Por José Alberto Suarez.
A veces pienso si tengo un Padre o tengo un amigo de esos con los que el silencio no es incómodo. Un amigo que me vio salir y que cuando me ve con cara de llegada, patea un poco el disco porque sabe que todavía no llegué. Un amigo que me vio crecer mientras crecía y me enseñó mientras aprendía. Un amigo con autoridad de ley, gigante en su humanidad.
A veces pienso si tengo un Padreo un compañero sobre el que descansar el peso de alguna arremetida. Uno de esos con los que se lucha con y uno de esos con los que se lucha contra. Un compañero que empuja si está atrás y derrite hielo si es punta de lanza. Un compañero templado por gigantes en su humanidad.
A veces pienso si tengo un Padre o un ídolo sobre el que escribir interminables libros. Increíbles fábulas sobre el martillo de Thor y míticos dioses de los elementos. Un ídolo que encadena sus demonios y todas las mañanas les tira un poco de carne para que la cadena aguante. Un ídolo, que en su humanidad, endiosa su derredor.
A veces pienso si tengo un Padre o un recuerdo constante de que siempre puedo llegar más lejos, siempre puedo explotar más fuerte; que el horizonte es indefinido y que lo grandioso se presenta al vivirlo con naturalidad.
A veces pienso en mi amigo, a veces pienso en mi compañero, a veces pienso en mi ídolo y a veces pienso en mi recuerdo constante. Pienso en mi Padre.
José Alberto Suarez (25)
Abogado
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