Esbozo de un profesor ideal

Por Rocío Sirvent Tubio.

Los trece años de formación en un notable colegio parroquial, situado en el corazón de Almagro, fueron el escenario donde empecé a ilustrar este interrogante del dream teacher; más bien, tratar de encontrarle sus piezas. Desde un punto de vista simbólico, a mi modo de ver, la alegoría de la docencia está representada por la fertilidad[1]: la casa educativa es el suelo que suministra los nutrientes necesarios para el crecimiento de la vocación; esto comprende tanto a los cursantes del profesorado como a los permanentes cuyo instructivo de enseñanza sigue vigente a pesar de las proyecciones futuras, que descienden como paracaídas, de algún programa ministerial.

Esta metamorfosis de alumna de un establecimiento privado a otro  no obstante, el nivel educativo—secundario y universitario—me permite hacer pequeños ajustes al diseño que tenía a priori. En los tres años de cursada que llevo en la facultad soy espectadora de un teaching parade[2] que transcurre aula por aula.  Los modelos de docentes jurídicos más diversos caminan por la pasarela de la universidad: algunos para completar el to do list y agregarlo al Linkedin como una asignatura cumplida para ascender en el ámbito; otros encuentran el sendero en lo académico y la investigación, tienen cierto estímulo pedagógico y enseñan per natura; por último, se hallan los abogados pasivos que quieren sumergirse en la experiencia del adiestramiento en la carrera de grado. Aquella idea de firmeza vocacional retroalimentada empezó a tomar otro relieve.

En el ínterin de este escrito, estoy sentada en un aula pretendiendo describir que tan inconcebible podría ser si fuera docente de la carrera que elegí. Ni bien llega uno de los tantos modelos al aula, me pregunto: ¿estas personas conocen algún instructivo para dar una buena clase? Parece muy complejo de responder. En cualquier profesorado, a la hora de las prácticas se pone en tela de juicio este asunto. El modelo omnipotente y la omnicomprensivo son singularidades ficticias en el ejercicio de su actividad. Este puede proponer o tener un target de cada clase que va a impartir. El fin hace a la clase ergo, a carencia de uno, el ambiente sería un completo hastío.

Dentro de la carrera de Derecho, el alumno juzga y acota; la intervención y la participación son imprescindibles, por lo que si se aspira es generar un ambiente favorable en cada puesta lectiva, el arquetipo debe contar con un as bajo la manga: poseer recursos que se adecúen a las modalidades de aprendizaje del alumno;  tanto la didáctica como ciertas técnicas que utilizan, por ejemplo, los psicopedagogos para analizar al paciente. Por eso, creo en la importancia del diagnóstico o “parcialito” como lo llama algún que otro educador,  al inicio de la cursada, ya que son la clara muestra de encontrar estos hábitos.

Un estudio realizado en México[3] sobre los modos de aprendizaje que manejan los estudiantes universitarios, demuestra que la garantía del éxito académico es que el profesor se adecue a cada uno de estos (visual, auditivo, cenestésico). Si el profesor reconoce esto, con la logística que maneja, podrá diversificar sus clases la cual le permite hacerlas más entretenidas.

El modelo se aclimata a los procesos evolutivos, por lo que necesitará una personalidad tech-friendly. Algún que otro clásico docente jurídico polemizaría esto, pero, la tecnología es una herramienta que extendió, a partir de la invención del Internet, el acceso a la educación. Las cohortes demográficas existentes[4] cuentan con este subsidio por lo que el arquetipo es genuino: se capacita para implementar acordemente esta herramienta en sus lecciones.

Es muy importante que conozca el entorno estudiantil; el es la imagen que debe capturar para poder obtener lo más esperado: su atención. Debe prevalecer una correspondencia asimétrica entre ambos, donde la  satisfacción del que enseña está en el dar y el de la parte enseñada, en el recibir.

Es un modelo que no distingue ni tiene preferencia alguna: todos los aprendices son iguales; tienen distintas formas de incorporar lo que se brinda. Si tomaron la decisión de formarse con él, y más ahora que prevalece la disyuntiva en la libertad de elección de cátedras, todos serán moldeados con la misma exigencia y disciplina académica.

La dimensión temporal es una variable situacional que marca su presencia en el aula. Es un elemento organizacional, por lo que un plan estratégico permitirá que la comunicación a sus instruidos sea potencializada y eficaz.

Tiene como pilar la interactividad. Una buena comunicación se construye a partir del enlace profesor-alumno en el contenido. Ergo, debe preocuparse que sus clases sigan una forma episódica definida. Cada encuentro es el capítulo el cual se ve la dinámica de los protagonistas: el que comprime el contenido de aprendizaje y las partes que hacen visible la tarea de su compresor.

Ya que mencioné la planificación, esta es un tronco necesario en la profesión porque permiten que reflexione o contemple, las situaciones de enseñanza y aprendizaje que se van dando en el aula. Es el trayecto que recorre varias estaciones: desde la preparación de la clase, realizándose con los propósitos, métodos y contenido que cargará hasta llegar a la estación terminal o meta que será su éxito.

No lo quiero armar como si fuera un robot salido de una convención digital. Se lo debe pasar por el mismo tamiz que a la persona humana; tiene sentimientos, no es un extraterrestre como aduce cierta imaginación infantil. El modelo cumple un rol especial, es una estela en el mar donde nada el alumno. Tiene una matiz paternal, su benevolencia y la predisposición permiten que acompañe al alumno a llegar a la orilla.

La relación profesor-alumno es interpersonal pero con ciertos límites, “el modelo debe evitar rebasar la frontera” [5] que desde un principio marcó en su itinerario. Al conocerlo, cobra cierta solidez integral que lo fuerza a mantener un igual equilibrio en todas las aulas que pisa.

La pieza del modelo examinador es a la que los alumnos más temen. Debe concebir el examen como una instancia donde encuentre la congruencia entre el goal de cada clase y los que pone a prueba en la elaboración del mismo. Esta prueba debe ser atípica, como mencioné antes es un personaje mutatis mutandis, no sigue siempre el mismo método sino que experimenta con nuevas fórmulas; no quiere que sean recitadores de manuales. El control debe contar con una parte teórica y práctica para que el examen no sólo sea memoria y lectura de contenidos vistos, si no que tiene ese condimento que a al alumno— contándome— le genera cierto misterio: el práctico. Este sirve para ayudar a que el intelecto trabaje y pueda a partir de esa cadena mental de párrafos y párrafos de textos elaborar juicios críticos respecto a temas tocados en el recorrido del modelo.

El examen es un trámite que define  la victoria y la derrota de la misión que tiene el modelo hacia el alumno. Siempre que salgo de uno que no fue óptimo, trato de ponerme en los zapatos del docente pensando cómo se sentirá ante esta estresante convocatoria hacia miles de nosotros. Para algunos profesores mediocres, el “bochazo” lo tienen incorporado como rutinario. El modelo debe reconocer que se equivoca, y que siempre cuenta con un antídoto para curar estos actos.  Está sometido a una frecuente refutación socrática[6], sigue aspirando a que su aprendiz pueda avanzar. Es empático y honesto ante sus fracasos porque es este el punto donde el alumno se sintoniza en el  nuevo intento que va a realizar.

Un fragmento a destacar, es esa cifra que viene persiguiendo constantemente al alumno perfeccionista, al que se esfuerza por obtener un mérito por toda la dedicación temporal a la preparación de los exámenes y el que se tira a la pileta para poder pasar y obtener un título. La subjetividad y el azar que prevalece siempre en este período son tan peculiares. La obligación tallada en  el estatuto universitario aclara que se debe calificar al alumno del 1 (uno) al 10 (diez); donde el primero es insuficiente y el último sobresaliente. Calificar es bueno porque permite al modelo valorar el progreso del alumno en la materia dictada. Las notas son marcas puestas en el analítico que pueden hacerte merecedora de un diploma de honor y, una beca para seguir progresando en tu formación académica, galardones que todo alumno desea recibir pero, un número no hace a la persona en sí, lo que si la hace es su prosperidad profesional más que nada en los valores que fue alimentando en los recintos áulicos.

A mi parecer, es importante destacar que el modelo debe ser axiológico: posee un cúmulo de valores. La cognitiva es una de las raíces que tiene que echar para poder seguir pero, su espiritualidad debe brotar porque eso es hacia donde el alumno más propende.

Este es una persona considerable. Por eso es importante, que cuente con algún elemento importado de sus experiencias vividas. Viaja a diversos establecimientos alrededor del mundo para poder conocer la realidad académica que categoriza a cada uno de estos. El educando conoce la otra cara del modelo generando un buen efecto en él.  Es un teacher on the road  ya que en cada gira salen nuevas oportunidades que permiten la promoción de su crecimiento académico. Su perfil va quedando entonces más alineado; para ello debe tener un tejido de contactos interior y exteriormente. El modelo requiere el predominio del inglés como native language ya que actualmente, es la llave que abre todas las puertas al mercado laboral, y la docencia está adentro de este. También, el manejo de otros idiomas (italiano, francés, chino mandarín) fomentan el enriquecimiento social y cultural del modelo.

Los lazos que mencioné a antes, se dan muchas veces por las redes sociales, ya que son un medio donde el modelo exhibe sus achievements en el ámbito. Además, ofrece sus estudios a la comunidad virtual donde los que se encuentran englobados, universidades de todo tipo, aprecian su historia escrita en base a su perseverancia en el estudio de temas relevantes del orbe jurídico.

Cuando aludo a estudio de temas relevantes, aparecen los papers que son el plato elaborado a presentar a los comensales del ámbito pertenecientes a distintas instituciones. Son ponencias que a medida que pasa el tiempo, siguen la misma receta o se lo condimenta con algo más innovador. Si el plato ofrecido por un chef, a saber, el anterior expositor, es ya típico, el invitado siempre espera algo más renovador o sugerente de la gastronomía. Esta escena es lo mismo que sucede en los coloquios en donde el modelo expositor, ante la falta de comensales habituales, almacena o recicla su primer trabajo.

Toda actividad académica, requiere una práctica de oratoria constante, él está bajo los reflectores[7] de los podios ya que nunca se despega de su diligencia on the scholar way.

El modelo es, generalmente, escritor. Entra a la pista de las editoriales jurídicas adjuntando el artículo preferentemente digital—aunque algunos son defensores del soporte papel— que lo llevará ser la esperanza del ámbito académico. La escritura es el arte que relumbra la profesión del abogado la cual, este modelo está a merced de incorporarla incesantemente. El oficio lo hace adepto a estudiar nuevas lenguas, retomar el libro de Ortografía de la RAE que lo acompaña en sus crisis léxicas, y hasta volverse un literato de cualquier género ajeno al terreno que pertenece.

Hay que recalcar que la investigación académica es, remotamente, la tarea que debe redundar en su actividad. Esto lo hace completamente auténtico; tiene empatía con la soledad: estudia, lee y escribe para dejar excedentes en la academia jurídica.

La investigación hace al “universitólogo” por excelencia; la universidad es la madre de esta ardua y animosa labor. Es una misión marcada en la vocación del modelo; por lo tanto, es un requisito de acreditación y financiación del doctorado; el caso más conocido en el ámbito interno es el subsidio que promueve instituciones como el CONICET, que permiten hacer favorable el avance de este ambiente.

El investigador porta el eslogan “publish or perish”. Es un aforismo que se traduce en una serie de controles y desánimos que se manifiestan en la postulación de esta carrera con el fin de que  haga una exitosa carrera académica. Esto lo podría ayudar a entender a partir de los actos imprescindibles que conlleva la investigación a entender per se el trabajo que está elaborando. Ser investigador es un camino espinoso por las pruebas que tiene que atravesar el modelo.

Otro punto a tener en cuenta, es que este modelo no tiene que coordinar o competir con los otros modelos. Estas dos acciones están avaladas por la facultad en el intento de  llevar el resalte del claustro. Sin embargo, hacen su estabilidad completamente vulgar.

El arquetipo ideal es muy difícil de edificar. No se dan al unísono los preparados que fui haciendo a lo largo de estas líneas. El análisis y la reflexión que me dejó cada encuentro de los viernes por la tarde, alegaron ciertas inquietudes que tenía sobre la  vivencia en los camarines de los modelos pero, más que nada, me dejó herramientas para las que fabricar el armazón que debe portar de “ideal” en su trayectoria por el ámbito. Tantas veces, las hermanas de la congregación de mi colegio, me hablaban de un llamado interno que nos convoca a hacer algo en vida; así pasa con los abogados que poseen cierta inclinación por la docencia; tienen una voz interna que los recluta a ser parte de este rumbo.

Reza un proverbio: las buenas fuentes que uno va conociendo aparecen en las grandes sequías[8]. Esta escasez de herramientas que tenía,  ahora ya munida por el aprendizaje que volqué aquí, y permitiéndome seguir ex nunc con esta meta que tengo desde que arrancaba las pequeñas tutorías de mi adolescencia, se las debo a algunos de los docentes que estamparon, estampan y estamparán mi vía educativa: personas que desde las vivencias en el recorrido de la profesión son auténticos diseñadores, aquellas que ante las adversidades y la decadencia vocacional, siguen compitiendo contra los obstáculos que desvalorizan su desempeño en el alma de la sociedad: la educación.

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Rocío Sirvent Tubio

Estudiante de Abogacía

ro.sirventt79@gmail.com

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[1] Aludo al significado de la RAE: “dicho especialmente de la tierra; que produce mucho”.

[2] Anglicismo inspirado en dos desfiles destacados de EE.UU.: la Disney´s Magical Parade en Florida  y, el Thanksgiving Day de la tienda departamental Macy´s en Nueva York.

[3] Ponce de León Castañeda. Perfil de preferencias de aprendizaje de alumnos y profesores de medicina. Elemento a considerar en la enseñanza (2010).   El objeto de  investigación fue hecho  a los estudiantes de Medicina de la UNAM.

[4] Esto alude a la IGeneration o centenials y, una  que nació en 2010 y tiene supuesta fecha de caducidad en 2025: la generación táctil.

[5] Manuel García Morante. La relación profesor-alumno en el aula. Entre educadores (2009).

[6] El docente tiene la sabiduría pone en evidencia el falso saber de los estudiantes incapaces de resistir al examen de la razón.

[7] “To be in the limelight” or “featured prominently”. El docente está en un primer plano siempre que es una  ponencia en algún centro educativo.

[8] Es uno de los tantos proverbios chinos que aluden al significado de la amistad.