Por Florencia Malfassi.
El rol de la vista en la mirada, en el enamoramiento y en el amor… ¿Cumple la vista un papel importante en el amor? Creo que primeramente hay que aclarar una cuestión: no es lo mismo ver que mirar. Uno mira lo superficial; simplemente se limita a mirar lo que sus ojos perciben a simple vista, no va más allá. En cambio, ver implica algo mucho más que mirar, significa concentrarse en lo que yo llamaría “lo esencial”. Me remito a la frase “lo esencial es invisible a los ojos”, que me lleva a reflexionar en que las cosas importantes, las que verdaderamente valen de una persona, no están al alcance de la mirada, si no de la vista. A lo que refiero es que la belleza interna de las personas, aquella que únicamente se percibe cuando se ve con el corazón, es la que vale.
La obra literaria Marianela refleja claramente esta problemática durante todo el libro. El personaje principal es Nela, una chica pobre que, a causa de su entorno cree realmente que no sirve para nada más que cuidar a su amo, Pablo, quien carece completamente del sentido de la vista desde su nacimiento. Tantas veces le hicieron sentir eso, que ella se convenció y no fue nunca capaz de concebir verdaderamente su valor como persona. Su belleza no se encontraba en su apariencia física, si no en su interior, lugar donde, a mí parecer, se encuentra la belleza verdadera. Marianela únicamente se sentía valiosa cuando estaba con su amo. Creía que porque él no la veía la quería; no concebía la posibilidad de ser querida por Pablo si este en algún momento recuperase la vista.
Es claro que el error lo comete Nela al no dar posibilidad alguna a Pablo para que la vea una vez recuperado su sentido ocular enhorabuena al milagro realizado por Teodoro Golfín; nunca pudo saber si Pablo la seguiría queriendo. Digo error porque, si Nela hubiera tenido confianza en sí misma, no hubiera dudado de que Pablo seguiría queriéndola como lo hacía, de una manera real. Él conocía la verdadera esencia de Nela y es por eso que la quería tanto (incluso decía que quería compartir el resto de su vida junto a ella). Es claro que, cuando se quiere de esa manera, la apariencia exterior pierde completamente el protagonismo.
Esto me lleva a hablar de la importancia de tener una buena autoestima. Está demostrado que, como dice el refrán: “como te ven, te tratan”. Y, si Marianela se hubiese valorado como realmente lo merecía, no se hubiera desencadenado semejante desgracia. Situaciones de este tenor ocurren porque la gente se enfoca mucho en poner a otras personas por encima de ellas mismas, como en el caso de la protagonista del libro que, por haber pasado toda su vida dedicándosela a Pablo, ni siquiera creía servir para algo más.
Si uno está contento consigo mismo la visión de los demás sobre uno cambia drásticamente. Uno debe quererse a sí mismo primero para que los demás sean capaces de quererlo (lo cual no fue logrado por Marianela, desgraciadamente). Si a Nela se le hubiera enseñado a quererse, todo hubiese sido diferente. Mas esta, al no mostrar seguridad, genera que la vean así; como uno se percibe, así lo demás. He allí la importancia de la autoestima.
En un momento de la historia…
“Yo tenía una idea sobre esto —añadió el ciego con mucha energía—, una idea de la cual estoy encariñado desde hace algunos meses. Sí, lo sostengo, lo sostengo… No, no me hacen falta los ojos para esto. Yo le dije a mi padre: `Concibo un tipo de belleza encantadora, un tipo que contiene todas las bellezas posibles; ese tipo es la Nela´”.
Este diálogo es una obvia demostración de lo mencionado anteriormente: Para apreciar la verdadera belleza de alguien —aquella que no es física— no es necesario ver. Lo que sí se necesita es conectarse de otro modo con las personas… de alma a alma.
Creo que, de alguna manera, la ceguera de Pablo le dio una gran ventaja: poder percibir la forma de ser más profunda de las personas, despojándose de toda ‘materialidad’ corporal. Lo corporal es algo temporal; lo que perdura es el alma de las personas, que es justamente lo que se encuentra “dentro”, y lo que se ve con el corazón.
Pablo me ha enseñado que la vista no siempre es buena. Al tenerla, uno suele distorsionar lo que ve. Cada uno agrega una pizca de subjetividad y no valora la pura realidad. Al recuperar la vista, el niño se enamora de Florentina, prima suya, de gran encanto y belleza física. Descuida el foco y pierde de vista lo esencial; se olvida de todas aquellas palabras dedicadas a la Nela en las cuales reflejaba su entendimiento sobre la belleza interior, la que importa y determina lo bello que sos como persona.
Y, basándome en las palabras del señorito de Penáguilas:
—Ahora…, ya sabes tú que las personas dicen muchas tonterías…, se equivocan también…, a veces, el que tiene más ojos ve menos.
Confirmo más mi teoría: la gente generalmente se deja llevar por las apariencias y no se da la oportunidad de ver qué hay más allá, el contenido significativo. Muy acertada es la frase “las apariencias engañan”… ¿Cuántas veces hemos conocido personas atractivas físicamente pero, al conocerlas en profundidad, nos damos cuenta de que no eran lo que aparentaban? Pondero más el interior que lo de afuera, que es cambiante. Lo mismo debería haber hecho Nela: valerse más por sus cualidades que por su simple aspecto, y así la historia hubiera terminado como todos esperábamos.
Entonces cabe preguntarse: ¿es la belleza importante en el amor? Como en toda cuestión, hay quien opina que sí y quien que no. Personalmente, me inclino más por la segunda postura. La gente del primer grupo no debe haberse dado cuenta todavía de lo verdaderamente importante… creen que una cara bonita puede darte felicidad, cuando no es así. A mi parecer, la única belleza que importa en el amor es la que emana del alma; aquella en que, seas como seas por fuera, te convierte en una persona verdaderamente bella.
Lo que me hizo dudar respecto de mi pensamiento aquí desarrollado es la famosa frase “ojos que no ven corazón que no siente”. Haciendo una interpretación literal de las palabras, no sería posible que Pablo hubiese llegado a querer en algún momento a la Nela. Pero, como dije anteriormente, cuando el corazón verdaderamente llega a conectarse con el otro, por más que no se vea, se quiere de una manera formidable.
Retomando y ya finalizando, debo hablar de la tragedia que desencadenó la continua actitud de Nela, quien, por pensar tanto en su amo, se olvidó de su propia vida. Al serle otorgado a Pablo finalmente el sentido del que carecía, la Nela no quiso que la viera… cuando esto ocurre forzosamente, sucede lo peor: la pobre chica fallece.
—¿Es posible que se muera una persona sin causa conocida, casi sin enfermedad?… Señor Golfín, ¿qué es esto?
—¿Lo se yo acaso?
—¿No es usted médico?
—De los ojos, no de las pasiones.
Estas profundas palabras del médico aclaran toda la situación: María murió de tristeza, amor, celos y todos esos sentimientos que se sienten cuando se quiere mucho. Era tan fuerte el convencimiento de la muchacha de que su fealdad no permitiría el amor de su amo, que no pudo soportar ser vista sin ser querida, más allá de que nunca pudo comprobar eso.
Entonces concluyo: ¿a ustedes les parece que todavía no se haya aprendido sobre la importancia de la forma de ser de las personas? ¿Cómo puede ser que la gente siga con el afán de tener la mejor apariencia posible y sin siquiera preocuparse por trabajar y mejorar sus dones?