Por Lucía Rivas O’Connor.
En el año 2019, una corporación produce clones humanos en escala industrial, conocidos como «Replicantes». Debido al comportamiento violento e imprevisible de estas criaturas, su código genético está programado para que vivan apenas cinco años y sólo pueden trabajar en colonias extraterrestres. Pero cuatro de estos Replicantes, llamados Nexos 6, se amotinan y logran llegar a Los Ángeles, donde un ex policía, llamado “Blade Runner”, es reclutado para descubrirlos y exterminarlos.
Así, “Blade Runner” expone la situación que vive el hombre en la actualidad, pero lo hace mediante un lenguaje icónico. La película busca descubrir qué es lo que realmente nos hace humanos; ¿son las ideas, los sentimientos, los recuerdos? O, pensándolo mejor, ¿hay algo más importante, más trascendente que nos da las características propias de un ser humano?
“Blade Runner” presenta una visión futurista de la sociedad de consumo actual. Mediante una hipérbole, se muestra al planeta como un gran “basural”, consecuencia del avanzado desarrollo tecnológico y lo que el psicólogo Fernando Diez llama “la economía del derroche”. Nos encontramos con una sociedad masa que posee una ínterlengua, resultado de la mezcla entre lenguas asiáticas y occidentales. Ésta se ve constantemente bombardeada por propagada. La corporación Tyrell domina el accionar de la sociedad mediante el control de la genética, que inevitablemente conduce a la creación de los hombres máquinas, es decir, los llamados Replicantes.
Así, se evidencia lo que Diez pronostica en su artículo “ Objetos descartables ”, donde afirma que en la sociedad actual la capacidad y velocidad de producción supera la capacidad y velocidad de consumo. La sociedad de “Blade Runner” anticipa lo que será de nuestro planeta si este patrón de consumo no cambia: la abundancia de objetos es inútil e improductiva; no conduce a nada positivo. El mundo se encuentra devastado, sujeto a terribles cambios climáticos que hacen de la vida cotidiana algo hostil y desagradable; los hombres son sólo números dentro de un mundo loco y sin rumbo que debe ser abandonando en busca de colonias espaciales en donde la vida pueda desarrollarse sin tantos sobresaltos. A esto nos llevaría el hombre actual, que, en su superficialidad desmedida, no logra evaluar las consecuencias a futuro de su derroche de bienes ilimitado y sin sentido trascendente.
Tecnificar todo problema vital
La sociedad de “Blade Runner” vive en un mundo dominado por las tecnologías, en la que se busca tecnificar todo problema vital mediante una solución mecánica. Las máquinas parecen ser capaces de solucionarlo todo. Los Replicantes son seres creados tecnológicamente que se asemejan casi por completo a los humanos, con la única diferencia que son incapaces de experimentar sentimientos. Estas máquinas, dotadas de gran fuerza, poseen una vida ilimitada, es decir, son eternas. Pero el conflicto aflora cuando un grupo de cuatro Nexus 6 comienzan a desarrollar esa capacidad de sentir que sólo les estaba reservada a los “humanos reales” y entonces se les limita la existencia a cuatro años: destituyéndolos, se evita que superen al hombre.
Esto demuestra que la misma tecnología es incapaz de solucionar los problemas vitales de aquello que creó: los Replicantes desean ser hombres reales y vivir eternamente. Para ellos, el conflicto existencial consiste en que desean ser hombres, verse a sí mismos en el mundo y hacer su propia vida sin estar sujetos al destino que su creador, al ver su peligrosa evolución, eligió para ellos.
Es en este punto donde los Replicantes reflejan una característica fundamental humana que reside en poseer una vida con carácter biográfico, no biológico: el hombre posee la facultad de ir de camino en el tiempo construyendo su propia vida; no nace hombre sino que se va haciendo en ese ir de camino en el que va resolviendo el problema que significa para él su propia existencia. De acuerdo a esta concepción, podemos considerar que los mismos Replicantes, si bien nacieron máquinas, pueden hacerse hombres en el sentido biográfico de la existencia humana. De allí que la memoria sea un tema de significante importancia en esta película, porque da un sentido al tiempo y da un espacio al cual aferrarse ante las eventualidades de la vida.
Es precisamente por ello que las fotografías son cruciales en “Blade Runner”, ya que hacen referencia a la ya mencionada memoria. Los Replicantes coleccionan fotos, puesto que es la forma de tener memoria, de referirse a hechos pasados de la vida; al rememorar, los Replicantes adquieren facultades propiamente humanas, se convierten en tiempo y también experimentan sentimientos al referirse a las fotos que constituyen parte de su supuesto pasado. Esto refiere al hecho de que el hombre no puede hacerse en un único y definitivo acto que agote todas sus posibilidades de ser, sino que se va construyendo a sí mismo través de múltiples y sucesivos actos. Siempre somos un fragmento de nosotros mismos: el pasado es siempre el que abre al futuro nuevas posibilidades de ser.
Verse a sí mismo
“Ser” para el hombre es “comprender” y, al comprender, el hombre abre para sí nuevas posibilidades de ser: para ser él mismo, debe comprender qué es. Sólo comprendiendo puede llegar a verse en el mundo y ser genuinamente él.
En “Blade Runner”, actúa como símbolo la presencia de los ojos: no en vano la película empieza con un ojo que ve la cuidad. Más aun, una vez que algunos Replicantes desarrollan la capacidad de sentir emociones, los Blade Runners utilizan un test de empatía llamado VKT que permite diferenciar a un Replicante de un humano real mediante el análisis de la dilatación de la pupila. Entonces, es posible considerar que estos seres – máquinas ya han dejado de ser artificiales, ya que poseen la capacidad de sentir, comprender y ponerse en el lugar del otro. Esto se evidencia claramente hacia el final, cuando Roy, el líder de los Replicantes, decide salvarle la vida a Deckard, su agresor. El Replicante adquiere características humanas al comprender que no le queda otra opción que morir y, sabiendo que muere, posee el deseo de conservar la vida y, por ello, salva la de Deckard. Roy abre para sí nuevas posibilidades de ser y opta por morir en paz, perdonándole la vida a Deckard, quien a su vez también logra comprender que los Replicantes son ya seres humanos.
La búsqueda de la inmortalidad
El deseo de inmortalidad presente en los Replicantes es, en definitiva, lo que los impulsa a buscar a su creador con el afán de conseguir que prolongue su vida, que es sólo de cuatro años. Esto se relaciona directamente con uno de los binomios de sentido que estructuran la trama principal de “Blade Runner”: el binomio mortalidad / eternidad. La búsqueda de la inmortalidad es también un fenómeno muy presente en la sociedad actual. Los Replicantes también quieren vivir más y, al no poder hacerlo, asesinan a sus creadores.
Leon Kass, en su artículo “ La búsqueda de la inmortalidad ”, explica que el hombre busca por sobre todo la inmortalidad personal, donde el bien queda casi exclusivamente reducido a la salud, entendida como la victoria sobre el tiempo. El hombre quiere romper esta barrera temporal y vivir eternamente pero, de esta forma, ¿seguirá siendo hombre? Definitivamente no, ya que, de ser inmortal, perdería su característica principal: ser un ser sujeto a la muerte, sin posibilidad de escapar a este destino predeterminado que es morir.
La existencia como problema
Trayendo al análisis lo propuesto por Ortega y Gasset en su texto “¿Qué es nuestra vida, mi vida? ”, se puede entender la existencia como problema tanto en la vida de los Replicantes como en la de los humanos reales como Deckard. Para ambos, vivir es una realidad extraña y única, porque fueron arrojados a este mundo sin su consentimiento y se encontraron con situaciones diversas que los obligaron a comprender y a abrir nuevas posibilidades de ser.
Para todo hombre, vivir es convivir con una circunstancia que inevitablemente los afecta. En el caso de los Replicantes, debieron comprender lo que eran y por ello experimentan emociones que los llevan a sentir la necesidad de ser reales: los Replicantes, sin quererlo, se convierten en seres humanos al ser capaces de experimentar el dolor, el sufrimiento, la alegría y, finalmente, el deseo de no morir y ser eternos. Por su parte, Deckard se encuentra sumergido en una situación que no ha elegido: siendo un Blade Runner retirado, tiene que perseguir a los prófugos Nexus 6.
Sin embargo, esta situación lo lleva a comprender que los Replicantes han alcanzado tal humanidad que ya sobrepasan las características de un humano normal: en este ocaso de la humanidad, se convierten en ejemplos de hombres a seguir.
Así, Deckard se enamora de Rachel, una Replicante, que le demuestra que estos seres han igualado y hasta sobrepasado a los hombres al responderle su sentimiento, es decir, enamorándose de él.
El hombre es un ser autoconciente, que tiene consciencia de sí. Y, como tal, debe encontrar un camino que lo lleve a su autorrealización. En “Blade Runner”, se advierte que los Replicantes logran tener autoconciencia de sí mismos, lo que les da características de humanos y no de seres artificiales. Esto sucede casi en el final, cuando Roy se enfrenta con Deckard y, ya a punto de matarlo, lo perdona para morir él en paz consigo mismo, valorando la vida y muriendo como un humano real.
Experimentar la separatidad
Por separatidad se alude a la impotencia que experimenta el hombre al saberse parte de un todo y estar sujeto a leyes que es incapaz de modificar. De aquí se entiende que los Replicantes se sientan sujetos a una realidad que no podían modificar: el hecho que no pueden revertir su situación de mortales una vez que sus creadores han decidido su destrucción. Podemos recordar también la escena en que Rachel le muestra Deckard fotos de su infancia como justificativo de su humanidad y su condición de ser biográfico. Sin embargo, Deckard, que sabe su verdadera identidad, le dice que son recuerdos que fueron colocados en ella para hacerla más semejante a una humana. Es en este punto cuando Rachel experimenta la separatidad, el sentirse un fragmento de sí misma y estar sujeta a una realidad que sólo puede aceptar y, ante este descubrimiento, llora.
Entonces, si los Replicantes, seres artificiales, comienzan a experimentar el dolor, la separatidad, el amor, la piedad y la autoconciencia, ¿no se convierten en “humanos reales”?. Si logar adquirir características propias de los humanos, se convierten inmediatamente en lo que anhelan ser, ya que el hombre no nace hombre, sino que se hace a sí mismo al comprender quién es.
Más humanos que los humanos
En “Blade Runner” se muestra al mundo en el ocaso de la humanidad. La Tierra es prácticamente un lugar inhóspito e inhabitable, donde los seres humanos viven una vida desorbitada y sin rumbo definido. Se muestra un planeta que está a oscuras, sin más luz que la que un atardecer puede dar. Es en este contexto de devastación y destrucción, donde la raza humana sufre una total decadencia, que aparecen los Replicantes como los modelos humanos que deben renacer. Estos seres (que, en definitiva, son máquinas) se convierten inesperadamente en humanos, “más humanos que los humanos”, ya que no sólo poseen facultades físicas superiores, sino que también son capaces de comprender y experimentar el dolor, la compasión, la furia, el amor y hasta la muerte.
Por otro lado está Deckard, quien logra comprender que estos seres ya no son máquinas sino que se han convertido en aquello que sus creadores nunca se hubieran imaginado que se convertirían: seres humanos. El hombre, queriendo controlar la muerte, da vida a unos seres que terminan por superarlo: los Replicantes se convierten en ejemplo a seguir por la humanidad, que ha perdido su rumbo y debe luchar por reencontrarlo.
Lo que realmente hace de los hombres seres humanos no es su apariencia exterior, sino su única capacidad de poder preguntarse acerca de sí mismos; su facultad de ser seres capaces de verse a sí mismos y comprender, abriendo, de esta manera, nuevas posibilidades de ser que sin duda abren también un nuevo mundo, una nueva vida.
Lucía Rivas O’Connor
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18 años
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Estudiante de Derecho
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l.rivas@sedcontra.com.ar
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