Por Ricardo Raspanti.
1) Las dudas.
-Cambiá la cara hermano, ya pasó la final, todos queríamos la copa pero ya está.
-No entendés loco, no es por eso. El jefe de redacción quiere que saque un buen titular, bien amarillista, que la hunda a la piba. Y yo… yo la verdad lo entiendo, ¿vos no hubieras hecho lo mismo?
-Sí… qué sé yo… bastante arriesgada la jugada igual. Eso es lo lindo del periodismo, lo podés hacer quedar como un hecho simpático o como un gran fraude… por otro lado, vos tenés chicos que alimentar, una hipoteca que pagar… yo no me haría el gallito con el jefe y pondría la huevada que pida.
-Fue, tenés razón. La dejamos ahí.
2) Los titulares:
– “Joven engaña a todo un pueblo: ¿La juventud está perdida?”
“Broma de mal gusto en pueblito de Salta: ¿No tenía nada mejor que hacer durante la final del mundial?”.
– “Muchacha zafa del linchamiento al descubrirse su mentira mundial”.
3) Hechos y detalles:
San Antonio de los Cobres, pueblo de Salta de 5.500 habitantes, sufrió el 7 de julio la creciente (completamente inesperada al ser pleno invierno) de los ríos Toro y San Antonio, causada por una inusual tormenta que lo inundó todo y también provocó un alud dejando completamente incomunicada a la localidad.
El trabajo en conjunto del gobierno, y del solidario pueblo argentino, lograron reunir una gran cantidad de donaciones de alimentos, frazadas, medicamentos, abrigo y pañales, entre otras cosas. En los inmensos helicópteros del ejército fueron trasladadas.
Numerosos jóvenes salteños acudieron en ayuda para organizar las donaciones, entre ellos, Giuliana Rodríguez, quien todas las semanas viajaba a San Antonio a ver a su abuelo enfermo. Increíblemente consiguió convencer al piloto del helicóptero y viajó con ellos a ver a su ser querido.
4) La defensa
-¿Vos sos idiota pibe? ¡Mirá la historia que te perdiste!
-Pero el jefe de redacción me dijo…
-Y si el pelotudo ese te dice que te tires del balcón, ¿vos te tirás? ¡Metiste el mismo título de mierda que todos los medios, hubiéramos sido los únicos que decíamos la posta! ¡Estás despedido!
Dos semanas después de la copa, un experiodista del principal diario salteño fundaba su propio magazine deportivo Era penal con rotundo éxito.
En la tapa, la foto de -la hermosa- Giuliana Rodríguez en primera plana con el titular “La defensa” y el copete “La verdad de los hechos en primera persona”.
-Yo soy Giuliana Rodríguez, la persona más odiada en todo San Antonio y quizá en todo Salta, pero quiero contarles mi versión. Hace diez años, en la inundación anterior, quedamos sólo mi abuelo y yo… vivíamos los cuatro con mis padres que murieron ahogados. Cuando hace cinco años mi abuelo enfermó del corazón, no pudo seguir trabajando así que me vine a vivir a la Capital, unos pariente lejanos me bancan una piecita. Como cajera del supermercado lo mantenía a él y me mantengo yo, pero lo más importante es que tenía mutual para sus remedios.
Cuando desde el ejército me permitieron verlo me alegré muchísimo. Llevaba conmigo muchas cosas para él, entre las que tengo que mencionar una batería de auto y un transmisor de banda ciudadana, como los de la policía. Pero al volver se me vino el mundo abajo: En el vuelo, uno de los médicos me contó que por su delicado corazón y por la terrible hipotermia que había sufrido, le quedaban cuanto mucho dos semanas de vida. Y los trabajos de reutilización de la ruta iban a demorar como poco un mes.
De chiquita mi papá me había enseñado a usar los transmisores; entonces, ya que del otro lado del alud y de los ríos nadie tenía teléfono para hablar, le dejé el otro trasmisor… hablábamos sólo 5 minutos diarios para que no muera la batería. Lo que más le apenaba era no poder ver la semifinal Argentina vs. Holanda, así que se la relaté. No podía retransmitir la radio porque sonaba horrible, así que fui una locutora improvisada de lo que veía en la t.v. ¿Y saben qué? Se le llenó de vecinos la casa… ¡Era el único medio, la única transmisión del partido para 5.500 personas! ¡Y pasamos a la final!
Ahí un vecino hizo un pacto con mi abuelo: le cargaría la batería en el auto cuantas veces quisiera, para que hable conmigo cuanto quiera, con tal de que ese domingo yo les transmitiera la final. ¡Fue una cosa de locos! ¡Todo el pueblo en la plaza! Conectaron la radio a los parlantes de la Iglesia y los hicieron funcionar a 12 voltios. Mi abuelo me contaba todo con la voz quebrada de la emoción. Y así fue que relaté los primeros 45 minutos, el segundo tiempo… alargue…Minuto 113… Götze la toma sólo en el área chica… Glup…
(¡Perdoná, Abuelo!¡Perdoná, San Antonio!)
¡No lo puedo creeer! ¡Lo que se comió Götze! Era golazo cantado y el pibe la mandó afuera, hasta ahora penales.
118 minutos, tiro libre para Argentina en la puerta del área… Messi… Messiiiiiiigoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooool
Lloraba de emoción, gritaba como loca, ¡TERMINÓ EL PARTIDO, SOMOS CAMPEONES DEL MUNDO!
Ahí hablé a solas con mi abuelo. Contaba la fiesta que era San Antonio, nunca se había visto algo igual. ¡Lloraba el viejo! No podía parar. ¡Quiero que vuelva pronto la t.v. para que veamos juntos la repetición del gol! Grabalo en un CD, vos que sabés y lo veo mil veces…
Yo también lloraba. Tres días después el vecino me contó que mi abuelo empeoró, se agitaba mucho al respirar, estaba como apagado. Esa noche por radio estuvo más dulce que de costumbre conmigo, como despidiéndose. “Gracias por ser la mejor nieta del mundo… que la Virgencita del Milagro y San Antonio te bendigan”… yo contuve la lágrimas… “pero que San Antonio se porte bien con el novio que te consiga o lo reviento”, me dijo riendo.
Desde esa madrugada mi abuelo descansa en paz. No hay nada más horrible que un velorio relatado por radio, pero recién dos semanas después se abrió el camino y pude ir a despedirme al cementerio. Junto con la electricidad llegaron las noticias y las ganas de la gente de matarme. Sólo el vecino lo entendió, y me llevó escondida en el baúl del auto hasta las afueras, y de ahí a Salta. “No vuelvas por un buen tiempo”, me dijo con una sonrisa triste.
-¿Usted qué hubiera hecho, señor periodista? Era la frase que terminaba la entrevista.
Y yo no sé qué hubiera hecho, le respondí. Pero sé que quizá ahora querés un café o una cerveza…
FIN
Ricardo Raspanti
ricardoraspanti@gmail.com