Por Felipe Rodolfo Hendriksen.
No puedo creer que nunca te voy a conocer.
Parece una broma de mal gusto;
una de tus ficciones.
En el fondo, todavía quiero creer que un día
vas a tocarme el timbre
y a hablarme
de Conrad,
de Virgilio,
de vos.
¿Pero cómo vas a encontrar mi casa?
Sé de una vez que viniste a Quilmes.
Un amigo mío fue a verte,
y lo envidiaba un montón.
Ahora está muerto,
y no lo envidio tanto como antes.
Sueño con lo que te diría si nos viéramos finalmente.
Pero no tiene ningún sentido
soñar sobre eso.
Pero quizá no tiene por qué tener sentido,
como mi amor por ella.
Sé que entenderías eso.
Mi amor recurrente.
Ella es mi Norah
(perdón por traerla a colación,
pero quería que entendieras
que compartimos muchas cosas).
Daría años de mi triste vida para ver
qué me podrías decir eternamente
sobre mi ciudad,
mi apellido,
mi familia.
¿Llegará ese día?
Espero que sí,
porque si no llega…
¿Cuál es el punto de seguir pretendiendo
que todavía me interesa lo que pasa en este mundo?
Felipe Rodolfo Hendriksen (24)
Estudiante de Letras en la Pontificia Universidad Católica Argentina
feli_globo@hotmail.com