Gollum, el Señor (Jesucristo) de los Anillos

Por El Director.

Coincido con el maestro y el autor de una de las cuatro grandes trilogías que he leído: no hay que interpretar su obra como si fuera las Crónicas de Narnia . En “ The Monsters and the Critics ” —que, dicho sea de paso, son lo mismo— el autor, mi maestro (uno de los seis, el quinto en grado decreciente de importancia), dice la verdad y hay que creerle: él —dudo si no poner este artículo determinado con mayúscula— no hace “alegoría”. Hace “fantasía”. Y ahí explica, en aquél su gran ensayo que lo importante es la “aplicación”. Para algunos, Frodo es Cristo; para otros, Saruman es el enemigo de los niños que le preocupan a Fer y a Maná (“¿En dónde jugarán? Los pobres nenes…”); para otros, Gandalf es Cristo y no Frodo —y hasta llegan a decir que murió y resucitó, blanco, el Mago que era gris—.

Otras lectoras, más inteligentes, piensan… piensan en función de ellas: es una cuestión de aplicación, hay que creerle a Tolkien y no olvidarse de esto nunca al leer “fantasía”; y, agrego, al leer cualquier novela o relato. Piensan, decía, que el Salvador es Sam Gamgee; otros, que Sam es “apenas” un Simón de Cirene. Los ecologistas ven en Gandalf a su gran precursor y en Saruman al precursor de sus archirrivales. Los ingleses piensan que The Shire —la Comarca— es Merry England : “Alas, little Isles, how much we yearn for you…” (J.M.-Y.T.). Los marxistas, los armamentistas, los frívolos, los nazis, los amantes de la detestable ciencia-ficción, los defensores de los pobres, los, las, etc., etc., piensan que etc., etc., en realidad significa etc., etc.. Etcétera.

En fin, para mí —para mí— la que sigue es la mejor “aplicación” del libro y nadie, que yo sepa —así que es probable que esté equivocado y ojalá me escriba alguna o alguno para mostrármelo: basta que entre a Google—, la ha propuesto. Perdón, debo aclarar, “aplicación” para un cristiano (y seguramente también para un judío, que sabe de memoria la Profecía del Siervo de Yahveh, relatada en el Libro de Isaías, y puede encontrar allí muchas prefiguraciones de la(s) persona(s) que voy a mencionar): el Señor Jesucristo, The Lord of the Rings , es… Gollum …, que le salva la vida al débil (como nosotros) Frodo —¿será una “figura” de Pedro?; ¿o de Judas?: qué paradoja sería para algunos— y le salva, así, la vida a la humanidad. Se inmola, ¿quién de ustedes sabe porqué?: ¿egoísmo?, ¿amor al anillo?, ¿amor?, ¿sed de redención?, ¿quién sabe qué pensó Judas en el último microsegundo de su vida?

Se inmola Gollum y, sin suicidarse sino gracias a un tropiezo ( sheer luck? ), muere por la humanidad —la humanidad de Tierra Media, es decir el basural de la tierra de nuestro siglo XXI, en el que además de basura hay unas cuantas joyas—. Cae Gollum; y el anillo, la causa de todos los problemas —Sauron al lado del anillo es un poroto, al igual que su malvado maestro, Melkor—, se destruye para siempre en una lava sin fin. Qué pena que esto sea fantasía, algo que es casi igual a la realidad; qué lástima ese “casi”. Si el “casi” no existiera, tal vez podríamos reescribir el Génesis y…

O, upon reflection , mejor dejar la historia como es, manzana incluida: si no, nunca habríamos conocido a Cristo —en realidad, ¿quién de ustedes lo conoce? Yo sé quién: Frank Sheed: Conocer a Jesucristo —; habríamos perdido la oportunidad de mirar cara a cara al gusano, demacrado rostro de Gollum-Cristo: Joshua Nazareth. Así que mejor me adhiero a “la” Vigilia y canto: Felix culpa ! Y, Gollum, muchas gracias, de verdad te lo digo.

El Director
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