Carta abierta a los manifestantes

Por Ignacio Cofone.

Uno de los tres principios de la lógica es el llamado tercero excluido, que consiste en que algo (A) no puede tener una caracterización (B) y tener al mismo tiempo el opuesto de esa caracterización (-B). Por ejemplo, un cuadro no puede ser azul y no ser azul, ni puede ser cuadro y no ser cuadro. El mal uso de este principio, es decir, el presentar como opuestos dos cosas que en realidad no lo son, es usar la falacia de la bifurcación o falso dilema. Es forzar —voluntaria o involuntariamente— al que nos escucha a elegir entre dos opciones cuando en realidad hay una multiplicidad que le estamos ocultando. Ejemplos de esto último abundan en nuestra realidad política, empezando por “Braden o Perón”, pasando por “Bush o Castro” y terminando, como el lector podrá ya adivinar, en el de Cristina o el campo.

Es que, ¿acaso no se puede estar en contra de las retenciones, y también en contra de los medios que se están utilizando para combatirlas? ¿No se puede estar en contra de Cristina sin estar “con el campo”? Mucho más importante que Cristina y mucho más importante que el campo es la legalidad. Es la legalidad la que prohíbe que al Poder Ejecutivo fijar impuestos (género de la especie llamada retenciones), aunque de hecho lo haga. Es la legalidad —como viene diciendo hasta ahora la Corte— la que prohíbe que los impuestos superen el 33% (por ser confiscatorios), incluso cuando lo superen. Y es también la legalidad la que manda que alguien que está disconforme con una medida tenga que buscar medios distintos al piquete para manifestar su disconformidad. Sean éstos institucionales, como iniciar una acción de amparo, o no institucionales, como golpear cacerolas en la Plaza de Mayo o desde algún balcón.

Si queremos vivir en un país de legalidad, si queremos vivir en un país en el que las instituciones significan algo, tenemos que actuar conforme a ella y a ellas. No importa si los que estamos en contra de una medida somos 100 o 35 millones. No importa si contra la medida está Recoleta o todo el país. No importa si la medida es opinable o es obscenamente inconstitucional. No importa. Lo que sí importa, es que si buscamos legalidad no podemos transitar la vía de la ilegalidad. Si buscamos seriedad, no podemos hacer un carnaval alrededor del obelisco o sobre una ruta. No sólo por motivos morales (sí, es inmoral incumplir las leyes), ni por motivos políticos (sí, es políticamente inconveniente ser incoherente: quejarse de Castells y hacer lo mismo que él) sino también por motivos de eficacia (no, no es eficaz la ilegalidad para lograr la legalidad).

Manifestantes, no debemos cortar rutas. Confundir los fines que se defienden con los medios que se utilizan para defenderlos es un error importante. No importa, entonces, si el motivo es que no nos gusta la presidente, si es que están construyendo una fábrica en un país vecino, o si es que violan nuestro derecho de propiedad. No debemos cortar rutas porque es un delito (artículo 194 del Código Penal). No debemos cortar rutas porque estamos violando derechos de terceros —y no sólo el de libre circulación, sino también el de educación si le estamos impidiendo a un chico ir al colegio, el de trabajar si estamos obstruyendo el paso de alguien hacia su trabajo, el de salud si logramos que alguien no pueda llegar al hospital, etc.—. Terceros que ni siquiera son los causantes del motivo por el que protestamos. No debemos cortar rutas porque está mal; y, como enseñan las madres a sus hijos, está mal hacer las cosas que están mal. Sí, aún cuando tengamos fines altruistas. El piquete no debe ser un método de persuasión. Nunca. No si queremos una república. No si queremos ser serios. No si queremos defender la bandera de las instituciones sin que se nos caiga la cara de vergüenza.

Sino, “¿cómo se vuelve a la estabilidad institucional en la Argentina? Con la violencia, seguro que no”. “Claro que los Kichner y sus secuaces no tienen ninguna autoridad para decirlo. Ello es obvio. Obvio es también que vivimos en una dictadura encubierta. Pero, (…) ¿quién tiene el poder en Argentina? ¿El que corta mejor una ruta? Si ese conato medio ingenuo de revolución que hizo el campo hubiera volteado a la tan odiada Cristina, ¿a un supuesto Cristino liberal lo voltearía otro corte de ruta… menos piadoso?” (Gabriel Zanotti, “No se deben cortar rutas”)

Cada día son más populares, manifestantes, las bifurcaciones engañosas. No caigamos en ellas. Podemos estar en contra de las retenciones y en contra de los piquetes. No tenemos obligación de masificarnos, ni de comprar las ideas en prolijos paquetes pre-armados. Podemos pensar por nosotros mismos. Podemos reflexionar de manera crítica. Podemos disentir… incluso con las personas con las que solemos estar de acuerdo.

Ignacio Cofone (20)
Estudiante de Abogacía
nachocofone@gmail.com