Sed Contra 1

Empezar una revista es siempre, y por razones obvias, una locura. Sed contra, esperamos, será al menos una locura razonable. Después de todo, qué importa que lo llamen a uno loco en un mundo en el cual los locos abundan. Y si, además, resulta que uno es un loco razonable, puede suceder que su presencia en la sociedad inesperadamente aporte algún bien…

Este proyecto empezó cuando me percaté, no hace mucho, de que tenía entre mis estudiantes de primer año de Derecho de la Universidad Austral unos cuantos escritores en potencia. Pensé entonces: ¿Por qué no ofrecerles un medio en el cual publicar sus ideas y, antes todavía, incentivarlos a ponerlas por escrito? Y pensé también, a continuación: sería conveniente que mientras lo hacen —mientras escriben— alguien se inmiscuya en su tarea y los ayude a aprender el arte; algunos ayudantes, jóvenes también, pero más diestros y experimentados en la cocina de la escritura. (En verdad debería usar el género femenino, pues las tres editoras que integran el Consejo de Redacción son eso: mujeres.)

Y así funcionamos: alguien (casi siempre, en la práctica, un estudiante de Derecho de la Austral, pero hay excepciones) escribe un artículo, sobre cualquier tema —con la condición de que sea algo sustancialmente “no jurídico”— , y lo manda al Consejo de Redacción. Las editoras corrigen erratas, ortografía, gramática y hacen sugerencias de estilo. Luego, devuelven el trabajo a su autor o autora, que deben incorporar ellos mismos las correcciones y ponderar los consejos. Después lo revisa el Director y listo.

Los dejo en manos de estos geniales debutantes, acompañados por un par de “colados”, algunos geniales también y otro, no tanto. Que los disfruten.

El Director
1° de junio de 2006

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