Se nos siguen pasando los fideos

Por María Bergara.

Sería más fácil rebanarse la cabeza, Alberto, te juro. No por mediocre, sabés que nunca fui de la salida fácil. Pero pensá qué lindo sería. Sé que tengo razón. Sería tanto más fácil. Dicen que la cabeza controla todo, viste, pero es lo único que no controlamos. Explicámelo. Entonces no controlamos nada, ¿ves?, por la puta cabeza. Meta pensar todo el día. Cuando no querés pensar, estás pensando en no pensar. Trampa. ¿Ves? ¡Es la cabeza de mierda, Alberto!

Sabés qué me imagino, ¿no? Que igual, aunque me la rebane, es invencible… Un hachazo y ¡zas!, caerían las ideas, todas, así, como enredadas, como una maraña de fideos pasados, una cosa horrible. Y ahí las vería, arriba de la mesa, bah, no sé, las sentiría con mi mano y todavía buscaría ordenarlas. Explicame por qué tenemos ese maldito vicio. Todo el tiempo querer ordenarlas. Será que también habrá que rebanarse las manos, no sé.

No te rías Alberto, te juro: una maraña de fideos pasados. Y los fideos pasados no tienen solución, viste. O los pasás con queso y te haces el dolobu, o te cagás de hambre. Son un mazacote, y otra no hay. La cabeza te la juega por atrás. No te da opción. Claro, formulemos preguntas, que total la respuesta no la tiene nadie. Por atrás, ¿no te digo?

Por ahí es cuestión de separar, ¿viste? Saber poner freno. Cómo decir… no sé: me imagino separando fideos crudos de cocidos. Esta metáfora ridícula que se me ocurrió. Pero te juro que cada día tengo el marote más repleto de pasta pasada: como si estuviera a fuego máximo. Una maraña, Alberto.

Quisiera no pensar tanto, qué sé yo. Al final, cuando la necesitamos de nuestro lado, la cabeza es nuestro peor enemigo. Y aunque lo sabemos, se nos siguen pasando los fideos, y nadie hace nada, ¿te das cuenta? Explicame sino por qué mierda andamos todos con cabeza todavía.

María Bergara
Estudiante de Comunicación
21 años