Diálogo entre el corazón y la razón

EL CORAZÓN

Yo anhelo despertar algún día
y que aquello que ayer era un hecho
se vuelva en su origen primitivo
y calme por fin el despecho.

Yo sueño con que toda criatura
desprecie lo malo; y lo bueno
se imponga en un mundo de celos,
de más estaría, o de menos.

No creo que mi fantasía
destruya, en su juego, a lo real,
pero todo lo real aniquila
al sueño que espero soñar.

Mis ojos confunden las cosas;
me caigo al querer caminar;
no hay parte de mí que responda,
al vértigo de la soledad.

¡Qué ganas de oírte de nuevo
cantando ese humilde cantar!
Ese cantar que algún día
en ti me obligaba a pensar.

En vano es que siga soñando;
no hay cómo poderte soñar.
Quisiera que fueras mi madre,
para poder amarte aún más.

¿Tienes vergüenza? ¡Maldita,
vergüenza se tiene al robar!
Confundo las cosas, perdona,
al tiempo sé que pasará.

De algo estoy seguro.
¡Soy feliz!

Entonces es cuando lloro,
Y río, y me enojo al compás
de la música que hoy he compuesto
Por querer encontrarte en ella.

LA RAZÓN

Si conozco y tú conoces,
Si nosotros conocemos,
¿qué hay de cierto en las verdades
que, sin verlas, nos creemos?

Si es que existe toda cosa
Mucho antes de pensarla,
¿cómo hará mi entendimiento
para en realidad captarlas?

¿Vuelo alto? ¿Vuelo bajo?
¿Dónde vuelo? Dime, Dios,
si es verdad que sois atajo
a un lugar mucho mejor.

Pero dímelo en secreto,
Pues de loco tratarán
A esta pobre alma incoherente
Que no para de dudar.

Ya no estoy seguro:
¿Soy feliz?

Y ahí mismo, donde antes lloraba,
Ahora no sé comandar
El carro alado de mi vida,
Que tira siempre para atrás.

Joaquín A. Achával
18 años

Estudiante de Letras

pochio_achaval@hotmail.com