Por Ignacio Cofone.
Me considero un privilegiado. Cuando voy a la facultad todos los días tengo la oportunidad de ver una vista muy especial, en la que además puedo detenerme gracias al atareado tránsito de las mañanas bonaerenses. No me refiero a nuestras plazas y monumentos, sino a los barrios empapelados por las propagandas políticas que nos cuentan datos interesantes como qué es la actitud Buenos Aires, qué es “ser pro”, o el hecho de que casi todos los artistas de canal 7 parece que votaron a Filmus.
Una de las tantas cosas que me molestan de la política argentina es la grosera cantidad de carteles con la que se empapela ilegalmente la ciudad en cada período de elecciones, tapando las publicidades que pagaron por el espacio. Están en todos lados y pertenecen a casi todos los partidos políticos y, siendo anónimas, pueden tener desde la cara del Ministro de Educación hasta un dibujo que asimila a Macri con el Sr. Burns o a Telerman con Krusty. Ya comenté alguna vez sobre un cartel de este tipo (que decía “ayer, Braden o Perón. Hoy, Bush o Kirchner”). Lo haré de nuevo sobre uno harto comentado, porque creo que puedo decir algo nuevo.
Probablemente todos vieron las propagandas que dicen “No te olvides. Mauricio es Macri”, a la que el mencionado ingeniosamente respondió, —haciendo referencia a los dichos del presidente de que los porteños debemos elegir entre dos modelos de país— “lo que pasa es que Kirchner, que es Néstor, no se termina de enterar que Mauricio, que es Macri, es candidato a jefe de gobierno [y no a presidente]”. Esto lo menciono porque —independientemente de que en el nerviosismo de la entrevista Macri invirtió el orden del nombre y el apellido del presidente— me parece que tanto el que diseñó el cartel original, como Macri (o su asesor) contaron una verdad sin darse cuenta: en toda campaña electoral, y en especial en las campañas argentinas, hay un dualismo entre la imagen que el candidato presenta y el personaje que encarna al momento de subir al poder.
Siempre tenemos un Mauricio y un Macri, un Néstor y un Kirchner, un Daniel y un Filmus. Quizás el caso más paradigmático sea el de Carlos, que se paseaba en poncho con discurso de ultra izquierda en el 89’ y poco tuvo que ver con el Menem de centroderecha que gobernó en los años siguientes con una política económica liberal moderada. La distancia que hay entre Mauricio y Macri la averiguaremos los porteños en los próximos cuatro años (o no, si coincidimos con el Ministro de Educación cuando dijo que el 60% de nosotros no piensa, mientras Ginés bajaba la cabeza y Miceli asentía sin entender del todo qué estaba pasando). Como dijo Morales Solá, Kirchner no puede saber ya si nos equivocamos o no porque Macri no tuvo oportunidad de gobernar (sí, es diputado, pero no es lo mismo, en especial con el tamaño del bloque oficialista y el tamaño del bloque de Pro).
¿Qué hay, sin embargo, de los otros dos? Ellos sí tuvieron la oportunidad, e independientemente de cuánto nos guste Néstor y cuánto nos guste Kirchner, veo una diferencia apreciable entre ambos. Néstor quiere “un país en serio”, pero Kirchner vive en campaña y se pasea desarreglado, insultando al target del momento o atacando al contrincante de su apadrinado en la ciudad (“el tractorcito”, como lo llama por el escalamiento de 4 a 25 puntos que le logró el batallón de propaganda oficialista. Al 40 no, de eso no hablan ni él ni su mujer, que no fue al bunker después de la segunda vuelta como hizo después de la primera). Néstor quiere reducir la pobreza, pero Kirchner —entre innumerables ejemplos— se deshace de los créditos a bajo interés para tomar otros de Venezuela a interés más alto. Daniel, por su lado, es honestidad, seguridad, educación, y piensa que “nada es imposible” (¿podrá hacerse invisible? Porque quizás lo necesite), pero Filmus amenaza con cerrar los institutos privados de educación y no construye las escuelas que promete.
Desde este punto de vista, que Mauricio sea Macri es algo positivo, pero dudo seriamente que eso sea lo que quiso decir el publicista. Similares propagandas hizo con la misma tipografía y colores, diciendo “Filmus o Macri” y “Filmus o el pasado” (otro tertia non datur “de mentira”, como el de “Bush o Kirchner”), en otro intento de identificar a Macri con una determinada visión de la década del 90’. Quizá sea un escéptico pero, más allá de que varias propuestas de Mauricio no me convencen, más allá de que —aunque tampoco me convencen varias de las suyas— Daniel parece espléndido, y más allá de que “todo tiempo pasado fue (parece) mejor”, si se me fuerza a elegir frente a cualquiera de lo que en su momento eran dos falsas bifurcaciones, me quedo con la última opción. Me arriesgaré a decir que a Macri no lo conocemos, pero a Filmus sí y, por eso, veo más improbable que exista Daniel a que exista Mauricio.
Ignacio Cofone
19 años
Estudiante de Derecho