Fragmentos

Por Malena Sanchez Moccero.

Cuando no tenía nada, deseé
Cuando todo era ausencia, esperé
Cuando tuve frío, temblé
Cuando tuve coraje, llamé

En cuanto te vi me enamoré

“A primera vista”, Pedro Aznar

 

Y ella pedía algo. Y ese pedido era la señal de que el escepticismo no había inundado su almita retorcida. Ya no creía que se podía andar sin rueditas. Ya no pensaba que el viento en la cara significara libertad. Ya no imaginaba maquetas de colores ni estereotipos de familias tradicionales. No había futuro sino la fría pared de acero inoxidable. No había calidez sino una tensión que ahorcaba en su núcleo. Era la hormiguita no viajera. La hormiguita paralizada. La hormiguita negra fundida en el espacio negro. Y rezó fuerte fuerte. Firme, como nunca. No por tanta fe sino por falta de caminos. Como un ritmo constante y por falta de auriculares. Y lloró en silencio como las viejas que van a la Iglesia todos los días. Y creo que le habló en voz alta. Y hasta acarició su pie de madera. Y apareció él como el ángel a María. Para anunciar que ni el espacio ni la hormiga son negras. Para anunciar que lo que importa es el hombre y la paz, la paz y el hombre. Que lo primordial es tan simple que suele desacreditarse. Que no hay más riqueza que en tu mirada tan pura. Que no hay mayor éxito que estar en paz. Y otras tantas frases que pueden sonar trilladas en el aire, pero que cuando las respiro en tu perfume son tan vírgenes que duelen.

 

Malena Sanchez Moccero (25)
Lic. en comunicación periodística
malena.sanchez@gmail.com