Por Peter Kreeft.
El Mal.
Por casi medio siglo, nuestra cultura ha experimentado vergüenza ante palabras como “maldad”, “pecado”, “juicio”, “castigo”, e “Infierno”, de la misma manera que se avergüenza una adolescente de ser vista en compañía de sus padres en un centro comercial.
Algunos de nuestros Pensadores Profundos dicen que el mal es un estadío temporal en la evolución humana, un resabio de antiguas barbaries o provincialismos de raza, clase y género que habremos de superar, tal como superamos la edad de usar pañales.
Otros dicen que el mal es ignorancia, y que por ende puede curarse con educación. Todavía esperamos que el remedio actúe. Un estudio acerca de cuáles Nazis estaban más dispuestos a matar Judíos en los campos de concentración mostró que esta disposición estaba, en efecto, relacionada con la educación, pero no de la manera esperada: a mayor educación, mayor voluntad. Lo mismo ocurre actualmente con la aprobación de los centros americanos para la matanza de niños por nacer. (A propósito, la RU 486 está siendo fabricada por una derivada de la misma compañía que producía Zycklon-B, Rousssel-Uclaf, una subsidiaria de Hoechster, que a su vez provenía inesperadamente de I.G. Farben. La Divina providencia es oscuramente irónica.)
Se dice que el mal infligido a otras personas es una manera de manifestar falta de autoestima; que Hitler no se amaba a sí mismo lo suficiente.
Otros son más sofisticados en su filosofía y notan que el mal no es un algo o sustancia, como pensaban los maniqueos, sino el bien en desorden. Frecuentemente ellos huyen de esta introspectiva hacia la ilógica pero reconfortante conclusión de que el mal no es realmente real, y tampoco, por consiguiente, realmente terrible, por tratarse solamente de una falta de perfección (debilidad).
El resto de nosotros (que no somos ni nihilistas, ni neo-Nazis, ni terroristas pseudo-islámicos), creemos que el bien es más fuerte que el mal y, consecuentemente, que el mal es menos poderoso y terrible que el bien. Tendemos a concluir de esto (de manera también ilógica) que le tememos demasiado, no demasiado poco. Incluso admiramos la famosa tontería de Franklin Delano Roosvelt: no hay nada a qué temerle excepto al miedo en sí . Frase que impacta como saludable psicológicamente e incluso pía, y, su negación, como no saludable e impía.
Entonces atestiguamos los males espectaculares del 11 de septiembre. En el coro de voces que llenaron los medios durante los dos meses siguientes, hay una voz que, conspicua, se mantuvo silenciosa en la locuacidad: psico-locuacidad. ¿Qué pasó con nuestros profetas, los psicólogos pop? ¿Adónde se fueron todos los gurúes? Se fueron donde van los sueños cuando suena el despertador, cuando nuestras Torres de Locuacidad se desmoronaron al suelo.
Hemos visto las limitaciones del poder de “pensar positivo”, la versión religiosa de Norman Vincent Peale sobre la psicología pop. Acostumbrábamos encontrar atrayente a Peale y atroz a San Pablo por su “negatividad”, “polemicidad” y sus juicios “categóricos”. Ahora el atroz es Peal y el atrayente es Pablo.
Desde el 19 de Diciembre, hemos sido capaces de ver la versión cinematográfica del libro que todos menos nuestros expertos, los críticos, eligieron como el más grandioso del siglo veintiuno. (Por supuesto; algunas verdades son tan obvias que sólo los expertos pueden negarlas.) La aparición oportuna de esta película es una patente exclusiva de la coincidencia Providencial, porque esta película es una narración sobre el mal. Necesitamos esta historia porque hemos sido adolescentes grandulones jugando con avioncitos de papel y cazando mariposas, y luego, de imprevisto, nuestros aeroplanos se encendieron y nuestras mariposas se contagiaron de ántrax. Necesitamos esta historia porque necesitamos un mago como Gandalf, o Tolkien, para recordarnos la olvidada sabiduría. Necesitamos esta historia porque, cuando hemos abrazado cien herejías como la ortodoxia del futuro, El Señor de los Anillos nos ofrece la única solución radical posible: la tradición.
Algunos dicen que sólo hay doce tramas básicas, algunos dicen que siete, y otros dicen que tres. Yo digo una: jihad , guerra espiritual entre el bien y el mal en alguna forma. Toda historia digna de contarse tiene tres etapas: una situación se plantea, se trastorna y se restablece, felizmente, o tristemente. Primero está el bien, luego el mal, luego la guerra, con alguna resolución (siempre alguna, nunca ninguna ni todas). Los teólogos reconocen este esquema triple de la historia más grandiosa jamás contada como la Creación , la Caída y la Redención. Bilbo lo llamó Allí y de vuelta otra vez allí : el hogar, el Camino que nos lleva lejos de él, y el Camino de regreso a él. Para Frodo es la Comarca , Mordor, y la Comarca (o bien, los Puertos Grises).
Mi propósito no es volcar algunas abstracciones filosóficas encima del texto de Tolkien para amortiguarlo como nieve cubriendo una campana, sino dejarlo sonar, hacer repicar las campanas en el templo de Tolkien; dirigir su atención, como guía turístico, hacia algunas de sus grandes palabras, que recuerdan la sabiduría olvidada sobre el mal y cómo combatirlo.
Mi primer propósito es filosófico más que literario. Esto me sitúa ante propósitos cruzados (o, mejor, correspondientes) con los de Tolkien, pues él nos cuenta en su Prólogo que su “ motivo primario fue el deseo de un mero contador de cuentos de intentar narrar una historia en verdad larga que cautivara la atención de los lectores, los entretuviera, los deleitase y, de vez en cuando quizás, los entusiasme o los conmoviera profundamente” . Así, entro a la tienda literaria de Tolkien como un ladrón porque pienso que sus palabras también tienen un gran poder de venta en otra tienda, la filosofía. Creo que tanto la literatura como la filosofía pueden ser legítimas como fines o medios. Cuando Tolkien creó su historia, empleó su filosofía ( la Cristiana ) como medio para germinar esa historia; esta vez yo utilizo su literatura como un medio para germinar un poco de filosofía.
Los diez tópicos olvidados de sabiduría son:
• Que estamos en tiempos de guerra, no de paz; que nuestro enemigo, el mal, es real;
• Que el mal es enorme; de hecho, inmortal;
• Que conocer la diferencia entre el bien y el mal es muy fácil y claro;
• Que el conocimiento no siempre es bueno;
• Que lo que derrota al mal es el mal mismo;
• Que el mal trabaja para el bien; y que cuatro de las armas más poderosas contra él son
• el sacrificio,
• la humildad
• la amistad, y
• las palabras.
• EL MAL ES REAL
Piensen en la primera vez que vieron las espectaculares imágenes del 11 de septiembre en la pantalla de su televisor. Ahora no recuerden las imágenes sino los sentimientos; no el cambio en sus entornos sino en sus internos. Fue un cambio tajante y claro porque fue muy repentino. Fue el cambio de una “conciencia de tiempo de paz” a una “conciencia de tiempo de guerra”. Se asemejó un poco al cambio de la inconsciencia del sueño a la vigilia consciente que dispara el reloj despertador cada mañana. De hecho, fue muy parecido a eso: una súbita luz, una repentina iluminación. El mundo al cual se despertaron no vino al existir por sus despertares- siempre estuvo allí. Pero ustedes no siempre estuvieron “allí”. Si hubieran estado soñando que eran soldados, no dejarían de ser soldados y comenzarían a ser profesores al despertar. Habrían sido profesores también mientras soñaban que eran soldados.
Ahora imaginen que, en lugar de ser profesores soñando con que eran soldados, fueron soldados soñando que eran profesores. Supóngase que el sueño transcurrió durante el día y no durante la noche. Y luego sonó una alarma. Para muchos de nosotros, esa alarma fue el 11 de septiembre. Para otros, fue un llamado telefónico a las 3 a .m. notificando una emergencia familiar o una muerte. Para otros fue la Biblia. Pero los que creemos en la Biblia constantemente nos quedamos dormidos en batalla y soñamos que no estamos en una guerra sino en tiempos de paz; que estamos en un Edén Superior y no en la Tierra Media , y que no existe la serpiente.
Hay dos filosofías de vida. Una dice “Infortunado aquel que proclama ¡ Paz! ¡Paz! cuando no hay paz”. La otra dice “Infortunado aquel que proclama ¡ Serpiente! ¡Serpiente! cuando no hay serpiente”. ¿Cuál es el sueño y cuál es la realidad?
Antes del 11 de septiembre, la mayoría de nosotros veía a los Estados Unidos como los Hobbits veían a la Comarca : un distrito de trabajos bien organizados; y allí, en ese placentero rincón del mundo, llevaron una vida bien ordenada y dieron cada vez menos importancia al mundo exterior, donde se movían unas cosas oscuras, hasta llegar a pensar que la paz y la abundancia eran la norma en la Tierra Media , y el derecho de todo pueblo sensato. Olvidaron o ignoraron lo poco que habían sabido de los Guardianes y de los trabajos de quienes hicieron posible la larga paz de la Comarca. De hecho, estaban protegidos, pero no lo recordaban .
¿Quiénes son nuestros Guardianes? Ni la CIA o el FBI. No nos protegen agentes guardianes sino ángeles guardianes. Y es bueno saber aunque sea un poco acerca de ellos: ni demasiado, ni tampoco nada, sino precisamente esos vistazos que Dios nos ha dado de ellos.
“¡Qué le vamos a hacer! Nosotros, los Tuk y los Brandigamo, no podemos vivir mucho tiempo en las alturas”.
“Es cierto” dijo Merry. “Yo no lo consigo. No por el momento, en todo caso. Pero al menos, Pippin, ahora podemos verlas y honrarlas. Lo mejor es amar ante todo aquello que nos corresponde amar, supongo; hay que empezar por algo, y echar raíces, y el suelo de la Comarca es profundo. Sin embargo, hay cosas más profundas y más altas; y si no fuera por ellas, y aunque no las conozca, ningún compadre podría cultivar la huerta en lo que él llama paz. A mí me alegra saber de estas cosas, un poco” .
Y nosotros también. Agradecemos a ambos autores de El Señor de los Anillos , al inspirado y al Inspirador, por corrernos la cortina aunque sea un poquito.
Una de las varias razones por las que votamos a este libro como el más grandioso del siglo (en tres encuestas diferentes), y de porqué la película probablemente se convierta en la más grandiosa y exitosa de todos los tiempos, es su necesidad. No es por esto que Tolkien lo escribió, pero probablemente sea una de las razones por las que Dios lo hizo. (Por supuesto que es inspirado; tiene Sus huellas digitales por todos lados). Es un largo y hermoso reloj despertador.
Nuestra guerra no comenzó en Manhattan sino en el Paraíso. Nuestros enemigos no son meramente terroristas de cuerpo sino terroristas del espíritu, “principados y poderes”. No vienen de Afganistán sino del Infierno. No hay necesidad de cometer el pecado de la alegoría para ver quiénes son los Jinetes Negros.
“Vienen de Mordor” dijo Trancos en voz baja “De Mordor, Cebadilla, si eso significa algo para ti” .
El sugerente y lacónico “¿Permitirá que le den alcance? ¡Son terribles!” de Trancos recuerda la descripción del ángel de la Muerte en El Séptimo Sello de Ingmar Bergman: Es el Ángel de la Muerte pasando por encima de nosotros, Mia, el Ángel de la muerte. Y es muy grande .
Más males de los que conocemos vienen de Mordor: Saruman la había transformado [a Isengard] poco a poco para adaptarla a sus cambiantes designios, y la había mejorado, creía él, aunque se engañaba; pues todos aquellos artificios y astucias sutiles, por los que había renegado de un antiguo saber y que se complacía en imaginar como propios, provenían de Mordor .
También lo hacían los males locales en la Comarca que tuvieron que ser “lavados”:
“¡Esto es peor que Mordor!” dijo Sam. “Mucho peor en un sentido. Duele en carne propia, como quien dice; pues es parte de nosotros, y la recordamos como era antes”.
“Sí, esto es Mordor” dijo Frodo. “Una de sus obras”.
“Y el final definitivo de la Guerra , espero” dijo Merry.
“También yo lo espero” dijo Frodo suspirando. “El golpe definitivo, pero pensar que ha caído aquí, a las puertas mismas de Bolsón Cerrado. En medio de todas mis esperanzas y todos mis temores, jamás imaginé nada semejante”.
La Gran Guerra comienza y termina en su propia casa.
• EL MAL ES FORMIDABLE
Nuestra segunda sorpresa, una vez que recordamos que estamos en guerra, es la dimensión de nuestro enemigo. Nos conmociona escuchar estas palabras de Gandalf luego de que vuelve de la muerte: “La guerra está sobre nosotros y nuestros amigos, una guerra en la que sólo recurriendo al Anillo podríamos asegurarnos la victoria. Me da tristeza y miedo: pues muchas cosas se destruirán y todo puede perderse. Soy Gandalf, Gandalf el Blanco, pero el Negro es todavía más poderoso”.
Más tarde, Gandalf dice, luego de la gran batalla de los Campos del Pelennor:
“Señores” dijo Gandalf, “escuchad las palabras del Senescal de Gondor antes de morir: ‘Durante un tiempo triunfarás quizás en los campos del Pelennor, por un breve día, mas contra el poder que ahora se levanta no hay victoria posible’. No es que os exhorte a que como él os dejéis llevar por la desesperación, pero sí que sopeséis la verdad que encierran estas palabras.
Las Piedras Videntes no engañan: ni el mismísimo Señor de Barad-dûr podría obligarlas a eso. Podría quizá decidir sobre lo que verán las mentes más débiles, o hacer que interpreten mal el significado de lo que ven. No obstante es indudable que cuando Denethor veía en Mordor grandes fuerzas que se disponían a atacarlo, mientras reclutaban otras nuevas, veía algo que era cierto (…) La victoria no podrá conquistarse por las armas (…) Confío aún en la victoria, ya no en las armas” .
El Mal es, de hecho, inmortal. Todas nuestras victorias sobre él son temporarias: El mal que causó Sauron no puede ser enteramente curado, ni puede hacerse como si no fue. Otros males podrán sobrevenir, porque Sauron mismo no es más que un siervo o emisario . Nosotros, como Ransom en Perelandra , sólo podemos derrotar a las formas corporales que el Mal utiliza, los No-hombres o Nâzgul o magos maléficos. Podemos quebrar las espadas pero no al Espadachín. Sólo Uno puede herirlo en la cabeza, y únicamente al ser herido en Su talón.
¿Cómo puede el bien derrotar al mal si no es por la fuerza de armas? Abrazando la debilidad, abrazando Su talón; a través del sacrificio de uno mismo y la humildad y el sufrimiento y la muerte. El mal está limitado de poder, no puede usar la debilidad. Está limitado por el orgullo, no puede emplear la humildad. Está limitado a infligir sufrimiento y muerte, pero no puede valerse del sufrimiento y la muerte. Está limitado al egoísmo, no puede utilizar la generosidad desinteresada.
Gandalf el Blanco triunfa por sobre Saurón aunque el Negro es todavía más poderoso porque no hay nada malo en el comienzo . El mal no puede crear o dar vida, sólo puede destruir y dar muerte. Por ejemplo, Los Trolls son sólo una impostura, fabricados por el Enemigo en la Gran Oscuridad , una falsa imitación de los Ents, así como los Orcos imitan a los Elfos. La Sombra que los engendró sólo puede remedar, no crear .
Este es el motivo por el cual una de las más bajas y menos divinas artes es la sátira, el arte de la burla, y porqué una de las más elevadas y “sub-creativas” artes es la fantasía. No hay sátira sino mucha fantasía en El Señor de los Anillos. Tolkien dice ¡Que haya Hobbits! y hay Hobbits. Estamos de vuelta cerca del Comienzo. Y nada es malo en el comienzo. Tolkien no sólo es Gandalf sino también Bomabadil; no sólo Bárbol sino también Sam. No sólo es viejo y sabio sino joven e inocente. Es un niño y un anciano al mismo tiempo, como los muertos benditos al ser percibidos por los vivos. Se requiere de un niño para poder pesar y medir a la vez al bien y al mal. Y tanto el bien como el mal pesan en El Señor de los Anillos que sobrepasa cualquier otro libro del siglo veinte. ¿Qué otro autor del siglo veinte podría haber escrito un pasaje como este? Entre las tinieblas del paisaje de muerte de Mordor, Sam para mantenerse despierto, se deslizó del escondite y miró en torno (…) Allá, asomando entre las nubes por encima de un peñasco sombrío en lo alto de los montes, Sam vio de pronto una estrella blanca que titilaba. Tanta belleza, contemplada desde aquella tierra desolada e inhóspita, le llegó al corazón, y la esperanza renació en él. Porque, frío y nítido como una saeta, lo traspasó el pensamiento de que la Sombra era, al fin y al cabo, una cosa pequeña y transitoria, y que había algo que ella nunca alcanzaría: la luz, y la belleza .
“ Sólo una cosa pequeña y pasajera” . Pero esta Sombra es Satanás, el que logró matar a Dios por tres días. ¿Quién sino un cristiano podría alguna vez sondear las profundidades del mal y, consecuentemente, con derecho por esfuerzo, del bien? (Ese derecho por esfuerzo es, al caso, el punto de Chesterton en su libro El hombre que fue jueves ). Pienso en la demoledora afirmación de Carrie Ten Boom en El escondite, desde las antecámaras del Mordor de Hitler en Ravensbrook: Esta oscuridad es muy profunda, pero nuestro Dios ha ido mucho más profundo. Cuando has estado en el Calvario, Ravensbrook parece trivial .
• EL MAL ES CLARAMENTE DISTINGUIBLE
Una tercera sorpresa es que la línea entre el bien y el mal es generalmente muy clara y muy obvia . Moisés, Confucio, Jesús y Mahoma enseñaron, todos, visiones “simplistas” y fundaron los cuatro regímenes morales más perdurables de la historia. Pero nuestra cultura es la primera en la historia de la humanidad en la cual los expertos y maestros han vendido este derecho de nacimiento por el desastre del relativismo.
La Moral no es difícil de conocer. Es difícil de poner en práctica. Sólo le resulta difícil de conocer a los inteligentes, porque sólo siendo inteligente se pueden inventar tantos encubiertos como para hacerla difícil de reconocer. Sólo los buenos de corazón ven al bien, y sólo los puros de corazón ven a Dios. El discernimiento no es un problema mental sino un problema moral. Si tu voluntad es hacer la voluntad del Padre, entenderás mis enseñanzas. (Jn 7, 17)
“Lo había olvidado” dijo Éomer. “Es difícil estar seguro de algo entre tantas maravillas. Todo en este mundo está teniendo un aire extraño. Elfos y Enanos recorren juntos nuestras tierras, y hay gente que habla con la Dama del Bosque y continúa con vida, y la Espada vuelve a una guerra que se interrumpió hace muchos años antes que los padres de nuestros padres cabalgaran en la Marca. ¿Cómo encontrar el camino recto en semejante época?”
“Como siempre” dijo Aragorn. “El mal y el bien no han cambiado desde ayer, ni tienen un sentido para los Elfos y Enanos y otro para los Hombres. Corresponde al hombre discernir entre ellos, tanto en el Bosque de Oro como en su propia casa” .
La respuesta de Aragorn suena como una clara campana en un pantano neblinoso.
• EL CONOCIMIENTO NO SIEMPRE ES BUENO
Otra sorpresa es que a veces es mejor no saber , como sabiamente dice Merry del lembas , ese pan tan parecido a la Hostia. (Por la tontería de querer saber demás y creer de menos en ese lembas, la Iglesia se dividió).
Las palabras sacramentales, operativas, que activaron el único poder que puede conquistar a Sauron son las determinantes de Frodo: Yo llevaré el Anillo, aunque no sé cómo . (Ese fue también el clamor de Sócrates a la sabiduría: que sabía que no sabía).
“Es peligroso estudiar demasiado a fondo las artes del Enemigo” , como Denethor, al igual que el Rey Saúl, descubrió al precio de su alma. Como Eva, Denethor miró en la Piedra y fue engañado . Todos tenemos una piedra como esa. Para Eva fue una fruta; para usted o para mí es un pensamiento, un primer pensamiento codicioso, lujurioso, orgulloso o desesperado que no se somete a obedecer a Cristo (2 Cor. 10, 5).
Denethor y Theoden se mueven en direcciones opuestas, de forma similar a las sílabas en sus nombres. Denethor se mueve de la vida a la muerte porque exige conocimiento al Palantir antes de actuar. Theoden se mueve de la muerte a la vida porque repudia a su Palantir tentador, Grima Lengua de Serpiente (todos tenemos uno), y sigue el consejo de Gandalf: “Hacer a un lado los lamentos y el miedo. Realizar aquello que está al alcance de la mano” (¡Otra campana!).
El pensamiento vive en el pasado de los lamentos y en el futuro de los miedos. La elección y la acción viven en el presente de aquello que está al alcance de la mano . Nuestro dilema moral casi nunca se refiere al conocimiento de lo que hay que hacer; casi siempre es si hacerlo o no. En Una llamada importante , William Law nos dice: Si eres honesto contigo mismo, debes confesar que hay una sola razón por la cual no eres tan santo como los primeros cristianos (los mártires): no quieres serlo del todo.
Estamos en todo nuestro derecho cuando queremos saber antes de saltar físicamente. Pero debemos saltar antes de mirar, espiritualmente. Si no creéis, no podréis entender (Isa 7, 9). La fe y las obras de amor no pueden esperar al conocimiento; el conocimiento debe esperarlas. No podemos ver a Dios, o al bien, antes de ser puros de corazón porque el corazón es el mismo ojo con el que vemos a Dios.
Las necias palabras de Bilbo revierten este orden cuando le manifiesta a Gandalf su renuencia a dejar atrás el Anillo: “ Ahora que tocamos el tema, te diré que me disgusta separarme de él. Y no sé porqué habría de hacerlo” .
A veces, para poder ver debemos descansar nuestros ojos.
• EL MAL SE DERROTA A SÍ MISMO
No podemos derrotar al mal, pero podemos ayudarlo a derrotarse a sí mismo, en una suerte de judo espiritual. Así es como Cristo derrotó a Satanás en el Calvario. Fue como una estrategia de “Ven y atrápame”, al estilo Mohamed Alí.
Al anillo, dice Gandalf, “Ni tus manos ni las mías podrían destruirlo” . Incluso Dios hizo lo mismo que Frodo para conquistar al mal para nosotros: “ir hacia el peligro- a Mordor. Tenemos que echar el Anillo al Fuego” . Al igual que Orfeo, Dios descendió al Infierno por Su amada Eurídice (nosotros) cuando gritó: “Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has abandonado?”( Mr. 15, 34).
Ésta es la lógica del mal. Como una proposición autocontradictoria, no puede ser refutada por ninguna otra proposición, pero se refuta a sí misma.
Pero debemos ser la carnada, así como Cristo lo fue. Toda la Comunidad , de diferentes maneras, lo fue: Gollum lo fue, involuntariamente, Frodo y Sam lo fueron, voluntariamente, el uno por el otro y por la Comarca ; y Gandalf y Aragorn y sus 7000 en la Puerta Negra lo fueron por Frodo y Sam: “Hacia esa trampa hemos de encaminarnos, con los ojos bien abiertos” . Así como Cristo en la Cruz. Porque él no es nuestra excepción, sino nuestra regla.
La forma concreta y particular en que el mal se derrota a sí mismo es imprevisible, tanto para los buenos como para los malos (¿Quién pudo imaginar 1989 en 1917?). Ni Sauron ni Gandalf anticiparon la importancia de Sam o de Gollum, o tan sólo cómo la misericordia de Bilbo pudo determinar muchos destinos al perdonar a Gollum. Usualmente se revela súbitamente, como en las Grietas del Destino, e l Señor Oscuro comprendió de pronto que [Frodo] estaba allí, y (…) la magnitud de su propia locura le fue revelada en un relámpago cegador . Pienso que cada uno de los condenados experimentará un súbito “relámpago cegador”, o una Visión Misérrima, como esa cara en la ilustración de Doré del Inferno de Dante.
Aún si nos sorprendemos al llegar a las Grietas del Destino en el volumen III, no nos sorprendemos. Pues en esa consumación reconocemos ( re – conocemos, recuerden), la verdad; ahora reconocemos todos los caracteres y muchos de los eventos en esta historia. Nos son familiares porque son parte de nosotros. Esta es nuestra historia. Es un espejo. Nos fascina de manera tan profunda por su veracidad. Ni siquiera son sus bellezas las que nos perforan el corazón como espadas (palabras de C.S. Lewis), o su completa bondad que nos cautiva. (Si los libros pudieran ser canonizados, este lo conseguiría en una ráfaga). No, nos arresta tan poderosamente porque es verdad. Es verdad perenne hecha carne. Sólo un gran mito puede realizar tan asombrosa hazaña, traducir la eterna verdad del bien y el mal a un medio tan radicalmente diferente como es un cuento temporal. Hace a lo abstracto concreto, a lo invisible, visible, al Verbo carne. (Es lo opuesto de la pornografía, que es la carne hecha palabra. Es por eso que no hay pornografía en los grandes mitos).
La estrategia mitpoiéica de Tolkien es exacta refutación de la de Satanás. Sólo llevará un minuto explicar esto.
El mal únicamente puede trabajar en la oscuridad. Ni siquiera un vampiro puede resistir la luz.
El bien sólo puede trabajar en la luz. Ni el mejor cirujano del mundo puede llevar a cabo una operación si las luces del hospital se cortan.
Todo mal moral presupone una ignorancia moral. Platón vio eso; sólo falló en no llevarlo un escalón más atrás: la ignorancia moral presupone una ignorancia; acto de la voluntad.
Pero nuestra voluntad es, por naturaleza, atraída al bien, no al mal, como nuestra mente es naturalmente atraída a la verdad, no a la falsedad. Entonces Satanás tiene que doblegar esa atracción mediante sofismas, propaganda y publicidad, la profesión más antigua del mundo. ( ¿Ves esta linda manzana? Necesitas esta manzana. Pruébala, te gustará. Puedes pagarla: el precio es una miserable alma. ¿Qué ganancia tiene un hombre en perder el mundo entero y ganar sólo su ya ganada alma? ). Dicho sea de paso, la profesión que frecuentemente es llamada la más antigua del mundo depende de ésta aun más antigua para tener éxito. Todo pecado depende de ella. Si el pecado no pareciera divertido, todos seríamos santos. El origen del pecado es la publicidad, la sustitución de sustancia por imagen, de realidad por apariencia. No por accidente el Nuevo Testamento llama a Satanás el príncipe del poder del aire : ABC, NBC, CBS, MTV – él es el amo de los medios, donde la imagen lo es todo.
Pero debe enganchar al gusano de la verdad en el anzuelo de la falsedad, porque ningún hombre creerá puras mentiras, como ningún pez morderá un anzuelo desnudo. Por ejemplo, “si comes de la fruta prohibida, conocerás el bien y el mal” . Eso era verdad. La mentira era que serían como Dios , conociendo el bien y el mal de la misma manera que Él. Es como decir que un borracho conoce la sobriedad y la ebriedad del mismo modo que un sobrio. La mentira es el anzuelo, la verdad la carnada. Y el pez se derrota a sí mismo mordiendo la carnada.
Bueno, para atrapar a un ladrón, use un ladrón. Si el diablo pone en el anzuelo de la falsedad al gusano de la verdad, el creador de mitos y el poeta y contador de cuentos ponen en el anzuelo de la verdad la carnada del mito. A veces el gusano es tan breve como alguna de las parábolas de 50 palabras de Jesús. A veces es tan largo como la épica de 500.000 palabras de Tolkien, el Gusano más Grande del Siglo.
• EL MAL SE UTILIZA PARA EL BIEN
La Divina Providencia es como un chef francés, utilizando condimentos de organismos en descomposición para hacer a una buena comida aún mejor. Que todas las cosas, aún las malas, trabajan juntas para el bien, nos es tan familiar como Romanos 8, 28, pero nunca deja de sobresaltarnos que Dios escribe recto con líneas torcidas ; que hasta el pecado es conveniente , como dice Lady Juliana de Norwich. El caso más claro es la Crucifixión : el mal más grande de la historia, deicidio, utilizado para el mayor bien de la historia, la Salvación. Y este no es un “caso”, no es un ejemplo de algún principio general; es el centro enérgico que dota a todos los ejemplos de algo de su propia verdad y poder.
El Señor de los Anillos no es teológico, en él Dios nunca aparece como lo hace en el Silmarillion . Sin embargo, en cierto sentido, Dios es el personaje principal. Como Autor primario, Él coloca en Su historia abundantes pistas de Su existencia, tales como las así llamadas coincidencias, designios que pueden observarse en los hilos del reverso del tapiz. La imagen es de El puente de San Luis Rey de Thornton Wilder: la vida es un tapiz tejido por Dios y por ende hermoso más allá de lo narrable, perfecto más allá de la esperanza. Pero sólo en la siguiente vida podemos ver esta perfecta belleza. Lo que vemos aquí, en el reverso del tapiz, son las puntas sueltas de las hebras. Y sin embargo hay las suficientes pistas, aún en medio del desorden de la vida humana, y ciertamente en el orden de la naturaleza, para que sea razonable creer y confiar en la sabiduría y bondad del Tejedor. Incluso Woody Allen dice, en Amor y Muerte : “soy un ateo, gracias a Dios; pero un buen día podría creer en una Mente Divina que permite todas las partes del universo conocido – excepto, claro, algunas áreas del norte de New Jersey” .
He aquí sólo algunas de esas providenciales “hebras sueltas”:
Una es lo oportuno del primer encuentro de Frodo con los Elfos en la Comarca : exactamente en el momento en que iba a sucumbir a la tentación de ponerse el Anillo para esconderse de los Jinetes Negros cuando uno de ellos aparece olfateándolo. Todos hemos experimentado perfecta oportunidades como esa en nuestras vidas; por eso no rechazamos instintivamente esto como irreal.
Otra es la necesidad de los aparentemente trágicos eventos, como la captura de Merry y Pippin por los Orcos. Gandalf dice que “los trajeron a Fangorn, y la llegada de ellos fue como la caída de piedrecillas que desencadenan un alud en las montañas” “¿Y no es extraño? Nada de lo que hemos soportado en los últimos tiempos nos pareció tan doloroso como la traición de Isengard (…) No obstante (…) De ese modo nuestros enemigos sólo consiguieron arrastrar a Merry y Pippin con una rapidez realmente asombrosa y en un abrir y cerrar de ojos hasta Fangorn, ¡a donde de otro modo ellos nunca hubieran ido!” .
El ejemplo más claro, sin duda, es Gollum: perdonarlo, encontrarlo, usarlo para escabullirse a Mordor, y por supuesto, cuando completa la Misión en las Grietas del Destino. ¡Ningún otro podría haberlo hecho jamás!
Algunos de estos providenciales usos del mal para el bien son minúsculos, como el olvido de Cebadilla Mantecona de entregar el mensaje de Gandalf. (Cebadilla, como yo y, probablemente Tolkien, sufre de desórdenes en la atención). Tal como Aragorn le contesta cuando pregunta qué puede hacer él contra Mordor, “no mucho, Cebadilla, pero las pequeñas cosas ayudan también” . Lo hacen. Nuestra Salvación muchas veces ha pendido de un hilo. Si un barato sastre egipcio no hubiera estafado a José con las hebras de su manto, éste no se hubiera rajado en manos de la esposa de Putifar cuando José huyó de su seducción, y no hubiera habido evidencia física suficiente para condenarlo y ponerlo en prisión ante la acusación de ella, ni habría podido él interpretar los sueños de sus compañeros de prisión, el ex mayordomo del Faraón, que habría de retornar a su favor, y su ex panadero, que debía morir para que, años más tarde, cuando el Faraón soñara con siete vacas flacas comiéndose a siete vacas gordas y no pudiera encontrar nadie que interpretase su sueño, el mayordomo finalmente se acordara de José (también sufría de desórdenes en la atención) le hablara al Faraón de él, con el resultado de que José interpretara el sueño y convenciera al Faraón de que almacenase un extra de granos para evitar la hambruna de los siete años subsiguientes, y sólo por eso hubo en Egipto suficiente grano para escapar de la hambruna y sobrevivir y más tarde multiplicarse por millones bajo Moisés en tiempos del éxodo. No habría habido judíos, ni Pueblo Elegido, ni Jesús, si no hubiera sido por un hilo débil en la túnica de José. Le debemos nuestra Salvación a un barato sastre egipcio. La Divina Providencia tiene un sentido del humor que es, como dicen en Boston, “bizarro”.
Puede ser un diseño estrafalario, pero no es un cuento narrado por un idiota, lleno de sonido y furia, significando nada . Esa es la filosofía de vida de nuestra cultura, en la que todo “tan sólo ocurre”. Necesitamos mucho esta historia.
Mis últimos cuatro puntos tratan sobre cuatro de las más poderosas, y muy desapercibidas, armas contra el mal: sacrificio, humildad, amistad y palabras.
• SACRIFICIO
El único poder ante el cual el mal es completamente indefenso es el sacrificio. En el libro de la Revelación , el cordero ( arnion , “pequeña, pequeña oveja”) derrota a la bestia ( therion , monstruosa y aterradora) con su sangre, su muerte. Porque funcionó en el Calvario, funciona en todos lados, puesto que el Calvario es la regla y no la excepción.
El Sacrifico es la cumbre del amor, el apogeo del ágape , y el ágape es la naturaleza de Dios. Y Dios no tiene rival. ¿Quién es como Dios? Ese es el significado del nombre “Miguel”, el arcángel que es el Gandalf del Saurón de Satanás.
Frodo, Gandalf y Aragorn son todos, en diferentes sentidos, mártires, figuras de Cristo, que padecen distintos tipos de muertes voluntarias y resurrecciones. La tumba de Cristo fue una roca, la de Gandalf fue el abismo de Moria, la de Aragorn los Caminos de los Muertos, y la de Frodo fue el efecto del Anillo en su espíritu, una enfermedad incurable en la Tierra Media. Los Elfos, al igual que Frodo, renuncian al mundo entero, ya que el poder de los tres anillos élficos se ha desvanecido ya (- aunque todavía pueden verse algunos merodeando en la costa oeste de Irlanda si se tiene un ojo agudo). Galadriel también salva a la Tierra Media al resistir la tentación: “He pasado la prueba” dijo. “Me iré empequeñeciendo y marcharé al oeste, seré Galadriel” .
Frodo le explica a Sam porqué debe ir a los Puertos Grises (la muerte): “Pero he sufrido heridas demasiado profundas, Sam. Intenté salvar la Comarca , y la he salvado; pero no para mí. Así suele ocurrir, Sam, cuando las cosas están en peligro: alguien tiene que renunciar a ellas, perderlas, para que otros las conserven.” . El precio es pagado de veras, así como en el Calvario. “Mi vida por la tuya” es la fórmula universal. Sucede en cada batalla. Recuerden, el Calvario es la regla, no la excepción.
Ésta es la muy buena y muy mala noticia. La buena es que verdaderamente funciona. La fuerza realmente sucumbe ante la debilidad, el orgullo ante la humildad, la tiranía ante al martirio, Saurón ante Frodo, Satanás ante Cristo. La mala es que el precio es real, y muy elevado. Para cortar la cabeza del mal, el talón del bien debe sangrar, y sangrar para siempre en este mundo. Hay 1900 clavos en la Cruz escribió el poeta en 1940.
Este no es un principio exclusivo para emergencias. Toda la vida es una emergencia, tanto en nuestro mundo como en el de Tolkien. Porque no hay diferencia entre nuestro mundo y el de Tolkien. El Señor de los Anillos no está asentado en algún mundo de fantasía sino en nuestro mundo. La Tierra Media es la tercera roca desde el sol. En este mundo, el propio ser sólo se salva al perderse, se encuentra sólo cuando es verdaderamente entregado en sacrificio. La auténtica libertad sólo viene cuando nos atamos a los propios deberes.
Lo opuesto a la libertad es el poder, que corrompe y esclaviza. El Anillo es un perfecto símbolo de esto, pues es un círculo cerrado, como un puño apretado, o un gusano tragándose su propia cola (el gusano Oouroboros), y encierra el vacío (el ser maldito). Es el exacto opuesto a la Cruz.
Como sabemos, pero constantemente olvidamos, la Cruz es la regla, no la excepción. También el Anillo. Lo que Gandalf dice a Bilbo, Cristo a nosotros: “Tiene demasiado poder sobre ti. ¡Déjalo! Entonces podrás irte y serás libre” . Y, como Bilbo, constantemente respondemos: “Iré adonde quiera y haré lo que me dé la gana” .
A nosotros también, como a Frodo en Amon Hen cuando se coloca el Anillo y casi se expone al Ojo de Saurón, nos llegan inspiraciones de Gandalf para contrarrestar la de Saurón: “¡Sácatelo! ¡Sácatelo! ¡Insensato, sácatelo! ¡Sácate el Anillo!” .
Eventualmente, se hace imposible sacárselo. Sólo Gollum puede salvar a Frodo en las Grietas del Destino; sólo después de que Gollum ha librado a Frodo de su dedo y del Anillo, (como Beren fue librado de su mano y del Silmaril por Carcharoth el gran lobo de Angband en El Silmarillion ) puede decirse de Frodo que fue salvado y era otra vez Frodo, el Frodo de siempre, y libre .
Gollum se ha alejado demasiado hacia abajo como para poder retornar: el camino de la pérdida de la identidad por “encontrarla”, por aferrarla. No puede diferenciarse del Anillo; ambos son “mi Tesoro” . Raramente puede siquiera emplear el término “yo”, la imagen del “YO SOY”. Su nombre es “nosotros”, o “Legión”, porque él es muchos. Al aferrarse a sí mismo, y a su poder, y a su libertad, y a su Anillo. Al final de ese camino vive el Lugarteniente de la Torre de Barad-dûr, con quien los capitanes del Ejército del Oeste se encuentran en la Puerta Negra : y ninguna historia recuerda su nombre porque él mismo lo había olvidado, y decía: “Yo soy la boca de Saurón” .
La razón por la que es verdad en El Señor de los Anillos que aquellos que se pierden a sí mismos se salvan y aquellos que se salvan a sí mismos se pierden es que la Tierra Media es nuestra tierra; el mundo de Tolkien es el mundo real. No sólo porque Tolkien es cristiano, sino porque un cristiano es realista.
• HUMILDAD
La humildad es una forma de auto sacrificio: el sacrificio del orgullo y del poder.
Únicamente esta “debilidad” voluntaria puede derrotar a la fuerza y al vigor. Sólo hobbits, no Hombres ni Elfos ni Magos, pueden entrar a Mordor; y sólo un hobbit, en las Grietas del Destino, puede completar la tarea. A menos que nos hagamos pequeños hobbits, no podremos entrar en el Reino de los Cielos. Porque el Señor se hizo un pequeño hobbit, y Él es la regla, no la excepción, recuerden.
En el Concilio de Elrond el resultado del principio de humildad fue predicho: “Hay que tomar ese camino, pero recorrerlo será difícil. Y ni la fuerza ni la sabiduría podrán llevarnos muy lejos (…) Sin embargo así son a menudo los trabajos que mueven las ruedas del mundo. Las manos pequeñas hacen esos trabajos porque es menester hacerlos, mientras los ojos de los grandes se vuelven hacia otro lado” .
• AMISTAD
Al igual que la humildad, la amistad es un arma formidable contra el mal. Nos sorprende escuchar esto. No podemos imaginarnos que un propagandista militar, preguntándose cómo atemorizar a las tropas enemigas, sobrevendría con esta aterrorizadora amenaza: “¡Nuestros soldados son grandes amigos!”. No obstante, la amistad es fuerza, aún en sentido militar, porque une, mientras que la debilidad divide. “Divide y vencerás” es la más elemental y práctica estrategia militar. La amistad se rehusa a ser dividida, y por ende a ser conquistada. Cualquier soldado sabe que pocos hombres realizarán gestos heroicos por causas abstractas, sea la justicia; pero muchos los realizarán por sus camaradas, sus amigos.
La única fuerza más responsable de ganar la Guerra del Anillo es la amistad y el amor entre Sam y Frodo. (La amistad es una forma de amor en el lenguaje pre moderno.) El mismísimo título del volumen I, La Comunidad del Anillo , muestra la centralidad de la amistad, o camaradería. También muestra que es el mal (el Anillo) que trae consigo el mayor florecimiento de este gran bien en la Tierra Media. Porque nuestras historias tienen lugar en el mismo sitio, las diferencias de tiempo no pueden cambiar esta verdad. En nuestro tiempo también, por ejemplo, irlandeses e ingleses, quienes por muchas generaciones han sido enemigos matándose unos a otros, fueron amigos que murieron uno por otro en las trincheras de dos grandes guerras cuando Alemania forjó un Anillo. Lo que Alemania le hizo a los británicos, el terrorismo se lo hizo a los americanos.
Merry y Pippin (y por supuesto Sam) son necesarios para el éxito de la Misión , y solamente la amistad los une. Cuando Frodo intenta dejar la Comarca solo, para no poner a sus amigos en peligro, ellos conspiran para no dejarlo ir sin compañía. “Pero parece que no puedo confiar en nadie”, se queja Frodo, y Merry le contesta “Puedes confiar en que te seguiremos hasta el fin (…) Somos tus amigos, Frodo”.
Hay puertas que sólo la amistad puede abrir. Por ejemplo, la Gran Puerta de Moria, que no responderá a la fuerza ni a ningún hechizo de Gandalf, sino sólo a la palabra “amigo” ( mellon ). La inscripción rezaba “Habla, amigo, y entra” ; y Gandalf se paraliza pensando qué hechizo o clave pronunciar hasta que se da cuenta (así como Saruman nunca lo habría hecho) que sólo lo simple e inocente podría resolver este acertijo: “ Sólo tuve que pronunciar la palabra amigo en élfico y las puertas se abrieron. Simple, demasiado simple para un docto maestro en estos días sospechosos” . O como decimos académicamente, sólo a un Deconstruccionista podría habérsele pasado.
La culminación de la amistad de Sam y Frodo es cuando lo lleva cuesta arriba por el Monte del Destino, como Cristo llevando la Cruz , o más bien como Simón de Cirene ayudando a Cristo a cargar con Su Cruz hasta el final, como Frodo carga el Anillo hasta el final. “Y entonces notó sorprendido que la carga era ligera” . “No es pesado, es mi hermano” . No deberíamos sorprendernos; eso es lo que nos fue prometido: “Mi yugo es fácil y Mi carga ligera” . Las palabras de la antigua ceremonia de casamiento formulan la misma promesa (siendo los matrimonios, claro, la amistad posible más completa): “ La vida matrimonial requiere un gran sacrificio; sólo el amor puede hacerlo posible, y sólo el amor perfecto puede convertirlo en una alegría” .
• PALABRAS
Al principio existía la Palabra (Jn. 1, 1). Esa es la razón por la cual las palabras tienen poder sobre las cosas. Pues fue en palabras que las cosas fueron creadas. Dios primero dijo el término, luego la cosa cobró existencia, no viceversa. Con nosotros es viceversa: inventamos términos para etiquetar cosas preexistentes, excepto cuando “subcreamos”, como Tolkien.
El Señor de los Anillos muestra esta prioridad de las palabras más claramente que ningún otro libro que conozco, porque Tolkien nos cuenta que comenzó con la creación de una lengua, el Élfico. Después tuvieron que haber Elfos que lo hablaran, y un mundo que ellos habitaran, y eventos e historias en ese mundo, y otras especies también; Magos, Ents, Trolls, Orcos, Enanos, Nazgûl, Hobbits, e incluso Hombres. (El hecho de que Tolkien insistiese en nombrarlos con letras mayúsculas es significativo, como el hecho de que nosotros no lo hagamos. De hecho, la moda actual, obedeciendo inconscientemente a la creciente despersonalización de nuestra cultura, insiste en disminuir todo lo que sea posible. Dios creó con mayúsculas y, por ende, también Tolkien creó así).
En la historia de Tolkien, las palabras tienen un poder que usualmente llamamos “mágico”, malentendiendo esa palabra como si fuera un breve corte tecnológico (como Tolkien explica en Sobre los cuentos de hadas ). Pero es muy diferente: es la “magia” de la causalidad formal y final, no de la causalidad material y eficiente (para utilizar terminología aristotélica). La forma inherente (significado) y propósito de una palabra fluye a los efectos materiales y visibles, sacramentalmente, para que la palabra efectivice aquello que significa. Así el hechizo de Bombadil salva a Merry del viejo Hombre Sauce y a Frodo del Tumulario. “ Nadie lo ha atrapado nunca, Tom Bombadil es el amo: sus canciones son más fuertes, y sus pasos son más rápidos” . Nos sorprende escuchar que las canciones sean “fuertes” solamente porque hemos olvidado lo que aprendimos en El Silmarillion : que fue con música que Dios creó el universo.
Frodo también posee ese poder “mágico”: cuando llama a Tom por su nombre, dos milagros suceden, uno espiritual y otro físico: primero “ al pronunciar el nombre la voz se hizo más fuerte” , y segundo, Tom en efecto viene. Si hallamos esto no convincentemente “mágico”, eso revela mucho acerca de nuestra vida religiosa, y cuánto hemos creído en las palabras de Dios cuando repetidamente promete lo mismo que Tom Bombadil hace: “Sólo di Mi nombre, y sabes que dondequiera que esté, vendré corriendo a verte de nuevo. Invierno, primavera, verano u otoño, todo lo que tienes que hacer es llamar, y estaré ahí, sí, sí, sí. Tienes un amigo” .
Todos sabemos que existen palabras mágicas, palabras que sacramentalmente producen lo que significan, como “Yo te bautizo” o “Este es Mi Cuerpo” . Dos de las más familiares son “Te amo” y “Te odio”. Éstas no son etiquetas, son armas, flechas que penetran la carne hasta el corazón. Todo El Señor de los Anillos es un poderoso misil que penetra armaduras; hasta puede meterse en nuestros búnkers subterráneos, en nuestro más oscuro Afganistán interior.
Los más poderosos nombres son los nombres propios, nombres de personas o lugares. Cuando el Jinete Negro golpea a la puerta del Gordo Bolger en Los Gamos diciendo “¡Abrid en el nombre de Mordor!” todo el terror y el poder de Mordor están realmente presentes allí. Cuando Frodo en Weathertop, enfrenta al Jinete Negro gritando en voz alta “se escuchó a sí mismo diciendo en voz alta, ¡Oh, Elbereth! ¡Gilthoniel!” al tiempo que golpeaba al Jinete con su espada. Luego, Aragorn dice “y las espadas que traspasan a ese rey terrible caen destruidas. Más mortal para él fue el nombre de Elbereth” .
En el antro de Ella-Laraña, Frodo de nuevo habla en otras lenguas: “¡Aiya Earendil Elenion Ancalima!” exclamó sin saber lo que decía; porque fue como si otra voz hablase a través de la suya . Y después el minúsculo hobbit con la minúscula espada avanzó sobre la más horrorosa criatura viviente en la Tierra Media con la luz del frasco de Galadriel y el nombre de Galadriel. Un poco más tarde, Sam hizo lo mismo: “¡Galadriel!” dijo débilmente, y entonces oyó voces lejanas pero claras: las llamadas de los Elfos cuando vagaban bajo las estrellas en las sombras amadas de la Comarca , y la música de los Elfos (…) ¡Gilthoniel A Elbereth! Y de pronto, como por encanto, la lengua se le aflojó, e invocó en un lenguaje para él desconocido: “¡A Elbereth Gilthoniel!” .
¿Qué implica un nombre? “En el nombre de Jesús” los demonios son exorcizados y las puertas del Paraíso se nos abren. ¿Qué implica un nombre? Todo. En un nombre fue creado el universo. El nombre era Cristo, el Logos, la Mente de Dios, la Palabra creadora de Dios. Ese es el sol cuyos rayos utilizamos cuando subcreamos: el Hijo de Dios.
¿Qué implica un nombre? Moisés le hizo a Dios esa pregunta ante la zarza ardiente, y Dios contestó: “Yo soy”
En un mundo donde el bien es tan frágil que una pequeña maldad puede poner un mundo entero de cabeza, nos preguntamos qué es más fuerte. Y se nos da la misma respuesta.
Peter Kreeft
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Peter Kreeft, Profesor de Filosofía de la Universidad de Boston, publicó 40 libros, incluyendo tres sobre C.S. Lewis. Establece que él le anunció al mundo que El Señor de los Anillos era el más grande libro del siglo mucho antes de que las encuestas aparecieran. También co-publicó, con su esposa, cuatro hijos, que también son los más grandes del siglo. En este momento, está ocupado escribiendo una novela mística-apocalíptica y maldiciendo computadoras. Este artículo, publicado originalmente en Inglaterra en la St. Austin Review, January 2002, Vol. 2, N. 1, se reproduce aquí gracias a la autorización obtenida por uno de sus editores, James Pereiro. Fue traducido al castellano por Mercedes Ales Uría. |