Por Alejandro Rothamel.
Solamente yo.
Tan sólo yo, conmigo,
entre sombras de voces
que eran mías, ajenas, suyas,
de sí tan lejos y tan cerca de mí:
hoy llantos ahogados de soledad, y miseria
que reparte sus bienes muertos.
Mis ojos: en los míos.
Mis manos: palmas cerradas,
o abiertas, pero sin nada
en silencio estruendoso que calla ante sí,
ante la certeza de su áurea soledad
inhóspita y maldita.
Lo mío, mío y propio y de mí.
Sólo de aquél que soy yo y no soy,
de yoes muertos, tendidos, y regando
con sangre blanca el estero estéril.
Ya calla la noche en su muerte
de luz sombría y fría: luz mía,
suya, del otro que era yo.
Y yo sin nada, sin nadie.
Yo sin vos, sin ti, afanado
yo solo en fantasías,
en quimeras, sin nadie,
conmigo.
Yo solo.
Alejandro Rothamel (22)
Estudiante de Derecho