturba deseos,
no hay fines mirando el cielo.
Nuestro silencio abruma espejos:
gritan por un triste reflejo.
Ya no busco controlar lo invisible,
el fantasma me esconde.
El acto de olvidar prefigura una pequeña muerte
pero no alcanzo a despertar.
Calma impaciente, diálogo divino
de no saber si existo.
La palabra y el remordimiento,
escapar para dejar caer una lágrima.
Tu falta y la no inscripción.
Mis límites sin decisión.
Damián Carbone (21)
Estudiante de Derecho
damianc_87@hotmail.com