Por Rocío Sirvent Tubío
La tendencia realista de la literatura española, un vestigio[1] perseverante del siglo XIX, seguía nutriéndose del contexto social y político que convivía tutti i giorni en la comunidad. Es por ello que, desde el sur de la península, se trasladó a la vía de las protestas madrileñas, Atocha[2], un insigne señor de gran carrera política que, de bitácoras escritas en la Alhambra no trajo ninguna cosa[3]; viene a exponernos estos dos escenarios a modo de una fateful story en su última novela escrita en vida, siendo su cimiento la relación entre dos personajes: Julia y Guillermo.
Una vez más, el locus en el cual debo situarme para redactar este último ensayo del taller, requiere que devele y reflexione sobre los escollos[4] que atraviesa este sentimiento, afecto, bienquerencia, estima y así un sinfín de palabras que conforman este tirabuzón sinonímico de la palabra amor. Esbozar mentalmente este eslogan de la obra, me remonta a anécdotas con un riquiño[5] que terminó en una versión de amor de verano en Coruña, a seguir citando frases a doquier pero… ¡Cuánta complejidad! Es que exponer esta cuestión en palabras teniendo en cuenta la visión actual, es algo ya cotidiano. Tanto que, si llegase a acceder a cualquier magacín del puesto de diarios, estaría marcado como primicia de tapa. Quizás esto me permita ser capaz, por unas horas y mientras tipeo estas líneas, de ponerme en los zapatos de una ciudadana que convivía con aquellos social issues que incumbían en los estamentos de una “sociedad encopetada”.
Esta obra en especial plantea una situación amorosa, encubada en la finalidad de un lazo pasional y marcada, además, por una disparidad etaria notoria entre los personajes principales. La sociedad de aquel entonces tenía esto catalogado como una conducta censurable, reprochable. Alarcón tiene la intención de desafiar los cánones sociales de ese tiempo con esta relación “dispareja” que, a los ojos de aquella congregación decimonónica, no sería más que una mera ilusión hallada en algún folletín de los que hoy son parte de los culebrones[6] de alguna telenovela. Cierto pasaje bíblico de alguna epístola[7] lo tomaba como leitmotiv siempre que no mediase algún fin lujurioso o materialista.
Desde un enfoque más generalizado, el desequilibrio con respecto a la edad de una pareja, muchas veces se refleja en desentendimientos a la hora de tomar decisiones importantes y en la divergencia de intereses y posibilidades. Quien sea de generación temprana, está listo para devorarse el mundo: la adrenalina y la ambición son componentes asequibles a la juventud. En cambio, el que sea mayor, tendrá algún que otro sermón para que el pequeño no tropiece en la vida. Este indicador debe ser considerado de una forma más bien relativa, ya que lo comentado no es algo que, a priori, encierre a la totalidad de las parejas actuales.
Ahora sí, comentaré brevemente los hechos de esta obra: Guillermo de Loja, un joven gallardo cuya profesión era la ingeniería, aspiraba llegar a la política como legislador junto a sus compañeros Miguel y Enrique. En un viaje electoral, llega al Cortijo de Abencerraje y conoce a Julia —la mujer en virtud de la cual se pone el título a la novela—, quien “pertenecía a esa clase de demonios vestidos de mujer que no envejecían nunca” y quien portaba, a la sazón, sus dizque treinta y siete años. La pródiga era muy querida en aquella comarca andaluza; sin embargo, se sentía intranquila ya que había tenido sucesivas malas experiencias en el rubro del amor y disipaba furiosamente ese caudal que llevaba consigo.
Guillermo, ante la vista de la celestial marquesa, se enamora y le escribe cartas trasmitiéndole sus sentimientos de amor hacia ella. Luego de tantos intentos, la marquesa corresponde a dicho interés del legislador en potencia. Diez años natos los separan a ambos y, como en toda pareja, el tiempo y sus situaciones van degradando cada vez más ese vínculo que se volvía laxo. Julia, firme y amorosa, desde la sabiduría y la experiencia que trae la edad, se rehusaba a las promesas e incitaciones del joven pensando que ella, con sus tantas primaveras, podía ser un freno para su progreso en el camino político.
He aquí expuesto cómo las balanzas etarias pueden verse descarriladas por sueños e intereses provistos de una manera diferente. Esto hizo pensar a Julia en el terror que sentiría si la relación llegara a brotar y, además, en cómo haría Guillermo para adaptarse a esa “típica vida de jubilada” que llevaba la marquesa en la zona rural; él, a contrario sensu, se asentaba en la furia madrileña. Su juventud se hallaba en la capital entre la Puerta del Sol y el Salón de Conferencias del congreso, y la madurez y el conocimiento de Julia, en su cortijo.
Imaginaba la mujer que esto de cambiar rotundamente de hábito sería, para el ingeniero, profundamente nocivo por su pasividad. Tanto hastío sentiría que extrañaría esa vida agitada a la cual había llegado con mucho sacrificio a fin de seguir avanzando en su carrera.
La diferencia de edad y sus implicaciones no se figuran solamente en la relación de Julia y Guillermo. Él, desilusionado ante el rechazo de su amada, regresa a Madrid y conoce a Pura, una joven aristócrata de la comarca de Pinto, fresca y juvenil. Aquí se da al revés: Guillermo es más grande que Pura. En este caso, los padres no querían el susodicho enlace, ya que, al ser Pura su única hija, querían que alcanzara un mejor estándar socioeconómico. Siendo Guillermo un bisoño político, no era este el ideal a pretender, lo que llevó a que más tarde la delicada e inocente dama se conyugue con un añoso político del ayuntamiento madrileño. Nuevamente, un puñal más para que Guillermo quede desesperanzado en el amor.
El desenlace del suceso desemboca en el trágico suicidio de Julia en aquella acequia construida bajo la supervisión técnica de Guillermo. El dolor y la desdicha de la cautivadora, “arrastrada al abismo de la duda del terrible Byron”[8], que le producía el apego a estas costumbres de su amado, fueron insoportables para ella. Guillermo fue incriminado como responsable de este drama. Su llegada al cortijo terminó en una desgracia para sus habitantes, ya que la dueña de la comarca se había empalagado de más.
A fin de cuentas, es complejo dirimir si este sentimiento tiene o no edad. A mi entender, toda pareja atraviesa momentos de crisis y grietas los cuales no se constituyen en óbice para que su amor florezca. Todo depende de la mirada, la voluntad y aquellos sentimientos de los cuales se alimente uno para que se mantenga su estabilidad. Rezaba Horacio en una de sus églogas, nombrada en un capítulo de la obra: “Omnia vincit amor”. El amor todo lo triunfa; hay que dejar que lo haga per se si es necesario. No es necesario seguir norma alguna… sólo hay que dejar que nuestros sentimientos —siempre que estos sean sinceros— nos guíen, y así tendremos una entrañable relación.
Rocío Sirvent Tubío (20)
Estudiante de Abogacía
ro.sirventt79@gmail.com
BIBLIOGRAFÍA
de Alarcón, P. A. (1974). La Pródiga. Madrid, España: Ediciones Maisal.
RAE (2014). Diccionario de la lengua española. Madrid, España. Espasa, edición del Tricentenario.
Blog: Madrid sin prisas.
Biografía de Pedro Antonio de Alarcón – Biblioteca Virtual Cervantes.
[1]Siguió vigente en terreno ibérico, pero Emilia Pardo Bazán, quien tuvo bastantes conflictos con José María de Pereda por su condición para llegar a ser académica, puso el broche final. En Latinoamérica, con Gabriel García Márquez, y en Alemania, gracias a Thomas Mann, se asienta para ser parte de la literatura del siglo XX.
[2] Muchos autores de la estirpe realista (como Lope de Vega en La Dorotea) la ponen como parte de sus pasajes literarios. Allí, además, se encuentra una de las imprentas donde se imprimió la primera edición de Don Quijote de la Mancha. Actualmente, es zona de edificios emblemáticos del área administrativa del ayuntamiento.
[3] De Guadix (1833-1891), ciudad cercana a Granada.Cuentos de la Alhambra (1829) es una obra romántica del estadounidense Washington Irving quien, siendo secretario del consulado de su país en España, escribió diarios de viaje sobre la ciudad de Granada como atracción turística y estudió la Reconquista (1492), ya que esta ciudad fue el último reducto árabe previo a las Capitulaciones de Santa Fe del mismo año.
[4] Según la RAE, un obstáculo. En el ámbito marítimo, son peñascos o islotes que dificultan llevar a cabo la navegación ya que se encuentran ocultos bajo el mar.
[5] En gallego, alude a una persona que no es linda ni fea. Otra forma de decirlo es galopín.
[6] Las famosas “obras de jabón”, soap operas a la sazón estadounidense. Resultaban una gran fuente de entretenimiento para las amas de casa cuando sus esposos iban a trabajar.
[7] Remonta a la frase: “Pídanle a Dios sabiduría que Él a generosidad se las concederá sin desdeñar a nadie” (Sn 1, 5).
[8] Lord Byron fue un exaltante poeta maldito del romanticismo inglés. Sus obras más conocidas son: Don Juan (1824)y El Corsario (1814).