Por Juan Manuel Juarez.
Ambos ocupan sillas enfrentadas entre sí, con un vergel de distancia por medio. El aire que uno de los dos impone, insta al otro a achicar pupilas y tensionar su espalda en déficit; erran la claridad y el motivo, sobre cómo desentenderse de tan penosa situación.
Los libros no pueden explicar el por qué, porque el dominante se abstiene de compartir la calma y, despreocupadamente, lo va a torturar por siglos.
Juan Manuel Juarez (24)
Estudiante de Licenciatura en Transporte Marítimo
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