Pedro Páramo

Voy a ver a mi padre contestó Juan Preciado. Y así fue que se dirigió al pueblo de Comala, a buscar a Pedro Páramo. Juan Rulfo es un escritor mejicano del siglo XX y del realismo mágico. En su libro, Pedro Páramo (Editorial Anagrama, Barcelona, 1993), presenta dos historias paralelas: la del padre y la del hijo. De estas historias que se entrelazan, resulta el tejido completo de la narración. Por un lado, la historia de un viajero que llega a un pueblo con un vacío de dudas a llenar, y, por otro lado, la historia de su misterioso padre, un mujeriego empedernido que sólo olvidó su fiereza a favor de la mujer que amó, Susana San Juan: Esperé treinta años […] Susana […] a tenerlo todo […] de modo que no nos quedara ningún deseo, sólo el tuyo, el deseo de ti.

Durante el tiempo que permanece en Comala, Juan Preciado es ahogado por un sinfín de voces voraces, acalladas por el olvido, que penan por su redención. Yo los oía. Eran voces de gente; pero no voces claras, sino secretas, como si me murmuraran algo al pasar, o como si zumbaran contra mis oídos. […] alcancé a distinguir unas palabras vacías de ruido: “Ruega a Dios por nosotros”. Las voces sin bocas eran susurros lamentosos que lloraban un pasado ido, una vida que se les fue. Buscaban un perdón inalcanzable, un sosiego que les era negado. Murieron sin redimirse, todos manchados de pecado, y se les hizo tarde. Nadie podrá alzar sus ojos al cielo sin sentirlos sucios de vergüenza. Y la vergüenza no cura.

Por los testimonios de estas voces vagas, Juan Preciado reconstruye la historia de Comala. De hecho, lo único que no ha muerto en este páramo es la incesante permanencia de estos sonidos mudos. Juan se aturde tanto de la muerte que acaba por encontrarla. En sus propias palabras: Me mataron los murmullos. Acaba envuelto en el desierto, en la sequía de vida, en lo vacío. Comprende que su padre fue el causante de muchos males: creyendo que todo le pertenecía, expropiaba tierras, asesinaba sin piedad y hacía suyas a todas las mujeres. Nada lo conformaba pues vivió su vida sin encontrar la saciedad del amor de Susana.

El libro presenta una estructura complicada, propia de Rulfo. Las historias paralelas se dividen únicamente mediante saltos de página. La narración se lee prácticamente de corrido, con la posible confusión que esto puede generar en un lector desatento. Sin una temporalidad definida, por no decir casi negada, se alternan sucesivamente el pasado y el presente para generar una sensación de fusión paternal entre las dos historias, nunca alcanzada en la realidad por ser Pedro Páramo un padre ausente para Juan Preciado.

La lucha de clases, el amor y la soledad, son sólo algunos de los temas que afloran en el entorno inerte, árido e improductivo del llano centroamericano. En una novela llena de crueldad, obsesión, locura, culpa y remordimiento, la felicidad, el perdón, la paternidad y la fe jamás florecen. Sin embargo, Pedro Páramo revive la muerte dándole voz a los silenciados, nos muestra vida en la sequía y nos condena al encierro en un relato de continuo impacto.

María Soledad D’Agostino
20 años

Estudiante de Comunicación Social

ms.dagostino@sedcontra.com.ar