Argentina a través de mis ojos de francés

Por Pierre Chatenier.

Cuando llegué a Ezeiza en agosto de 2022, no sabía qué pensar. Estaba medio perdido en este nuevo país, esta nueva aventura que me esperaba tan lejos de mi casa en la vieja Europa. Cambié unos dólares en el aeropuerto (error de principiante) y tomé un taxi hasta mi Airbnb en Palermo. Puede parecer un detalle, pero yo no tenía ni idea de cuánto dar de propina al chico que me ayudó a mover mis maletas. Es un sentimiento muy raro no saber cuánto vale la moneda. Es algo tan básico en nuestras vidas en casa, que perder esta noción fue como una bienvenida a la Argentina. Los diferentes tipos de cambio hacen eso aún más complicado. Pensé: “este país me va a sorprender”. 

Fue el caso. 

Argentina nunca dejó de sorprenderme. Viví y descubrí tantas cosas acá que no cabe todo en dos páginas.  

Cuando conocía gente nueva y les decía que era francés, lo primero que me preguntaban era: “Ah, ¿pero viste el mundial acá? ¿Y cómo te fue?” Vivir el mundial como francés en Argentina, con la final que conocemos todos, fue una de las cosas más dolorosas, pero también de las más extraordinarias, que me pasó este año. Festejé la victoria contra Croacia en las semis, aún sabiendo que una final Francia – Croacia sería mucho más favorable que un Francia – Argentina. Creo que el fútbol necesitaba esta final histórica. Dos países bicampeones luchando por la tercera. Francia tenía la posibilidad de ser el primer país en ganar dos mundiales seguidos desde 60 años y Messi podía alcanzar una copa merecida, vista su carrera fenomenal. Así que festejé, canté “Muchachos, ahora volvimos a ilusionar” con la gente en las calles de Buenos Aires, sabiendo que el próximo partido iba a ser el más tenso.

Asistí a la final en Buenos Aires, en el departamento de una amiga francesa, y fueron emociones terribles. No se puede explicar el sentimiento de estar en medio del festejo más grande del mundo, pero no poder participar. Vivir eso tal vez atenúa el dolor de perder una final de mundial, o quizá lo aumenta. Con eso descubrí el vínculo especial que une a los argentinos y el fútbol. Sinceramente, creo que no existe un país más apasionado por este deporte que Argentina. Después de la derrota contra Arabia Saudita, toda la gente en la ciudad tenía la cara cerrada y triste, con ansiedad por el futuro de la selección. Algo así es impensable en Francia. Nosotros amamos el fútbol, sin duda somos una de las selecciones más fuertes de los últimos años. Pero cuando perdemos, no nos afecta tanto como a los argentinos. Se nota que mientras juega la Scaloneta, el país está unido durante 90 minutos y pico. Desaparecen momentáneamente las hinchadas de cada club, las divisiones políticas: todo mundo se pone su camiseta y alienta. Creo que el único otro tema que une al país así es la lucha por las Malvinas. 

Tuve la oportunidad de viajar, recorrer el país y ver lo lindo que es Argentina. Ahora conozco la mayoría de los lugares turísticos: la Patagonia, el Norte, Misiones, Mendoza, Córdoba… Andar por este país fue un placer enorme: descubrí nuevas culturas, nuevos paisajes, nuevos vinos, nuevas aventuras … Un montón de cosas que juntas hacen a Argentina. 

Viajar tanto me permitió entender mejor las distintas culturas que forman parte de esta      Nación. Creo que, más allá de viajar, para conocer un país hay que hablar con la gente. Entonces hablé, lo más que pude, con gente de diversos backgrounds, opiniones políticas y provincias. Me ayudó a descubrir realidades muy diferentes. La vida de un gaucho no tiene nada que ver con la vida de un porteño, y eso es lo que hace Argentina tan interesante. Francia no tiene culturas regionales fuertes, no existen estilos de vida tan diametralmente opuestos. No todo mundo tiene la misma vida, y claramente existen varias culturas regionales, pero no con tanta influencia hoy en día. 

Me pareció fascinante ver cómo el concepto mismo de geografía es distinto de lo que conocemos allá en Europa. Todo es más grande, más gigantesco, más lejano. Y creo que con eso viene una manera diferente de relacionarse con el tiempo de lo que nosotros, europeos, conocemos. Acá, todo es más tranquilo y relajado: el colectivo llega cuando llega, las clases pueden empezar más tarde, los asados demoran horas, el mate se saborea durante el día entero… Se opone a Europa del norte, que especialmente tiene una adoración por llegar en hora. En este país la vida se maneja con calma, y creo que en ciertas situaciones puede ser mucho mejor así.

Si bien pude conocer los aspectos más lindos de la vida en Argentina, también vi lo difícil que puede ser residir acá para algunas personas. Cuando llegué en agosto de 2022, el dólar estaba a 280 pesos al blue. En julio 2023, al momento de mi regreso a Francia, estaba por los 580. Y la inflación sigue ese ritmo totalmente loco para nuestros ojos europeos (no dudo que lo sea para los argentinos también). La situación económica es tan difícil para la mayoría de los argentinos, y lo peor es que parece que va a seguir así por un rato. Sinceramente, espero que las cosas cambien en el futuro y que Argentina logre desarrollarse para convertirse en el gran país que puede ser. Porque sin duda tiene la capacidad para tornarse en una potencia de primer plano. 

Mi experiencia como francés en Argentina fue sin ninguna duda positiva. Pero también quiero subrayar algunos aspectos negativos que he experimentado acá, especialmente sobre abusos. Fui a ver partidos del mundial sub-20 en La Plata, Inglaterra – Irak y Francia – Honduras. En estos dos partidos, hubo ofensas masivas en contra de los jugadores franceses e ingleses, que eran mayormente negros. Claramente hay contextos de rivalidad que explican una hostilidad argentina por los ingleses (y los franceses también por causa del fútbol, pienso). Pero eso, según me parece, no justifica insultos racistas como los que oí, incluso hacia chicos muy jóvenes dentro del equipo. 

También, antes del Mundial, muchos argentinos me decían que la selección francesa era más africana que francesa. Decir que un jugador nacido en Francia y con ascendencia extranjera no es francés no tiene ningún sentido. De la misma manera que nadie cuestiona la nacionalidad argentina de Maradona, por ejemplo. Todos somos inmigrantes. Creo que tenemos una visión de la raza bastante diferente. Seguramente viene del hecho de que Argentina es un país casi únicamente blanco, cuando Francia sigue siendo mayoritariamente blanca, pero con una inmigración étnicamente diferente. Eso me sorprendió, porque Argentina es un país que se construyó sobre la inmigración masiva de europeos. Parece que, en la opinión pública argentina, cuando un inmigrante es negro no puede ser francés, pero cuando es blanco puede ser argentino. No me gustó este doble estándar. 

Para concluir este corto relato de mi experiencia de estudiante francés en Argentina, puedo decir que descubrí un país excepcional, con gente amable y abierta. Hay tanto para hacer en Buenos Aires y en el país que un año no es suficiente. ¡Me da una razón para volver en el futuro!