Folklore con un toque diferente

A las  tres y cuarto, tocamos el timbre. De repente se abre la puerta y nos recibe un hombre joven con una amable sonrisa. Es Juanjo Bravo. Venimos a entrevistarlo con ganas de conocerlo y de que otros también lo conozcan a través nuestro. Y  estamos allí para hacerlo.

Cruzamos la puerta y caminamos por un pasillo angosto y largo hasta un patio común  que lleva a tres salas. Juanjo nos invita a pasar por la de la izquierda. Es un lugar acogedor donde el amor por la música se hace sentir: una reluciente batería en una esquina, varios micrófonos esperando a su cantante, un amplificador en un estante y un afiche de la banda pegado sobre la pared principal. Mientras nos acomodamos y presentamos, nos damos cuenta de que la entrevista ya ha comenzado. Aunque, más que una entrevista, es una charla informal y relajada.

– ¿Cuántos años creen que tengo?

Arriesgamos un par de alternativas: “30, o pueden ser 33”. Juanjo se ríe y nos dice: “¡La edad de Cristo! Tengo 30. Bueno, en verdad, 31, pero hace diez días cumplí años y no me acostumbro a la idea”.

Su pasión por la música, más precisamente por la batería, empezó desde muy chico. Él  sentía que esa era su vocación, pese a que su familia le insistía con que se dedicara a una carrera “convencional”. Probó Diseño y Psicología, pero ninguna de ellas lo convenció. Porque, aunque no todos logran ser exitosos, “alguien se tiene que arriesgar ya que, si no, no existiría un Fito Páez”, asegura. Y  agrega: “Yo me voy a jugar por lo que quiero. Cuando uno tiene una vocación verdadera, la siente y la hace. El tema está en tener la fuerza suficiente para seguir, aunque todo el mundo diga lo contrario. No todos tienen vocación”. ¿No será que todos tienen vocación para algo,  pero no todos la descubren? Al escuchar nuestra opinión,  reacciona con humildad, se corrige y reformula: “Tienen razón, tienen razón. ¡Esa idea me gusta más!”.

No tenés tonada porteña, ¿de dónde sos?

Nací en Tucumán. Desde muy chico me gustó la batería, porque había una en la casa de mi abuelo. Yo quería dedicarme a tocar ese instrumento y  por eso profundicé mis estudios en la Escuela Nacional de Música. En el segundo año del secundario, formé un grupo con cinco amigos, de los cuales tres seguimos juntos. Al terminar el colegio, me di cuenta de que quería formarme profesionalmente. Sin embargo, en Tucumán no existía gente de la cual yo aspirara a ser discípulo. Pero sí veía esa posibilidad en Buenos Aires. Así que, a los 19 años, en 1996, me vine con tres amigos. Estudié en el Conservatorio de Música Popular de Avellaneda  y en 1998 formamos mi actual banda,  CARPE. Los integrantes éramos y somos: Agustín Flores Muñoz (bajo), Pablo Mengo (guitarra), Silvina Orozco, mi mujer (voz y percusión), Carlos Campos (guitarra eléctrica) y yo.

¿Qué tipo de música tocan?

Con CARPE tocamos lo que podría decirse “folklore en una búsqueda”: estamos buscando algo diferente. ¿Para qué ser Los Nocheros? ¡Si ellos ya existen! No hay que ser una copia, sino buscar lo que está dentro de uno. Nosotros queremos formar algo personal, algo propio. Por eso, siempre estamos estudiando o investigando las cosas que están pasando en el mundo y con la música. No hay que dejar de perfeccionarse porque la facultad dura cinco años y la vida profesional, 60, en promedio: la vida universitaria es muy pequeña en relación a todo lo que podemos hacer después. Nosotros buscamos armar una música personal. Trabajar para que esas cosas pasen es un buen objetivo en la vida. Para dejársela a los que vienen después y para los que escuchan en el momento… Hay diferentes maneras de ser alguien. Por ejemplo: si voy por la calle, ¿qué necesidad tiene una persona de regalarme una sonrisa? Si yo no le he dado nada a cambio. Todavía hay cosas que no se compran ni se venden.

¿Cuál es tu opinión acerca de los prejuicios que la sociedad tiene sobre el mundo de la música?

La gente es prejuiciosa porque los prejuicios son parte de los seres humanos: el hombre tiene miedo a lo que no conoce. Hay cosas que son comunes en todos lados. Aunque parezca que la droga sólo está en la música, está presente en todos los ambientes: en la política y hasta en el deporte, aunque se supone que tendrían que ser los más sanos. La droga es un mal presente en la realidad que nos afecta a todos. Siempre conviven el bien y el mal juntos; “el ying  y el yang”. También pasa eso en la música. La verdad es que no me paro a pensar en los prejuicios de la sociedad, aunque respeto sus opiniones. Yo soy parte de la sociedad y me influye a todo nivel. Si la sociedad tiene prejuicios con la música, está bien, no me importa. Por ejemplo: si alguien quiere ver “Gran Hermano” porque tiene prejuicios con la música, que lo vea. Yo respeto las ideologías y pensamientos de los demás. Viajar me ayudó mucho: escuchando, compartiendo, expresando y viviendo con otros. Piensen en Mick Jagger: él es la posta del sexo, drogas y rock ‘n roll. Todos querríamos eso pero, paradójicamente, yo veo que Mick Jagger se formó, estudió; se preparó física, psíquica y musicalmente. ¿Cómo haría para aguantar esas giras si realmente fuera lo que la gente compra? La gente piensa que va a ver a los “reventados” del rock, pero no entienden que ellos se prepararon. La sociedad compra una parte de su imagen. Los grandes intereses económicos que mueven el sistema fueron los encargados de matarlos. ¿Ustedes creen que el tipo estuvo drogándose 50 años? Algo diferente es lo que la gente cree y lo que la gente verdaderamente es.

Nos contaste que tu mujer forma parte de la banda, ¿qué nos querés decir de ella?

La conocí en 1995. Con ella tengo una hija, Miguelina, a quien le dedicamos el tema número cinco de nuestro disco: “Canción para Miguelina”. La banda es consecuencia de lo que gestamos juntos en años anteriores. Con ella transitamos un camino de lucha y sacrificio y logramos construir muchas cosas hermosas: nuestra familia, el proyecto de estar haciendo lo que nos gusta y los dos discos que grabamos.

¿Quiénes son los músicos  a los cuales admirás?

Atahualpa Yupanqui, Hermeto Pascual, Serrat, Los Beatles… Hay muchos tipos a los que admiro, pero especialmente a la Madre Teresa de Calcuta. Tenía un amor musical, es una artista del amor. Las personas que admiro son aquellas que me ayudan a seguir e iluminan mi camino.

A través de varias experiencias que uno transita en la vida, como es el caso de esta entrevista, uno puede darse cuenta de que los hombres no somos todos iguales y que cada uno tiene su grano de arena para aportar. El intercambio de opiniones nos permite abrir la cabeza y ver las cosas desde otra perspectiva. Así nos damos cuenta que no estamos solos en el mundo, sino que hay una gran cantidad de personas muy valiosas por conocer. Entre ellas, Juanjo Bravo.

La página web de la banda CARPE es www.loscarpe.com.ar

Para contactarse con Juanjo Bravo, sus e-mails son juanjitotucubravo@hotmail.com.ar y juanjitotucubravo@yahoo.com.ar

 

Soledad Cervinio y Nicole Jaureguiberry

20 años

Estudiantes de Derecho

solecervinio@hotmail.com, nickjaure_@hotmail.com