Más extraño que la ficción

Por Ignacio Cofone.

Debatiéndose si su vida es una comedia o una tragedia, Harold Crick (Will Ferrell) hace que el espectador descubra que la respuesta no debe ser descubierta sino decidida. Lo hace de una manera espectacular, porque el personaje, pensando sobre su vida —que es, como mínimo, particular— ni siquiera se da cuenta de la respuesta.

A modo de resumen, la comedia trata de una persona de vida monótona, rutinaria y aburrida, que trabaja en un cubículo en la IRS (Internal Revenue Service, el equivalente norteamericano de la AFIP) y cuenta los pasos que separan su casa de la parada del colectivo. Un día empieza a escuchar la voz de una mujer relatando lo —poco— que hace y piensa, y minutos más tarde nos enteramos de que esa mujer es una conocida autora de novelas (Karen Eiffel, o, en realidad, Emma Thompson) y que él es un personaje de su nuevo libro. La voz de la mujer le anticipa que va a morir dentro de poco, motivo por el cual, después de consultar a un profesor de literatura (Dustin Hoffman), el protagonista trata de dilucidar si el libro en el que está es una comedia o una tragedia, para saber si realmente morirá o si la situación tomará un giro “cómico”.

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A pesar de que Dustin Hoffman describi ó a la película como “una comedia surrealista, no muy lejana a Beckett y a Esperando a Godot”, me recordó más (quizá porque no leí ese libro) a una “nivola” muy similar —casi una copia, aunque seguro una inspiración— y no tan conocida de un autor eximio. En Niebla, de Miguel de Unamuno(categorizada como “nivola” por el autor cuando sus críticos le dijeron que la obra no era en realidad una novela porque se centraba en temas filosóficos —aunque relegándolos a un segundo plano y subordinándolos a la trama, como la película reseñada—), Augusto vive una vida rutinaria y aburrida hasta que conoce a Eugenia, con quien tiene un mal comienzo y un peor final. Cuando Eugenia lo embauca y lo rechaza, Augusto se da cuenta, luego de conversar con su perro, de que es un personaje de ficción. Viaja a Salamanca para conocer a Unamuno y decirle que quiere suicidarse (éste, luego de mostrarse dubitativo, le concede su petición y lo mata en el siguiente capítulo).

No quiero que, debido a este sobreanálisis terrible, el lector piense que la película es tediosa. Todo lo contrario. La comedia es llevadera, cuenta con actores increíbles (dos en especial: Will Ferrell y Dustin Hoffman), y con un guión que hace reír a cualquiera que disfrute del surrealismo y sonreír a cualquiera que no lo haga. El humor es particular: quizás guste más a los seguidores de Los Simpsons que a las de Grey’s Anatomy. El único tedio de la película es, en mi opinión, un sabor amargo a Desperate Housewives (que quizá agrade a algunas espectadoras) en la narración de los últimos 30 segundos, en la que se escucha una voz moralizadora (hasta de timbre similar a la de la serie) reflexionando sobre temas ya reflexionados de manera implícita en los minutos precedentes. Quizá se trate en realidad de una ironía: lo que le criticaban a Karen Eiffel era justamente que el final de su obra maestra (“one of the greatest pieces of English literature of our century”) era “decente”.

Ignacio Cofone

19 años

Estudiante de Derecho

i.cofone@sedcontra.com.ar