Sed Contra 23

Solo escribí un editorial

De acuerdo con las reglas generales de acentuación, no corresponde que la palabra “solo”, en cualquiera de sus acepciones, lleve tilde. En efecto, “solo” es una palabra grave que termina en vocal y, tal como nos enseñó nuestra maestra de cuarto grado, no corresponde tildar las palabras graves. Sin embargo, este vocablo constituyó (¿y constituye?) una excepción a la regla general y, tal como nos enseñó nuestra maestra de quinto grado, corresponde tildar la palabra “solo” en el caso en que pueda ser remplazada por la palabra “solamente”. Lo que no me enseñó la señorita Laura (mi maestra de quinto) fue que esta tilde tiene un nombre que me hubiera resultado difícil a mis nueve años: diacrítica.

La tilde diacrítica (del griego diakritikós: que distingue) de la palabra “solo” tiene el propósito de evitar dobles sentidos (anfibologías). Así se busca evitar la ambigüedad que surge, por ejemplo, del título de este editorial: ¿el director escribió solamente un editorial en este número o escribió el editorial en soledad? Ahora bien, ¿qué dice la Real Academia Española sobre la tilde del adverbio “solo”?

Las primeras ediciones (siglo XVIII) de la, por entonces, Ortografía de la Lengua Castellana compuesta por la Real Academia Española no hacen ninguna mención de la tilde diacrítica. Por su parte, la palabra “solo” es utilizada, en estos textos, siempre sin tilde (incluso en los casos en las que podría ser remplazada por la palabra “solamente”). En el año 1952, la Real Academia Española comenzó a recomendar la tilde en el adverbio “solo”, mientras que las normas de 1959 afirmaron que la tilde no resultaba obligatoria incluso para los casos de ambigüedad.

Resulta curioso que la norma que se impuso hasta nuestros días (la tilde en el adverbio “solo”) no tenga su origen en una norma oficial, sino en el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española (1973). En un pie de página de dicha obra se sostiene que la palabra “solo” puede acentuarse o no, y que la tilde será obligatoria únicamente para el caso de ambigüedad. Más curioso resulta aún que, en ninguna época, las normas de la Real Academia Española impusieran obligatoriamente la tilde al adverbio “solo” para todos los casos (a pesar de lo que me enseñara la señorita Laura y probablemente sus maestras de quinto grado).

La Ortografía de lengua española vigente (2010) señala, por su parte, que incluso en los casos de doble interpretación se puede prescindir de la tilde en el adverbio “solo”. Es decir, “solo” no deberá llevar tilde en ningún caso y, para los casos de ambigüedad, tildar el adverbio será a elección del escritor.

Desde Sed Contra sugerimos escribir “solo” siempre sin tilde y, para los casos de ambigüedad, utilizar alguno de los tantos remplazos que puede tener la mentada palabra (por ejemplo, “solamente” o “únicamente”). Ojalá se atreva, querido lector, a esta desafiante opción. Después de todo, la Academia así lo pretende.

Lucas Abal
1º de julio de 2016