Redescubriendo a un profesor…a veces suelto en China

Por Macarena Cornejo.

Este escrito fue hecho para presentar el libro Un profesor suelto en China, de Santiago Legarre, en la Bilblioteca “Ana Garmendia de Frías”, del Círculo del Magisterio, San Miguel de Tucumán, el 5 de septiembre de 2023.  

Antes de hablar del libro propiamente dicho, me parece importante contarles desde cuándo y cómo conocí a Santiago Legarre, su autor. Porque además del atractivo literario que tiene la obra, a mí me ha permitido valorarlo a él desde otra perspectiva.

Santi fue mi profesor cuando yo cursaba el segundo año de Derecho en la Universidad Católica Argentina (UCA), allá por el año 1993. En la cátedra de Constitucional nos daban la posibilidad de hacer un taller optativo del método del caso y yo, que tenía el privilegio de no trabajar mientras estudiaba, me anoté. Durante ese año de cursada del taller descubrí un profesor maravilloso, del que aprendí un montón de cosas. Ahora sé que fuimos una de sus primeras camadas de alumnos, pero ya en ese momento despuntaba su calidad para enseñar: esa forma de intentar que sus alumnos den todo de sí y esa sagacidad para preguntar frente a la que sentíamos que no se podía contestar con pavadas; no importaba tanto el contenido académico de la respuesta, sino que esta fuera razonada. Antes que hablar por hablar, era mejor callar. Después de ese año pasé a formar parte de un grupo con el que nos juntábamos a analizar los fallos novedosos de la Corte Suprema de Justicia, grupo que luego se fue diluyendo, en parte quizás porque Santi se fue a la Universidad Austral. 

Al menos para mí, y por mucho tiempo, Santi solo fue el recuerdo de un estupendo profesor, a quien yo siempre hacía alusión cuando hablaba con alguien sobre mi época de alumna. Por eso fue una grata sorpresa cuando hace un par de años, o menos, recibí un mail de Santi invitándome a participar de esa especie de red social propia que tiene, tan reacio a participar de las públicas, que es «La lista de Nicky”. Así retomamos el contacto y así también me enteré de que su vida académica lo había traído de vuelta a la UCA y que, además, lo había llevado a África y finalmente a China. 

El año pasado fuimos con mi hija Lucía a la Feria del Libro de Buenos Aires, ocasión en la que por fin nos reunimos con Santiago en persona. Allí aproveché para comprar los tres libros “legos” que ha escrito hasta el momento: Un profesorsuelto en África, El Safari de la Vida y este que nos sirve de excusa para encontrarnos hoy en el jardín de la república, UnprofesorsueltoenChina. Aclaro que me gustó mucho leer los libros de Santi, porque más allá de lo bien escrito que están y de lo entretenido e interesante de lo que cuentan, la lectura me permitió conocer más a la persona detrás del profe, con toda su riqueza. Eso y el podcast Ser Profesor, el que, desde ya, recomiendo a todos que escuchen.

En cuanto a UnprofesorsueltoenChina, primero quiero destacar la buena prosa de la que el libro hace gala, porque es ameno, ágil, y si bien el lenguaje coloquial da la falsa impresión de que es sencillo, es notable cómo cada palabra está bien utilizada y cada verbo perfectamente conjugado y evita caer en frases hechas o lugares comunes. Ya sabemos que lo que parece sencillo muchas veces es lo más complicado de expresar.

Más allá de eso, que es un mérito en sí mismo, me interesa poner de resalto cómo el relato nos deja ver el gran don de gente de su autor, una persona con una gran religiosidad pero, o quizás por eso, abierta siempre al otro. Así nos relata su visita a China, no como una sucesión de hechos, sino que estructura las experiencias alrededor de las distintas personas a las que conoce y con las que interactúa en ocasión de su periplo. Así en la génesis del viaje aprovecha y nos cuenta de su intercambio con otros académicos profesores: el generoso Jaime, el ¿desconfiado? John y el amable Ray. Y después sigue dedicándole capítulos a la increíble historia del compañero de vuelo, a la de sus escoltas y anfitriones en Pekín y Shanghái. También los microrrelatos de aeropuertos y vuelos que introduce casi al final están centrados en intercambios con otras personas, con alguna enseñanza de lo que significa verdaderamente ponerse en el lugar del otro.

Ahora bien, dicho todo lo anterior, como cierre de esta presentación, desde que leí el libro por primera vez, recién adquirido, como en el momento de su relectura, efectuada para esta ocasión, hay algo que se me viene a la cabeza y que para mí es la gran lección que Santiago me deja. De adolescente, en Salta, yo pertenecía al movimiento mariano de Schoenstatt y ahí aprendí una frase que todavía repito hoy en día: “nada pasa por casualidad”, que refiere a que Dios tiene un plan para nosotros, plan que obviamente no nos es impuesto, pero que está a nuestra disposición para aprovechar. Porque se complementa con la otra frase que decíamos allí también: “nada sin ti, nada sin nosotros”, que alude a que no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que las cosas nos lluevan del cielo por arte de magia o de la divinidad, en este caso. Y así veo que la historia que Santi nos cuenta está llena de eso, situaciones que él pone en marcha y que después permiten que se produzcan las casualidades no tan casuales: expresa su deseo de ir a China, se pone en contacto con los académicos que están organizado el congreso del cual finalmente va a participar, escribe a los conocidos que tienen algún vínculo allá, entabla una conversación con su compañero de asiento, corre para llegar a una avión y pone cara dramática para que lo dejen subir. Y después las causalidades: Jaime tiene dinero disponible para financiar proyectos académicamente alocados de otros, el nuevo amigo, en una ciudad de millones de habitantes, vive justo enfrente del hotel donde se va a alojar en Shanghái, y es vecino de uno de sus anfitriones en esa ciudad, se viene una tormenta en un aeropuerto que lo puede dejar varado por varias horas… En fin, conexiones todas que podrán analizar quienes lean el libro y compartir o no mi punto de vista.

Es cierto que hay lances que uno puede intentar si se tiene la solvencia y la trayectoria que tiene Santi como académico, esa es la parte que él le pone a lo que después le “llega”, pero lo importante, entonces, es saber que siempre que hagamos los esfuerzos necesarios, seguramente obtendremos resultados. Como cantan Mercedes y Charly “tarda en llegar, pero hay recompensa”. Y en el libro Santi no solo nos lo demuestra, sino que generosamente comparte con sus lectores muchos de los caminos que hay que transitar para lograrlo.