“Mujercitas, el musical”: un bálsamo para el alma y los sentidos

Por Delfina Krüsemann.

Llego al teatro apurada, para variar. Pero apenas cruzo la enorme puerta del Palacio El Victorial, en Piedras al 700, me transporto a otra época, de paisajes sepias y tiempos relajados. Qué mejor atmósfera que esta austera pero señorial casona de San Telmo para empezar a sumergirme en el mundo nostálgico y romántico de Mujercitas.

Ya en la sala, escudriño el escenario con ansiedad. Son incontables los veranos que mi imaginación y mis sueños se refugiaron en la buhardilla de las hermanas March. Sin duda, es una de las novelas más representativas de mi infancia, y la espera me impacienta… ¿Cómo será ver a las protagonistas cantando y bailando, ya fuera de mi teatro mental, y para colmo encarnadas por artistas argentinas? ¿Beth me transmitirá esa fragilidad desgarradora, Jo tendrá el brío inconfundible de una mujer adelantada a su época, Amy me resultará insufrible como siempre, y voy a creer que todavía puede existir en el mundo una chica piadosa y sensata como Meg?

El telón se abre y los miedos se disipan. Durante dos horas se esfuman en pocos segundos, río, lloro, me sorprendo, me indigno, dejo atrás lo mundano, me abro a la magia de lo cotidiano, pierdo la fe, encuentro una lección de vida ejemplar… “Mujercitas, el musical” es una sólida y muy original versión de una historia conmovedora sobre la búsqueda de la felicidad y la nostalgia del pasado, a través del amor, la vocación y la familia. Una utopía en estos tiempos violentos que, no obstante (o, quizás, justamente por eso), cobra una fuerza arrolladora.

Por eso, el primer reconocimiento es para Juan Álvarez Prado, el productor y director, que apostó a este mensaje atemporal y, corriendo el riesgo de que la historia peque de ingenuidad, logró que fuesen los espectadores, en el peor de los casos, quienes pequen de escepticismo. Álvarez Prado ideó una puesta dinámica y poderosa, en gran parte gracias a una adaptación brillante (la primera en el país) que conjuga los mejores pasajes de la novela original, del musical de Broadway y de la película que protagonizaron Winona Ryder y Susan Sarandon en los 90, junto con aportes propios (por ejemplo, canciones como “Mi lugar” y “Europa”, compuestas por Clara Canale). Así, la obra resulta al mismo tiempo fiel y excepcional, y ni el más fanático lector se sentirá defraudado si Jo nunca se corta el pelo, o si el padre de las niñas no regresa a casa.

El otro gran pilar de “Mujercitas…” son justamente las cuatro jóvenes actrices, todas sobresalientes, que dan vida a las hermanas; ofrecen impecables actuaciones individuales pero sobre todo brillan en los momentos en conjunto, donde queda en evidencia la profunda preparación en equipo que realizó el elenco. Rara vez, incluso en las comedias musicales más exitosas de los últimos años en Buenos Aires, presencié una energía y química grupal tan intensa y compacta. Clara Canale en el papel de Jo se luce especialmente desde lo actoral, brindando una interpretación inesperada pero encantadora que hace al público redescubrir a la protagonista y enamorarse de ella como si fuese la primera vez. Lucía Alfonsín, como la pequeña y delicada Beth, conquista desde el primer momento con una presencia etérea, nívea, y una voz tan pura y dulce que realmente eleva su caracterización de lo terrenal.

Lucía Krüsemann y Lucía Ambrosini, ambas debutando en su primer protagónico, completan este cuarteto inseparable. La primera, como Meg, posee la mágica cualidad de hacer su presencia discreta en el escenario (tal como su personaje lo requiere) y, al mismo tiempo, mostrarse con la seguridad y el carisma propios de los más grandes exponentes de la comedia musical. Por su lado, Ambrosini deleita con cada gesto y movimiento de Amy, sacándole jugo a cada aparición hasta llegar a la cumbre de su interpretación en “Algo increíble”. Todo el elenco acompaña con talento y entrega a las protagonistas, desde la sentida composición de Cifre como John Brooke y la frescura y desfachatez de Julián Rubino (por cierto, ya marcas registradas de esta joven promesa) como el rebelde vecino Teodoro Lawrence, hasta María de la Paz Zabaleta como esa madre ejemplar que las guía con dulzura y humildad.
Si bien es cierto que hay algunos desperfectos técnicos en la iluminación y en los cambios de escenografía, el vestuario, la banda en vivo y el sonido de primer nivel hacen de “Mujercitas…” una propuesta diferente a las actuales, porque fusiona lo mejor de las obras independientes (sobre todo, el compromiso artístico genuino) con las cualidades propias de un espectáculo profesional. Tener el privilegio de ver a un grupo de jóvenes con un vínculo tan honesto y apasionado con su arte es una experiencia deliciosa para los sentidos y un bálsamo para el alma.

“Mujercitas, el musical”. Todos los lunes de noviembre a las 20.30 en el Palacio El Victorial, Piedras 728, San Telmo. Entrada: $25.

DIRECCION GENERAL Juan Alvarez Prado
DIRECCION MUSICAL Clara Canale
ARREGLOS Martín Robbio
COREOGRAFIA Silvina Paolini
SONIDO Lavecchia Sonido
PUESTA DE LUCES Juan Alvarez Prado y María de la Paz Zavaleta
MAQUILLAJE Merlina Rañi

Elenco

JO – Clara Canale
BETH – Lucía Alfonsín
AMY – Lucía Ambrosini
MEG – Lucía Krüsemann
LAURIE – Julián Rubino
PROFESOR BAHER – Juan Alvarez Prado
MAMÁ – María de la Paz Zavaleta
JOHN BROOKE – Roy Cifre

Músicos

PIANO Y DIRECCION: Martín Robbio
VIOLIN: Andrea Rosenfeld
CELLO: Sergio Andrés Castrillón A.
CONTRABAJO: Federico Salgado
BATERÍA: Ariel Sánchez

Delfina Krüsemann (23 años)
Licenciada en Comunicación Social