Sr. Director:
Me pareció excelente el divague sobre «Existencialismo, angustia y esperanza» de Sed Contra 5. Aunque es un comentario de un libro, hay que recriminarle al autor el haber hecho scanner-copy-paste. Sin embargo, los comentarios sobre el texto de Verneaux son buenos. Sartre arruinó el existencialismo por obviar lo trascendente, mientras que Casaubon logra encontrar el camino hacia la esperanza.
Juan Cañete
Respuesta a la carta por un miembro de Sed Contra:
Sr. Director:
Coincido con la carta anterior en su elogio al artículo de Casaubon, que tiene el valor agregado de recordar a un autor “menos conocido” que Sartre, como es Kierkegaard. Sin embargo, considero un error decir que Sartre arruinó el existencialismo por dos motivos. El primero es que —a pesar de que tienen algunas notas comunes — no me parece que exista el existencialismo como categoría en la que se pueda incluir a ambos autores (y, por ende, no hay nada que arruinar): existencialismo, humanismo, y tantos otros ismos ambiguos de los que habría que liberarse, no dicen —casi— nada de los autores que bajo ellos se encolumnan. Hablar de existencialismo asesina los matices de los autores que incluimos en la categoría, al punto de identificar a estos dos tan disímiles. El segundo —y principal— es que Sartre es un autor que nos brinda una perspectiva distinta; imaginable, imaginada, y para nada desdeñable. Incluso —arriesgo: especialmente— si no compartimos su punto de partida.
Ignacio Cofone