La otra

Por Lucrecia Capdevilla.

En la vida diaria, nos encontramos con un montón de situaciones extraordinarias que nos hacen escapar de la tediosa rutina, aunque sea, por unos instantes. Conocerse, fue una de esas situaciones: tan inesperada, como maravillosa. Se encontraron, así fue, simple, fortuito y romántico.

Él, debía presentarse en su oficina para entregarle una documentación por un trámite bastante urgente. Ella, eterna enamorada y novelera, por un segundo, imaginó que quién se hallaba del otro lado del teléfono-horas antes- podría ser alguien encantador; sin embargo, al haber elaborado esa teoría en reiteradas ocasiones sin el desenlace deseado, descartó casi de inmediato aquel pensamiento.

La secretaria avisa la llegada de este muchacho, por lo que Clara, se dispone a salir. Al saludarlo, se siente atravesada por su mirada…  sus ojos le responden, se dicen cosas sin hablar.

Lamentablemente, el tener esa consciencia de atracción hacia alguien, no hace más que inhibir cualquier atisbo de espontaneidad y soltura, por lo que los instantes que sobrevinieron a aquella ínfima demostración de interés entre ellos, se tornaron tensos y torpes, repletos de palabras que pretendían llenar espacios; con movimientos atolondrados que culminaron en un saludo tosco que incluyo 5 amagues de beso/no beso y sonrisas extrañas… básicamente, la incomodad en su máxima expresión.

Las horas transcurrían -en un lunes que se volvió completamente improductivo- y el anhelo de Clara de un accidental reencuentro o contacto a través de cualquier vía, aumentaba. El pretexto surgió, por supuesto, pues desde corta edad, ella se ocupó de generar oportunidades en cuanto a masculinos se trata. Desde jardín de infantes, cuando un compañero le gustaba, se mostraba impaciente, directa e intentaba fervorosamente conseguir su atención…

El idilio crecía proporcionalmente a la historia que su cabeza creaba: ya había propuesta matrimonial, viajes y asados con familiares y amigos…Sí, así de rápido trabajaba su mente-“ gracias mamá por hacerme una ávida lectora de novelas de amor y una incansable soñadora”.-pensaba. Sucede que en la novelas de los libros que alimentaron año tras año esas fantasías amorosas, no se contaba con recursos como internet y facebook; en el contexto de aquellas épocas, una situación similar a la narrada, conservaba el suspenso hasta un nuevo casual encuentro. Hoy, en segundos, el misterio desaparece y, como le sucedió a nuestra protagonista, te enteras que tu príncipe azul tiene a su princesa desde el año 2012, y viajaron juntos y ella es linda y … Clara, se sintió una gran pelotuda.

Así las cosas, la inocencia y la pureza de una emoción tan noble, como lo es un flechazo, se transforma en la manifestación cruda de la violación a uno de los 10 mandamientos: “No desearás, la mujer de tu prójimo”…  en el caso, al hombre de tu prójimo, obviamente. Exactamente señores, la dulce joven de este relato, esa Olivia Newton John de Grease, es ahora la reventada Scarlett Johansson de Match Point.

La encrucijada moral que caracteriza las historias de estas características, sumado a que sus finales distan de ser similares al de las referidas novelas, inevitablemente llevaron a Clara a la reflexión: POR QUÉ?

Nada había ocurrido que merezca su arrepentimiento, o una culpabilidad que la invada; pese a ello, a esa mirada inicial, se incorporaron diálogos y momentos compartidos con el muchacho, en extremo agradables… este chico se había metido en su cabeza. Clara debía evitar por todos los medios, que la atracción mute y descienda hacia al órgano irracional… al de los sí injustificables; pues es sabido que cuando el corazón se entromete, ya es demasiado tarde.

Dos caminos: Dejarlo pasar, o transitarlo fiel a su deseo, intentando no transgredir límites ni valores con los que comulga. De optar por lo segundo, y considerando las barreras que ella no ha de cruzar, el experimento no concluiría con un final feliz. Lamentablemente, había una tercer persona detrás de todo que Clara se negaba a mencionar,  por vergüenza, y por el respeto que no le estaba otorgando, ni ella, ni al hombre en cuestión.
Lo sentía tan real, tan auténtico, sin embargo, fue sincera consigo misma… Pues las relaciones, distan de ser perfectas, son difíciles de cuidar y conservar…  ella lo sabía, sintió y mucho, y atravesó  el estar lejos de su pareja,  el confundirse;  sabe que son momentos, a veces…. Y a veces, no.  Se juzga, lo juzga a él; sólo que termina perdonándose. Como si hubiese algo más fuerte, más poderoso y transparente que los une… “así ha de razonar una amante verdad? Es este el silogismo que provoca que hombres y mujeres justifiquen sus pasiones más oscuras?”… Se pregunta.

Maldito el día en el que descubrimos que ni nosotros mismos logramos escaparnos de las tentaciones más indignas. Hasta el amor más maravilloso, muta permanentemente y se apaga si no sé alimenta de la energía de dos. No es pesimismo, es, es lo que es… perfecto, hasta que deja de serlo.

Clara no se permite no creer, aún, alberga las esperanzas de que existe ese amor imperfecto que perdura en el tiempo y trasciende los obstáculos, pues aún, anhela ese amor. Entonces, despeja todas sus dudas, se auto prohíbe entrometerse en el amor imperfecto de una pareja: 10 felicitado en la teoría, en la conciencia y en la práctica: 0.
Termina la semana… “la otra” no tiene lugar, más que en horario laboral o en algún espacio recreativo, en donde el sujeto no deba explicaciones a nadie. Obediente, se despide hasta el lunes deseando un buen fin de semana, acatando las reglas de la trampa.

El fin de semana ya no resulta tan atractivo, ahora, es la ansiedad la que irrumpe en estos días que se suponen de goce y vacacionales, ella aguarda al día hábil que vendrá,  el que le regale la pequeña satisfacción de un diálogo virtual con él.

Luego de dos semanas la atención del comienzo se diluye a pasos agigantados, se escurre como el agua. Ya no es el juguete nuevo, ni lo prohibido; fue solo una gran emoción pasajera, un recordatorio de la sensación del chispazo y el flirteo, una adrenalina fugaz.

Voluntariamente se involucró, sólo que ahora, esa voluntad se ve doblegada… aparecen condicionamientos, sabe que un paso en falso puede hacerla volar por los aires: Lo quiere para ella, pero ya tiene dueña.”

Lucrecia Capdevila
lucre_capdevila8@hotmail.com