1800

Por Soledad D’Agostino.

Para camperos y gauchos que se alejen del cemento cada tanto o para alguna visita especial a Luján, religiosa o laica, este lugar es de los top 5 en mi corta historia de vida. Las razones son varias, pero a él se aplica que la calidez suele nacer de la atención, de lo rústico y del sabor de lo “hecho en casa”, más que de cuánto empeño económico o chiche moderno se puso en un espacio. Desde afuera, cualquier pasante que no sepa apreciar la invaluable arquitectura de los cimientos de nuestra patria creería que Rivadavia 750 (esq. Almirante Brown) es un bodegón cualquiera. No sabría que se trata de una casona edificada antes de 1741 y que figura en la traza original del pueblo de Luján. Tampoco sabría que conserva intacta, en su techo, la puerta trampa por donde sus habitantes escapaban, allá en las épocas en que los campos colindantes eran hostil territorio indígena, de visitas indeseables. Sus paredes de adobe tampoco lo dicen. Pero algún patriota sensible, o quizás un ojo agudo y curioso sabrá descubrir, en su interior, un ambiente infaliblemente encantador. Para un poco más de historia, pueden entrar a http://www.restaurant1800.com.ar.

1800, como buen galán, sabe conquistar por lados que no se restringen a sus encantos físicos. Tratándose de un restaurante, no extraña que su arma especial de seducción sea “la pancita llena”. Para dejar el “corazón contento”, cuenta un menú de opciones que enamorarían a las papilas gustativas más pertinaces. En las entradas, las posibilidades se bifurcan en platos fríos o calientes, que se sabrá elegir de acuerdo a la estación: omelette de camarones, ensalada americana (apio, palmitos, manzana, ananá y, otra vez, camarones), boconcinos de buffarela, rabas (¡como si las pescaran en frente de uno!) y mousse de salmón son algunos de los más pedidos, tratándose éste de un espacio predilecto para los mariscos. También se destaca por sus pastas y, ya pasando a los platos principales, descollan finezas como los ravioles negros de ricotta y kanikama y los ñoquis con salsa Parisiense. O, si dejamos a Italia a un lado y volvemos a lo nuestro que es la carne, las estrellas son; carré de cerdo grillé con puré de manzanas, lomo al 1800 (salsa demiglacé, nuez moscada, romero fresco y especias), jamón de ciervo o jabalí, entre otras formas esmeradas de nacionalismo, ¡imperdibles! Aun sin querer llegar al fin, los postres gourmet son para izarles la bandera. Tienen zócalo con helado, merengue y dulce de leche caliente; un “flan 1800” (que llega a ese número y lo pasa, de bueno) y, para un paladar menos avocado a lo empalagoso, un helado de limón con champagne digno de patricio. La carta de vinos es generosa y justifica cómodamente la decoración estilo bodega detrás de la caja. ¡Con más de 10 años de experiencia desde su inauguración, este mesón lujanero la tiene clarísima!

El promedio de gasto va de $35 a $40 por cabeza. Las formas de pago incluyen Visa (también Visa Electrón), American Express y Master Card. Dato fundamental a tener en cuenta para no hacer semejante viajón en vano: abre de lunes a sábado al mediodía y a la noche, y los domingos y feriados, sólo al mediodía. En las vísperas de feriado, se encuentra abierto por la noche.

Soledad D’Agostino (21)
Estudiante de Comunicación Social
soledagostino@fibertel.com.ar