El Unicato

Por Ignacio Cofone.

Para la primera edición de este año electoral (aunque a veces de la sensación de que todos los años lo son), me gustaría hacer un pequeño racconto de algunos hechos sucedidos (y  varios de ellos olvidados) durante el mandato del actual presidente.

Pasaron ya cuatro años de gobierno y, en ellos, se puede ver una serie de acciones que,  consideradas en conjunto, pueden encontrarse congruentes. Ya podemos ver cómo el antiguo estudiante de derecho en la Universidad de La Plata, simpatizante del terrorismo de los años 70, pretende ahora reivindicar el movimiento y desprestigia a sus antiguos (¿o actuales?) oponentes, rodeándose a su vez  de los que le son adictos. He escuchado que algunos llaman a esto “operación revancha” pero, para asentar una analogía que considero bastante pertinente, yo lo llamaría “el unicato”.

Desde ya, a pesar de que considero estas líneas como objetivas, no intentaré siquiera decir que son políticamente neutras. Como diría Sebreli, la objetividad no significa neutralidad: en la interpretación están en juego mis ideas y no eludo la polémica. Invito, pues, a todo simpatizante del actual gobierno que comparta conmigo la convicción de que el diálogo es la manera más certera de alcanzar la verdad, a que responda, refute, critique y clarifique a criterio.

Comenzando (ya que no hay mejor manera) por el principio, diré que fue en los comienzos de su mandato cuando el mismo Presidente que más tarde llamó al pluralismo invitó al dictador Fidel Castro a hablar en las escalinatas de la Facultad de Derecho, donde se enseñan, también, los principios de la democracia y la importancia de las instituciones. En esa oportunidad, el jefe de gobierno, no tan errado como uno pensaría en un primer momento, lo declaró “ciudadano ilustre”. Como la palabra “ciudadano” implica la obtención de derechos políticos, creo que se podría afirmar acertadamente que Castro es el único ciudadano cubano. Respecto a lo de ilustre, su “distinguida prosapia” (siguiendo la definición de la RAE) me es desconocida.

Fue unos meses después cuando el Sr. Presidente, siguiendo la misma línea ideológica, perdonó la deuda que Cuba tenía con la Argentina, inauguró una escuela con el nombre del terrorista y colaborador de Castro, Ernesto Guevara, y se declaró hijo putativo de Hebe de Bonafini. En caso de que no la conozcan, es la persona que justifica la muerte de inocentes en manos del terrorismo durante el último gobierno militar y durante el gobierno democrático que lo precedió, que festejó en repetidas oportunidades el derrumbamiento de las Torres Gemelas y que afirmó que Juan Pablo II debía “arder en el infierno”.

Las fuerzas armadas (el enemigo)

Es común en los líderes autoritarios tener un enemigo para desacreditar y utilizar como chivo expiatorio. Este pensamiento gramscista se mantuvo a lo largo de toda la presidencia de Kirchner, durante la cual él se presentó siempre como el defensor del pueblo argentino ante el FMI, Uruguay, Aguas Argentinas, Shell, esas “empresas que buscan rentabilidad desmedida” (como las denominó él mismo) o, más recientemente, “la mafia de la lechuga” (sic). Sin embargo, por motivos evidenciados al comienzo de este escrito, eligió como objetivo fijo y paralelo a las Fuerzas Armadas y, en menor medida, a todo aquel que no haya sido un activista político en contra de ellas durante la década del 70.

Con este objetivo en mira, la primera medida del Sr. Presidente fue destituir a 52 jefes de las Fuerzas Armadas para desarticularlas, y humillarlas en repetidas oportunidades en actos públicos. La segunda fue —mandar a— anular las leyes de obediencia debida y punto final para luego en el Congreso (o sea, no derogar —ya estaban derogadas—, sino fingir que no existieron), en una grave violación a la división de poderes. Cuando el vicepresidente Scioli afirmó que “un Congreso que anula una ley es de un país poco serio”, sus hombres de confianza fueron desplazados del gobierno.

Tras hacer esto, el Sr. Presidente expropió la ESMA para construir el Museo de la Memoria, un asentamiento de 18 hectáreas donde se puede observar en detalle una cara de la moneda. Luego de un acto que presidió allí,  en el cual fomentaba una vez más el recuerdo parcial de nuestra historia, un grupo de personas ingresó para ocasionar serios destrozos.

Sucedió luego el hecho irónico de que, tras finalizar la inauguración del museo, se quitaron los cuadros (recuerdos) de determinados generales del Ejército que ejercieron el poder ejecutivo durante el último golpe y se ordenó al Ejército Argentino eliminar de su sitio en Internet la lista de sus miembros muertos a causa del terrorismo. Como acto complementario a esto, se ordenó cambiar el prólogo del libro Nunca más, escrito por Ernesto Sábato (que pertenece al partido comunista, por lo que difícilmente pueda hablarse de parcialidad de su parte a favor de las Fuerzas Armadas) que exponía la teoría de que dos demonios —la extrema izquierda y la extrema derecha— azotaron a la Argentina durante la década del 70 y principios de la del 80. Sólo resta suponer que la tortura y los asesinatos en masa sólo son negativos cuando provienen de oficiales del gobierno.

Tras el cierre de la ESMA, se cerraron los liceos militares, al mejor estilo de la persona tras quien el antiguo partido de Kirchner lleva su nombre. La educación es un método de adoctrinamiento y cualquier líder autoritario se vale de los medios que el Estado tenga a su alcance para que la población no piense como el enemigo (1).

No considero ocioso agregar, a pesar de lo clarificado al comienzo del escrito, que no hago aquí valoración moral de lo sucedido en la última dictadura militar (porque no hace falta), sino que explico cómo el constante ataque a las Fuerzas Armadas no puede ser sino perjudicial para la Argentina. Es síntoma claro de la poca madurez institucional de un país confundir sus instituciones con las personas que las ocupan u ocuparon en un determinado momento histórico. El Senado de la Nación es Honorable a pesar de muchos de los que hoy se sientan en sus bancas. De la misma manera, las Fuerzas Armadas como institución indispensable para la defensa y seguridad nacional merecen respeto a pesar de los horrores cometidos por varios individuos que ocuparon cargos en ellas hace treinta años.

Los ex terroristas y el poder

Poder ejecutivo

El Presidente se rodeó en el poder de ex-terroristas de los años 70. Nombró a Eduardo Duhalde secretario de Derechos Humanos (la ironía es tremenda), a Rafael Bielsa ministro de Relaciones Exteriores, a Enrique Albistur secretario de Comunicaciones, a Carlos Kunkel subsecretario de Presidencia, a Juan Carlos Dante Gullo asesor presidencial, a Eduardo Sigal subsecretario de Integración Americana, a Juan González Gaviola interventor del PAMI y a Patricia Narvaja secretaria de Defensa al Consumidor, entre otros.

Poder legislativo

Luis Patti, electo por un sector de la población (400.000 votantes), fue destituido por representantes electos por otro sector de la población —atropellando los derechos de los primeros—. Los diputados (ex-montoneros) alegaron que Patti padecía de “falta de idoneidad moral” y le quitaron el cargo violando así la Constitución, que dice que los diputados pueden destituir a sus pares por las acciones cometidas por éstos luego de ser nombrados (para no atropellar, justamente, los derechos de los electores que lo votaron conociendo su pasado). Uno de dichos representantes, curiosamente, fue Miguel Bonasso, terrorista indultado y electo diputado sin debate ni objeción alguna (que, de todas formas, se encuentra arrepentido por sus actos, como mostró cuando dijo “cometimos algunos errores… en lugar de matar a Rucci tendríamos que haber matado a López Rega”). Dos compañeros de este último tuvieron una suerte similar: Perdia y Vaca Narvaja (ex jefes montoneros) fueron apresados y luego liberados, pero no por dirigir una organización criminal, sino por delatar terroristas.

Se pueden agregar aquí el dictado de leyes de dudosa constitucionalidad, como la ley de reforma el Consejo de Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento (arts. 114 y 115 de la Constitución, necesidad de balance), o la autorización de dictar decretos de necesidad y urgencia —o decretos de conveniencia, como los llaman con una sana cuota de humor algunos autores— a discreción, que se mantienen válidos salvo que el Congreso los anule explícitamente con una mayoría agravada (art. 82 de la Constitución, prohibición de aprobación ficta).

Poder judicial

Respecto al poder judicial, me limitaré a mencionar la remoción de varios de sus miembros (algunos de ellos miembros de la Corte Suprema) por juicio político presidido por la Senadora Nacional y seguramente futura presidente Cristina Kirchner y la incorporación de miembros de la Corte de acuerdo con la ideología del Sr. Presidente, así como también la negación inconstitucional de nombrar los dos restantes para dificultar el acceso a la mayoría de cinco (ahora, al fin, corregida). Las consecuencias que esto trae son claras: una corte de ideología (pseudo)progresista al tono de la del Presidente decide, por ejemplo, que exiliarse durante una dictadura militar genera el derecho de indemnización y que el asesinato en masa sólo es delito de lesa humanidad si el que lo comete es funcionario del gobierno (de ahí la supuesta inconstitucionalidad de los indultos a militares y la constitucionalidad de los indultos a terroristas).

En conclusión

A pesar de la terrible realidad sufrida por la Nación y sus ciudadanos hace 30 años, se debe dar menos cabida a rencores y más cabida a la verdad. El avance de ciertos grupos sobre los derechos de otros, así como la concentración excesiva de poder en pos de una venganza disfrazada de justicia, es inaceptable. Cicerón dijo que “no conocer lo que lo antecede a uno es ser por siempre un niño”; si no se detiene el silenciamiento de la oposición y la constante parcialización de la información producida con el manejo casi extorsivo de las publicidades en los medios (tanto del gobierno como de empresas que lo necesitan, sin la cual se produce la bancarrota en cuestión de semanas), lamento decir que nos espera un país de infantes (no una república de infantes: esa posibilidad desapareció hace rato). Como dijo una vez el Sr. Presidente, “lo importante es decir lo que uno piensa” (2); faltaría agregar: “y permitir que otros hagan lo mismo”.

Juárez Celman fue destituido por su excesiva concentración del poder, por rodearse de los que le eran adictos y por tender al autoritarismo, gracias a la presión de los radicales. Los radicales cuyo apoyo Kirchner obtiene mediante la designación arbitraria de las sumas de dinero de la co-participación federal de impuestos (grandes, debido a los constantes avances sobre el sector privado). Pero —la persona a quien, siguiendo a Asturias, podríamos llamar con toda precisión— el Sr. Presidente toma más precauciones. “La Argentina no volverá a ser un jardín de infantes”, dijo alguna vez Morales Solá. Ojala sea así.

(1) Véase Puiggrós, Historia de la Educación Argentina: Discursos pedagógicos e imaginario social en el peronismo. La autora explica cómo en el primer peronismo se puede apreciar la politización de la educación. Entre varios ejemplos, menciona que en los textos de primer grado la tradicional frase “yo amo a mi mamá” fue reemplazada por “yo amo a Evita”, que se aprendía a escribir con frases como “Evita me ama” y a deletrear con el nombre “Perón”. Explica, asimismo, que todo libro, antes de ser incorporado en las aulas, debía ser aprobado por el Ministerio de Educación, y se puede leer en una resolución de éste lo siguiente: “Se prohíbe en todas las escuelas el uso de manuales de Editorial Estrada y de todos aquellos donde se ignore maliciosamente la realidad de esta Nueva Argentina”.

(2) “Kirchner afirmó que en la Argentina rige una libertad plena”, La Nación, 04/03/05.

Ignacio Cofone

19 años

Estudiante de Derecho

i.cofone@sedcontra.com.ar