Por Juan Martín Galeano.
Un tema que está hoy en el núcleo de la opinión pública como nunca es sin duda el aborto. ¿Está bien/mal/es indiferente?, ¿el feto es persona? [1] Esas, entre otras cuantas cuestiones, generan desde hace un tiempo ya revuelo entre grupos pro-choice (abortistas)y pro-life (antiabortistas). Sin pretender hacer un análisis profundo de los argumentos en contra y a favor del aborto ni de entrar en la difícil cuestión de establecer “desde cuándo se considera al feto persona” [2], me gustaría hacer una breve remisión a lo que para mí es la concepción que se tiene de este asunto en la opinión pública; más precisamente, en el cine norteamericano.
Se ha dado la casualidad de que entre 2007 y 2008 aparecieron películas referidas de modo indirecto al tema, y que según mi parecer realizan una defensa pro-life sin incurrir en argumentos que puedan ser tildados de conservadores ni de religiosos. Hablo en concreto de Knocked Up (Ligeramente embarazada), Children of Men (Niños del hombre), Eastern Promises (Promesas del este) y Juno (La joven vida de Juno, que ha ganado un Oscar).
Knocked Up trata sobre cómo la relación casual entre una joven profesional y un “adolescente tardío” culmina en un embarazo no deseado. La opción del aborto en la película es descartada, y la pareja termina aceptando una vida en conjunto no sólo en pos de la vida del bebé sino porque encuentran el amor uno en el otro. Más allá del tono Hollywood del asunto y su resolución –y de una línea general de chistes en la película que puede ser juzgada como grotesca por parte del público), la película está a tono con la cultura joven actual, tocando temas comunes y diarios para ella tales como las drogas, las salidas nocturnas, la promiscuidad y las implicancias de lo que es tener que crecer y abandonar ese mundo.
Children of Men es una película ambientada en un futuro cercano apocalíptico, donde las mujeres por algún motivo no pueden concebir y la persona más joven del mundo (un argentino al que los medios llamaban “baby Diego”) es asesinado. La única ciudad relativamente segura del mundo es Londres, y un hombre es clandestinamente reclutado para escoltar a una mujer a una embarcación. Luego se entera de que esa mujer era muy joven, y de que su traslado se debe a que es la primera mujer embarazada después de años en que la infertilidad de las mujeres se había dado por definitiva. Obviamente, grupos de interés intentan eliminarlos en el camino. La escena más famosa del film recibió por igual férreos halagos y críticas: en medio de lo que es una batalla campal, la aparición de los protagonistas con un bebé en brazos genera una conmoción general traducida en un alto al fuego de todos los combatientes.
Eastern Promises, del aclamado director canadiense David Cronenberg, es de un perfil parecido: la aparición de un bebé en el contexto de la mafia Rusa en Londres implica para ciertos personajes una reflexión acerca de los límites de lo que está bien y lo que está mal en orden a la consecución de los fines. Aun para un mafioso que ha hecho matar incluso a sus amigos, el asesinato de un bebé resulta algo inconcebible.
Por último, Juno tiene que ver más con Knocked Up: una adolescente de 16 años tiene relaciones sexuales con su mejor amigo y queda embarazada. Considera la opción del aborto y hasta asiste a un centro a realizárselo, pero la conciencia la remuerde y no puede hacerlo. Se decide por la opción menos dañina para todos: dar a su futuro hijo en adopción, para la que encuentra a una pareja que parece ideal. El desarrollo de la película se basa en cómo Juno se va dando cuenta de las implicancias de estar embarazada y de lo que es querer ser madre (lo que puede observar en el personaje de Jennifer Garner, mujer infértil que siempre ha querido tener hijos y de hecho trabaja con niños), y por otro lado en la relación que ella tiene con su mejor amigo así como por lo que realmente siente por él. Es una película de pocas pretensiones, bien independiente, que busca hacer una serie de reflexiones sobre realidades actuales en términos de familia.
En Juno y Knocked Up encontré una visión “vanguardista” (en tanto asumen la realidad que se vive hoy en la sociedad occidental en temas de sexo y de familia) y a la vez cuidadosa: los personajes, gente común y corriente como cualquier otra (y esto es importante por el mensaje que las películas transmiten), no hacen debates ni discuten filosófica ni jurídicamente sobre si aquello que tienen en sus vientres son persona o no: sólo siguen una intuición que los lleva a dejarlos nacer. Intuición que es reforzada por las otras dos películas, en la idea de dignidad humana y de límite que surge ante la presencia de bebés recién nacidos o de pocos días en contextos de cinismo, muerte y desesperanza.
Un católico podría argumentar que lo que se produce en todos estos casos es simple y llanamente evangelización de la cultura (una visión que dentro de su paradigma sería correcto –ya que se transmite el mensaje cristiano y su postura del tema, incluso sin esa intención-, pero que limitaría y podría dar lugar a prejuicios fuera de él); yo hablaría más bien de una cierta reconsideración cultural sobre la cuestión del aborto. Reconsideración sustentada en esa intuición que todo ser humano tiene al ver a otro ser humano recién nacido, de que ese nuevo individuo viene de algún lugar y no aparece de golpe. De la idea del embarazo como proceso y de la filiación como vínculo afectivo entre la madre y el niño por nacer.
Lo que me atrae de esta defensa racional (o, si se prefiere caracterizarla por el medio que la hace, cultural) de la postura pro-life es que no necesita ni de grandes argumentos, ni de concepciones teológicas -ni siquiera de concepciones sobre lo que debería ser la familia- para imponerse. Simplemente muestra cosas que, a cualquier persona -más allá de todo dogma, religión o ideología- llevan a la misma conclusión: todo ser humano –incluso el proceso que le dio origen- tiene una cierta dignidad que no podemos arrebatar.
[1] De la respuesta a esta segunda pregunta depende, como puede observarse, la respuesta a la primera.
[2] Cuestión referida al uso de anticonceptivos como la famosa “pastilla del día después”.
Juan Martín Galeano (20)
Estudiante de Abogacía