Cómo ser un pasajero insoportable 10 consejos infalibles para incomodar al prójimo en trenes, colectivos y subtes

 

Por Martín Grosz.

Si usted viaja en medios de transporte urbanos y quiere ser realmente molesto, siga los siguientes consejos. Aplíquelos en colectivos, trenes o subterráneos, y recuerde: el rendimiento crece en proporción directa al nivel de hacinamiento. Lea con atención:

  • Si viaja con mochila, jamás se la saque . Cárguela tanto como sea posible y desplácese entre la gente al grito de «permiso, permiso…». Hágalo sin cesar durante todo el viaje, transitando en un sentido y luego en el otro todas las veces que pueda.
  • Nunca saque el dinero con anticipación; hágalo luego de que llegue su turno de comprar el boleto . Tómese su tiempo y pague con numerosas monedas de poco valor, extraídas de a una desde un incómodo monedero. Deténgase a mirarlas como si no viera bien y quisiera cerciorarse de que son las correctas. Puede dejar caer algunas al piso, para que otros deban agacharse a recogerlas por usted.
  • Lea un diario formato sábana, y despliéguelo en toda su extensión . Sosténgalo con los brazos estirados, a la altura más cómoda de lectura. Dé vuelta las páginas sin cuidado, ocupando todo el espacio posible, y sin importarle que el papel frote el rostro de los demás pasajeros. Con cierta frecuencia, mire a su alrededor para dar a entender que le molesta que lean su periódico de reojo.
  • Escoja a un pasajero y mírelo fijamente . Cuando se encuentren las miradas, jamás deponga su actitud: será él quien, perplejo, la aparte primero. Luego del primer incidente, se recomienda continuar con el ejercicio, pues es esperable que, disimuladamente, el sujeto intente cerciorarse de que ya han dejado de observarlo. Siempre que lo haga, confirmará que usted sigue mirándolo.
  • Si hay muchos asientos libres, siéntese junto a alguien. De esa forma, el ocasional compañero no dejará de preguntarse por qué, pudiendo haberse sentado solo, usted escogió ese sitio a su lado.
  • Báñese poco y no use desodorante. Puede usted divertirse observando cómo la gente a su alrededor, visiblemente perturbada, pone en juego diversas artimañas para apartarse o taparse la nariz sin que nadie lo note.
  • Si ve a alguien intentando leer, no se lo permita . Una vez localizada la víctima, ábrase paso hasta alcanzarla (mochila puesta, por supuesto) con la música a todo volumen, de modo que, pese a estar usando auriculares, todos los pasajeros que lo rodean escuchen el murmullo metálico. Otro modo muy efectivo es ponerse a hablar en voz alta con alguien que esté parado cerca del lector. Cuando éste intente ubicarse en otro sitio, sígalo y repita el procedimiento. Es importante que usted tenga siempre un chicle en su boca, y que lo masque ruidosamente a pocos centímetros del oído de quien pretende leer.
  • Use el cabello largo y melenudo, para hacerle cosquillas en el rostro a quien viaja detrás de usted. A su vez, considere la posibilidad de sacudir brusca e inesperadamente su cabeza, como si intentara sonarse el cuello, con el fin de que sus mechas alcancen la mayor cantidad posible de objetivos. Hágalo varias veces durante el trayecto, y tenga en cuenta que la efectividad de este recurso aumenta cuanto más sucio y graso se encuentre su pelo.
  • Hable con desconocidos, como si fueran sus amigos. Opine sobre el tiempo, la política y la religión. Luego de cada comentario, pregúntele a su interlocutor si no es verdad que usted tiene razón. Si le dicen siempre que sí, exclame: «¡no me trate como a un loco!».
  • Aproveche el viaje para hacer su almuerzo . A modo de ejemplo, puede usted desenvolver un prominente sándwich y abocarse a su ingesta, sin preocuparse por las migas desperdigadas ni por el olor que emana del chorizo o la aceitosa milanesa. Si alguien lo mira mal, ofrézcale un bocado.

Martín Grosz (21 años)
Estudiante de Comunicación Social