Entre la vida y el sueño

Por Sofía Pellizzaro Arena.

Hoy soñé que moría.

Que estaba en un auto y perdía el control.

No lo estaba manejando yo, ni nadie.

En el asiento trasero me encontraba sin poder reaccionar.

Veía como el auto avanzaba sobre una ruta desconocida y empezaba a girar en círculos.

Llegué a visualizar unos policías que observaban el accidente a lo lejos con los brazos cruzados.

Luego, caía por el borde en un bosque profundo.

Esperaba, expectante, el momento en que las vueltas se detuviesen.

Sentía un leve dolor por todo mi cuerpo, pero no lo tan grave para pensar que no saldría viva de allí.

Me preguntaba quién me vendría a buscar después de que todo terminase.

Sin embargo, de un segundo a otro, me encontré fuera del auto frente a unas puertas del doble de mi tamaño.

Instintivamente las abrí y descubrí que se trataba de una iglesia.

Se parecía estéticamente a un teatro por sus innumerables escaleras que terminaban en un altar.

Había mucha gente desparramada vestida de negro.

Y, a lo lejos, en el altar, un ataúd.

Mientras me iba lentamente acercando, me di cuenta de que las personas no se percataban de mi presencia.

Por ello, empecé a dudar si la persona que había muerto era yo.

Ninguna cara me parecía familiar, era imposible que esa ceremonia sea para mí.

Pero si lo era, ¿quiénes eran esas personas?

Seguí caminando lentamente hacia el ataúd para ver quién se encontraba en su interior. Mientras me aproximaba, empecé a llorar y pensar que aún no era mi tiempo de partir.

No me había despedido de nadie y ninguna persona que me importase se encontraba en aquella iglesia para poder ver, aunque fuese muerta, por última vez.

Allí fue cuando desperté, a un solo paso de llegar a ver quién estaba dentro del ataúd.

Pero esta vez estaba segura de que yo había muerto.

En mis sueños, claro.

Nunca antes había soñado con mi propia muerte.

No es algo lindo pero sí satisfactorio despertarse y darse cuenta de que aún la vida sigue.

Tampoco estoy segura qué significa o si es realmente importante entender el significado de los sueños o por lo menos, de ese sueño.

Solo sé que, ahora que respiro y constato de mi existencia, iré a pasear a mi perro en este día soleado que por suerte me toca vivir.

Sofía Pellizzaro Arena (24)
Abogada
sofipelli@hotmail.com