Por Diana Rodríguez.
“No hay respuestas a las cosas más difíciles de la vida y es hasta ahí donde llega la moral. Si se trata de ir más allá, vienen la desolación, el ateísmo y la resignación. Pero existen otros casos donde sí se acaba la moral y empiezan la religión y la fe, sin el propósito de querer encontrar respuestas…” (Santiago Legarre)
¿Cómo no quedarme hipnotizada después de oír esas palabras? No es lo que normalmente esperas escuchar cuando es la primera vez que vas a un seminario obligado por tu universidad. En mi caso, fueron dos días de charla en los que el Dr. Santiago Legarre nos habló sobre la ley moral natural y el derecho positivo, algo nuevo e interesante. Sin embargo, eso no fue lo que hizo que esta charla sea una de las más memorables que tuve.
Entonces ¿por qué esta charla fue tan interesante? Tal vez fue la manera en que Santiago captó mi atención inmediatamente o tal vez porque se entendía lo que explicaba y no era aburrido. Al finalizar el seminario, fui con mis amigas a sacarnos una foto con él y nos marchamos. Días después nos llegó un mensaje de un amigo nuestro que casualmente es alumno de él y decía que quería que nos reuniéramos a charlar en el café Alexander. Aceptamos y nos reunimos esa tarde, charlamos un buen rato, comimos y reímos.
Sin embargo, yo aprendí dos cosas. La primera fue durante el segundo día del seminario, cuando Santiago me dijo que el significado que tiene que las mujeres fumen es totalmente diferente al de los hombres y este es descrito en una palabra: “seducción”. La segunda fue en el día de nuestra reunión en el café Alexander, cuando me dijo que el hecho de que las mujeres tomen alcohol significa rebeldía. Recuerdo bien que le dije a Santiago que, suponiendo que fuera verdad lo que decía, entonces yo era la mujer más seductora y rebelde que existía.
Es curioso: fueron dos días de seminario y son solo esas dos cosas las que se me quedaron grabadas en la mente. Supongo que fue porque el primer día Santiago se dedicó a presionarme acerca de por qué fumaba tanto, que era un vicio y además era malo. Hasta que le dije algo que creo fue lo que hizo que se acordara de mí al día siguiente: “De algo debo morir y no se será de amor”.
Creo que las mejores personas que uno conoce son aquellas que llegan de la nada, sin razón, y su estadía no es larga pero su legado es inmenso. Llegan en el momento correcto, con las palabras correctas y te marcan. Curiosamente eso fue lo que me pasó con Santiago, pues sin darse cuenta me dijo varias cosas que me hicieron pensar y reflexionar en un momento muy crítico para mí.
Agradezco haber tenido la oportunidad de conocerlo y definitivamente espero algún día volver a tener una charla en un café, donde dos extraños se encuentren y simplemente hablen y se escuchen. Como dijo Santiago en un principio, no hay respuesta a las cosas más difíciles de la vida; sin embargo, yo creo que tampoco las hay para las cosas bien simples y eso es lo que hace que un encuentro inesperado sea tan memorable: no entender la respuesta y simplemente disfrutar es de las cosas más bellas.
Diana Rodríguez (19)
Estudiante de Derecho
diana_dzx@hotmail.com