Por Gabriel Zanotti.
Es común que frente a ciertas crisis de valores, que se manifiestan luego en los medios de comunicación social, los católicos reaccionen ante ello con una actitud que podríamos llamar “sí, pero” y que es una forma muy especial de dar sentido a ciertas cosas.
La expresión “sí, pero” no es exclusiva de este fenómeno en particular. En la historia de la filosofía, por ejemplo, es muy importante advertir los “peros” de un autor. Es una advertencia, un cuidado frente a algún aspecto ante al cual no se puede dar un “no” absoluto. Sin embargo, es algo en lo cual nos resulta difícil encontrar valores positivos, más allá de una lista de obviedades tras la cual hay que pasar a lo importante: las advertencias.
Creo que, en general, lo que los católicos tienen que decir y hacer ante la televisión es de ese estilo. Es un “sí pero” permanente. Sí, claro que la televisión “puede usarse para cosas muy buenas”, sin embargo, ante la inundación de dis-valores, y para colmo en la intimidad del hogar, cuesta no poner 7 cerrojos frente a este peculiar fenómeno cultural para después abrir una puertita ante la cual en principio no habría peligro.
Como resultado de esta actitud, es muy común que se recurra a la idea y realización de un “canal católico” para la solución del problema. Es evidente que, usualmente, tienen muy poca audiencia frente a otros canales, habitualmente de aire, donde para colmo los programas de más audiencia tienen generalmente todos aquellos dis-valores que nos preocupan. Pero, ¿qué otra cosa se puede hacer?
Conjeturo que esto no sucede sólo con los católicos. Creo que, en general, los grupos de personas habitualmente formados académicamente tienen un modo “racional” de comunicar, de argumentar y de dialogar que obviamente es magnífico, y no es un eufemismo: yo formo parte de esa vida académica. Leemos libros, ensayos, damos clase, escribimos en el pizarrón, dialogamos pausadamente y con tiempo. Con ello esperamos, además, contribuir a lo que consideramos verdadero, y está bien. Vuelvo a decir, no es cuestión sólo de los católicos de buena formación. En general ello pasa también con todo tipo de paradigmas filosóficos, políticos y científicos donde, como enseña T. Kuhn, los “libros de texto” constituyen el instrumento básico de formación en el paradigma.
Estos grupos (católicos incluidos en general ) cuando ven la posibilidad de acceder a la televisión, trasladan a ella su estilo narrativo. Y así vemos clases, conferencias, debates académicos y todo aquello que podría verse en un aula universitaria, con la sola diferencia de que “sale por televisión”. No digo que ello no pueda hacerse por televisión o que a veces no tenga audiencia. Hay programas periodísticos de gran nivel y audiencia (aunque haya pocos en Argentina) donde los temas más serios son tratados con dinamismo por parte de una excelente y profesional conducción. Lo que estamos diciendo es que no es ese el único estilo narrativo de la TV ; es más, se podría decir que no es el principal. Una novela, una película, una serie, o un programa de entretenimientos tienen sus propios “juegos de lenguaje”, sus propios estilos narrativos que pueden comunicar tanta verdad y tantos valores como el mismo Catecismo de la Iglesia. Pero es allí donde habitualmente tardamos en llegar.
Mi padre, Luis Jorge Zanotti, llamó a los medios de comunicación social “la tercera etapa de la política educativa”(1). Es un tema ante el cual sigue habiendo una gran tensión, porque se ha sacralizado al aula como el único lugar educativo posible. Pero el cine, las revistas, los foros, los emails, el Internet, es hoy el espacio que fundamentalmente y de modo asistemático, en general, forma la escala de valores de una persona. En vez de asumirlo y usarlo con su propio lenguaje narrativo, nuestro modo racionalista de proceder intenta introducir el esquema narrativo propio del aula en esos espacios, con el permanente y consiguiente fracaso. Pero, además, los católicos no sólo no usan los géneros narrativos de otros medios de expresión: habitualmente los califican de “católicos”. Está bien, pero me atrevo a decir que estaría mejor que hubiera –y la idea no es mía- católicos que decididamente, con toda su vocación y pasión, se dedicaran a hacer series, películas y programas de entretenimiento. ¿Es difícil? Sí, claro, pero más difícil será si a todo ello le ponemos un “sí, pero”. ¿Por qué el “pero”? Un sí decidido tendría que ser nuestra actitud. ¿Acaso decimos “familia sí, pero”?
Lo que estoy proponiendo es un radical cambio de actitud. Necesitamos católicos formados, sí, “pero” (perdón) formados también profesionalmente en las técnicas narrativas del cine, las series, y el entretenimiento, y que además sean los mejores, los más creativos, los que sean capaces de despertar en la audiencia sus emociones más profundas. En la literatura, eso es lo que hizo Lewis con sus “Crónicas de Narnia”: no era un tratado de teología, precisamente porque se trataba de otro género, otro estilo de comunicación, pero no por ello menos verdadero. Pero eso, que es una excepción (y del género literario) propongo que sea la regla, la generalidad de los “católicos que hacen televisión”: y digo así porque el católico laico no debe irse del mundo, debe estar en el mundo , en el que Dios lo haya puesto, que nunca es el ideal. Es muy cómodo e ineficiente ir al canal “católico” donde filmamos una clase y donde además nadie nos va a discutir con buenos argumentos. Es más incómodo pero, en última instancia, lo que Dios nos pide, estar en el mundo: hacer una película de acción y aventuras con valores cristianos y con el mejor guión, actores y efectos especiales, que sea un éxito mundial y que luego nos cansemos de ver por televisión, video e Internet. No, no me digan que una conspiración internacional nos lo impide. Es que no se nos pasa por la cabeza.
Por supuesto, alguien me podría decir: hágalo usted. Respuesta: desde mi vocación, ya lo estoy haciendo. Soy un profesor de filosofía, de esos que escriben pizarrones y están en las aulas. Y desde allí, desde mi labor de pensamiento, al que hace televisión le digo: no, no escribas en el pizarrón y lo filmes. Haz televisión.
Gabriel Zanotti
Filósofo
gabrielmises@yahoo.com
http://www.hayek.org.ar
(1) Ver Zanotti, Luis: Etapas históricas de la política educativa , Eudeba, Buenos Aires, 1972; ver http://www.luiszanotti.com.ar.