Medianeras: ¿La mitad de qué? Y la extraña teoría del “uno para el otro”

Por Estefanía Servian.

Una amiga vino un día a verme y me comentó acerca de una película argentina, “Medianeras”: “No es conocida, los protagonistas no son famosos, pero el afiche parece interesante: ‘¿Cómo encontrar el amor si no sabemos dónde está?’ (o algo así)”. La fuimos a ver y, al finalizar la película, escuchamos un grito: “¡Pero qué película de m…!” Miré a mi alrededor (primero a mi amiga que se mostraba casi indignada por su elección) y noté que la sensación de todos los que estábamos en el cine (dejando a un lado a los que durmieron la hora y media de duración) era que no había pasado nadaen la historia. Pero a mí me pareció interesante el punto de vista que muestra la película de un Buenos Aires como un lugar lleno de gente, caótico, donde todo el mundo se cruza sin verse; donde uno es un punto y es difícil encontrarse ¡como en el libro de Wally…! Sin embargo, no parece ser una historia en la que la gente se termina encontrando. Lo interesante de esta historia donde “nada pasa” es que me llevó a reflexionar acerca de otras cosas que muestra la película.

Mariana y Martín son iguales: el “uno para el otro”, la mitad en la vida, lo que le falta al otro para estar completo… Hacen los mismos comentarios, los hacen reír las mismas cosas, le temen a lo mismo, el conglomerado de personas les hace mal, cada uno tiene fobias que otros (aparte de ellos) no podrían jamás entender, los atraen los mismos objetos (Martín arroja a la basura una silla vieja que, luego, Mariana recoge de la calle con entusiasmo). Ambos son “raros” a la vista de los demás, rareza que ellos no perciben ni el uno del otro ni de ellos mismos. El resto de personas no se fija en ellos y ellos no pueden entablar relaciones duraderas porque eligen mal a sus parejas. Por ejemplo, Martín se relaciona con una paseadora de perros con quien sólo tiene relaciones sexuales; no habla con ella, ni siquiera la conoce. ¿Qué comparte, qué le gusta de ella (si es que le gusta algo)? Y si nada le gusta, ¿qué hace con ella? Entonces, ¿eligen mal porque no se están eligiendo entre ellos? Uno los ve y puede sentir que, en algún punto, se están esperando. Se vieron en varias oportunidades sin prestarse atención porque nadie puede reconocer a simple vista a quien es como uno “con sólo mirarlo”. Existe la intuición pero, hoy en día, nunca se sabe… Mariana y Martín son iguales. Tan iguales que, si se conocieran, estarían juntos. Pero… si se conocieran, ¿seguro estarían juntos?

A veces pienso: ¿que dos personas parezcan «la una para la otra» significa que, al final de todo, terminarán juntas? Más aún, que dos personas sean la “una para la otra”, ¿significa eso? Esta es la pregunta que, al salir del cine, sentimos que nos faltó una respuesta de la película: ¿cómo dos personas fóbicas, introvertidas, construyen una relación y se enamoran? ¿Cómo dos personas que piensan igual, que encima viven tan cerca, que se cruzan y no se miran, finalmente se ven? ¿Qué descubren en el otro? ¿Por qué hablamos de “terminar”? ¿Qué es lo que termina? Termina la búsqueda y la espera; empieza otra cosa, más linda.

¿Podría ocurrir que dos personas en una misma situación no sientan lo mismo? En una misma situación, que uno quiera y el otro no. Si son iguales, si se ríen de lo mismo, si buscan pasar tiempo juntos, ¿uno puede querer al otro y el otro no? ¿O quiere y tal vez no se da cuenta? ¿Existe el “no darse cuenta”? El miedo puede estar ahí, rodeando y boicoteando todo vínculo. Mariana y Martín son inmensamente miedosos (a la vida en general, parece); sin embargo, terminan juntos. No muestra la película el cómo lo hicieron, aunque podría pensarse que se cansaron de la vida que estaban llevando, se animaron a vivirla y encontraron a quien siempre buscaron. O se animaron a querer a quien era igual a ellos, con quien no debían fingir, quien los quería como eran.

Nada es más lindo que a uno lo acepten como uno es: con el millar de virtudes que tiene o con lo más detestable que hay en uno. Que quien te quiera, te quiera a pesar de esas otras cosas no tan bonitas que hay en nosotros. “Que te quiera como sos”, ese consejo que dan amigas, la abuela, la tía o nuestros padres cuando hacen una lista imaginaria de las cualidades perfectas que debe tener quien queremos que comparta la vida con nosotros.

Pocas personas notan que uno, cuando quiere que otro lo quiera, hace esfuerzos para mostrarse lo más perfecto posible: lo más atento (si la otra persona gusta de gente atenta), lo más caballero (si es hombre y la chica en cuestión denota cierta seriedad), lo más amable, lo más tolerante, lo más copado… y la otra persona termina comprando esa imagen no tan exacta de uno. Ven lo que uno elige mostrar. Quizás queden fascinados con esa imagen; una imagen que, en realidad, puede ser una distorsión entre lo que uno pretendió ser y el otro deseó ver. ¿Por qué uno quiere conocer a otras personas cuando tiene enfrente a quien lo quiere a uno como es, con quien no debe fingir, no debe hacer esfuerzos? ¿Por qué buscar más si ya lo encontró? Si encontró a la persona que ríe de lo mismo, que disfruta de las mismas cosas, con cuyos valores se siente identificado. Si está ahí, delante y reconoce esas cosas, ¿qué más busca? Quizás no aparece con luces de colores o con fuegos artificiales, pero está ahí. La cuestión es: ¿la encontró? ¿Cuándo se produce el “click” y nota que está ahí, que siempre estuvo ahí lo que buscó en otro lado? Hay personas que continúan buscando, no aceptando tal vez que lo que es para ellos no es exactamente lo que tenían pensado en sus sueños.

Posiblemente, la causa por la cual las personas terminan buscando más o buscando mal sea la complejidad del ser humano o simplemente el no prestar la debida atención. ¿Qué buscan? Felicidad, seguro es felicidad. Si son felices así, ¿para qué buscar más? Quien busca demasiado puede esconder un deseo o un miedo a estar solo. Como Mariana, como Martín… Ellos, finalmente, terminan juntos y felices. La película da un mensaje de esperanza: hay millones de personas en la ciudad y ellos dan vueltas, se ven, no se ven, se buscan, no se ven, se miran, casi se ven… hasta que terminan juntos. Porque tenían que terminar juntos, ¿no? Ellos son el “uno para el otro”. Y esto es una película.

Estefanía Servian (24)
Abogada
estefiservian@hotmail.com