Free Play

Karina Coronado es, sin duda y ante todo, multifacética. Cuando habla da la sensación de que todos los días se despierta de buen humor. Es sonriente y alegre. Le gusta soñar, pero para nada está alejada de la realidad. Es concreta y correcta.

Karina es artista, pero tan modesta que no se anima a describirse como tal. Sabe un poco de todo y mucho de algunas cosas. Transmite, ante todo, simpatía. Es una mujer muy segura, que goza de todo lo que hace. Sabe de dónde viene y hacia dónde va, pero deja que la vida la sorprenda.

Karina es objetiva: conoce sus límites y admite sus miedos. Reconoce que su sueño es ser actriz de comedia musical, y que de chica le hubiese gustado ser periodista. Se dedicó toda su vida a la docencia de inglés: en colegios, jardines de infantes e, incluso, hasta logró fundar y coordinar su propio instituto.

Karina es productora innata de todo lo que pasa en su vida: siempre tiene proyectos en mente y hace lo posible para concretarlos. Nunca se deja estar, pues constantemente está en búsqueda de su perfeccionamiento. Según ella dice, aún está buscando su verdadera vocación. Ama lo que hace, y logra contagiar ese amor.

Karina, totalmente relajada ante su primera entrevista, se definió a sí misma como mujer, madre, hija, hermana y docente de alma…

¿Cómo fue tu formación?

Mi formación formal fue como profesora de inglés en el Instituto Nacional Superior del Profesorado en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”. Sin duda, es en el rol de docente donde me siento más cómoda, pues después de treinta años de ejercicio, siento que lo hago “de taquito”.

Ahora bien, a nivel artístico, de chica ya sentía una fuerte inclinación hacia todo lo relacionado con la expresión: tomaba clases de guitarra, cantaba con mi padre… Indudablemente, fue en mi colegio, el Northlands, donde propician absolutamente todo lo que es teatro y deportes, donde logré descubrir mi gusto por lo artístico. Allí participaba del coro, de las obras de fin de año y escribía guiones. Sinceramente, creo que todo esto no hubiese sido posible sin la influencia de las directoras María Teresa Mayochi y Mary Parczewski. 

Tal fue el impacto que tuvo la formación del colegio en mí, que cuando puse el instituto de inglés lo hice, en lo posible, siguiendo ese modelo.

¿Cuál considerás que es tu máximo logro a nivel profesional?

Artísticamente creo que aún no lo he alcanzado; pero desde el punto de vista docente, el hecho de haber tenido mi propio instituto de inglés —que empezó en un departamento de un ambiente y finalizó en un petit hotel—, fue sumamente gratificante.

También tuve un jardín de infantes, que si bien no fue exitoso a nivel económico y de cantidad de alumnos, si lo fue como proyecto.

Por último, tuve una escuela de comedia musical, que además de ser exitosa de por sí, para mí fue muy enriquecedora.

¿Qué es ser artista: se hace o se nace?

La respuesta a esa pregunta la encontré al leer a Stephen Nachmanovitch, en su libro Free Play.

En definitiva, más allá de que siempre hay una cuestión de técnica y disciplina, todos somos artistas. Una vez entendido esto, queda en cada uno lograr dejar de lado los obstáculos —que nos presenta el destino o que nosotros mismos nos ponemos— que impiden que el artista salga a la luz.

Hoy en día veo mucho más interés en el arte que cuando yo era estudiante: son cada vez más los jóvenes que deciden seguir su vocación artística, y a su vez, son más las facultades de música, bellas artes, terciarios y talleres que satisfacen esa demanda.

El mundo del arte está lleno de personas magníficas, solo es cuestión de encontrar el lugar de cada uno: algunos se sienten más cómodos arriba de un escenario, otros dando clases; algunos aspiran a la calle Corrientes, mientras otros se sienten más identificados con el teatro under.
En mi caso, por ejemplo, sigo hasta el día de hoy estudiando teatro con sumo placer y sueño con tener un espacio —ya sea un teatro o un bar— donde pueda montar los espectáculos que a mí me gustan.

¿Hay algún artista que especialmente te haya influenciado?

Si bien puede parecer banal, un personaje que realmente me ha marcado ha sido el de Julie Andrews en “La novicia rebelde”. También admiro muchísimo a James Taylor y Barbara Streisand.

A su vez, si bien me encantan las superproducciones como las de Madonna, me gusta más lo que requiere de poco, lo sencillo, como las de Caetano Veloso, Diana Krall y Keith Jarrett.

Karina conduce en la radio Free Play —nombre en honor a la obra de Nachmanovitch—, una columna de entrevistas a personalidades del arte y la cultura.

¿Cuál es el objetivo de “Free Play”? ¿Cuáles fueron los personajes que más te gustaron entrevistar?

El objetivo de la columna es promocionar el arte en general, generando un ambiente cálido para que el público pueda conocer a la persona que hay detrás de todo artista. En este espacio se escucha en vivo la música del invitado y se informa al público sobre sus futuras presentaciones y su actividad docente. En realidad, lo que busco es lograr un espacio que puedan disfrutar tanto los mismos artistas como los oyentes.

A lo largo de este año he entrevistado a muchas personas interesantes. Debo reconocer que la variedad de artistas es amplísima: algunos son muy “locos”, otros te hacen matar de risa, otros te emocionan…

Hay un pianista que me encanta y disfruto mucho entrevistándolo: Manuel Fraga, quien en mi opinión tiene una combinación única: buen humor, talento y pasión por lo que hace. También disfruté mucho la entrevista a Voxpop, que es un conjunto vocal masculino que canta a capela.

Así es Karina Coronado: espontánea, transparente, perseverante y creativa. Ella tiene su filosofía de vida, la cual lleva a cabo en todos los ámbitos y logra transmitir a todos los que la rodean. No es casualidad que sus tres hijos amen el arte tanto como ella.

Justa Roca (22) y Mercedes Mahomed (21)
Estudiantes de Derecho
jusroca@hotmail.commechi_mahomed@hotmail.com