Por Damian Carbone.
Lo que termina, lo que empieza, lo que respira y lo que acaba de morir. Allá arriba, cerca del sol, no hay tiempo posible, no hay espacio posible, sólo nubes que arman y desarman senderos y arcoíris. Se dibujan sueños, se marcan sonrisas, florecen los silencios, lloran tristezas, nacen alas de cristal. Todo pero todo allá arriba necesita de las luces amarillas, de las violetas y de los azules turquesas, y también de huellas de perdón, de laberintos sin salida y de castillos de arena con princesas y reyes que se quieren. Tenés todo, tenés nada. Los contrarios se atraen y se anulan formando jirones de amor y de odio. Vos crees que sabes pero en el fondo nada sabes. Somos recuerdo y el olvido indiscreto. Apretá fuerte los momentos, encerralos en una mano, miralos, se escapan, ya se fueron. ¿Dónde estás? ¿Dónde estamos? Hundidos con la esperanza color sangre, gritando espejos, con el sufrimiento de la despedida, nos miramos y nos encontramos. El hoy tiene un para siempre. Quizás sí. Quizás no. Con estrellas, con una pulserita roja y con unos ojos gigantes mirando las nubes. Estas nubes. Las de arriba de mi cabeza, las que tengo en el corazón y en los huesos. Perdón. Pero todo lo que diga está de más.
Damian Carbone (27)
Abogado
damianc_87@hotmail.com