Sed Contra 22

Hace unos días, un editorial del diario La Nación provocó un vigoroso revuelo en la opinión pública. La polémica que avivó dicho editorial se discutió en todo tipo de ámbitos y tribunas. Por mi parte, escuché detracciones y defensas en boca de personas de diversas edades y educación, y en todo tipo de medios de comunicación. Entre todas estas expresiones advertí una particularidad que me conmovió vivamente: el género que se utilizaba para mencionar el término “editorial”. En  efecto, gran parte de estas manifestaciones utilizaban el género femenino para referirse al editorial. Por citar algunos ejemplos representativos: Lucas ArrimadaRodolfo BarrilliMartín FresnadaKevin JohansenLorena MacielAdolfo Pérez Esquivel.

Editorial es una palabra que admite tanto el género femenino como masculino, pero de acuerdo al género que se utilice se atribuirá su significado. Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra “editorial” con género femenino se refiere a la casa editora; en cambio, la palabra “editorial” con género masculino se refiere al artículo no firmado que expresa la opinión de un medio de comunicación sobre un determinado asunto. De ahí que al editorial de La Nación que generó la polémica a todas luces le corresponde el género masculino.

Desconozco por qué razón se ha producido la generalización de este error. Tampoco es el objeto de estas líneas dar respuesta a ello. Echo mano a esta situación para destacar la habitualidad de un error ortográfico que, como tantos otros, desluce nuestro idioma. Situaciones como estas son las que justifican la existencia de Sed Contra.Desde acá, desde esta revista, nuestro principal propósito es facilitar a numerosos escritores un medio de expresión; pero, además, otro de nuestros propósitos es colaborar por un español con menos errores ortográficos, misión que encaran con tenacidad nuestros editores. Así podemos soñar con un mundo en el que los editoriales expresen opiniones y las editoriales publiquen obras.

Lucas Abal
1º de diciembre de 2015