El amor y el dolor van de la mano

Por Pilar Moreyra.

Miguel Delibes Setién[1] (Valladolid, 1920-2010) fue un escritor español excepcional. Debutó en el mundo de la literatura con su novela La sombra del ciprés es alargada, por la que obtuvo el Premio Nadal en 1948. Antes fue un académico: doctor en Derecho, profesor de Historia del Comercio, periodista y por años director del diario El Norte de Castilla. Luego de ser elegido miembro de número de la Real Academia Española dedicó, en su discurso, un paréntesis “sentimental e íntimo”[2] a la muerte de su esposa, Ángeles Castro, a quien describe como su inseparable compañera: “Soy, pues, consciente de que con su desaparición ha muerto la mejor mitad de mí mismo”[3]. Entre sus trabajos, Señora de rojo sobre fondo gris es la obra que un lector nunca olvida: una novela profunda donde la proximidad entre el relato y su vida es suficiente para probar de ella un homenaje personalísimo.

Dicha obra se trata de una historia de vida. Centra su narración en un célebre pintor que enfrenta en su mayor crisis creativa, sobre lienzos en blanco, la muerte gradual de su esposa Ana, quien ha enfermado. Asimismo, la detención de dos de sus hijos, en medio de tensiones políticas del país, junto con la temporal crianza de su única nieta, se presentan como eventos paralelos y correspondientes al relato del protagonista[4]. Entre los tópicos a desarrollar tenemos la vida, el amor y la muerte. Ligado a la exposición de los temas corresponde analizar la elección, no improvisada, de un monólogo por parte del escritor. Por último, intentar esclarecer si en verdad el amor y el dolor van de la mano.

Una de las cuestiones que domina la novela es la vida. “Nadie tiene derecho a condicionar la vida de nadie”[5] dice el autor, con lo que coincido, mas pienso que tenemos un decir en quiénes elegimos que nos condicionen. La vida es un libro en blanco que escribimos. Conocemos principio y fin, aunque no su desarrollo ni los conflictos que nos depara. Cada vivencia resulta en una historia, pues se trata de nosotros escribiendo vida. Miguel Delibes hace de su monólogo una guía a corazón abierto y define con palabras lo impensado. Escribir sobre la vida es un tema recurrente, pero detallar el tránsito de la persona que más ama enseña, por su parte, madurez humana.

Desde el comienzo el lector no tiene alternativa más que encariñarse con sus personajes. Si bien el narrador declara: “mi pintura describía pero no narraba”[6], es brillante la forma en que nos hace creer lo opuesto al delinear la personalidad y vida de Ana de manera tan precisa que deseamos haberla conocido o, aún mejor, creemos hacerlo. Entre sus relaciones, la familia es la más pura y la amistad la más honesta. Amar donde hay dolor es de lo que trata la vida de esta pareja, no solo en sus últimas andadas, sino desde sus inicios. Confiesa: “el que no la conociera hubiera pensado mal, se hubiera burlado de mi incauta aprobación de aquella amistad con Primo”[7]. Los celos son parte del dolor que causa amar y elegir en su lugar confiar en la libertad habla de una lealtad ciega e incondicional. Después de todo podemos no saber con certeza quien nos condicionará en nuestra vida, pero sí elegir que quien nos duela igual nos ame.

Coexiste como otro tema de la obra la muerte. A partir de la lectura del poema Agonía[8] nuestro protagonista concluye: “ella no necesitaba un escondrijo para morir sino arrojo para no vivir del lamento como un jilguero cegado”[9]. Me detengo en esta cita por la verdad de lo escrito, pues morir es el acto más valiente después de vivir. Avanzada su enfermedad, el dolor de amarla ya no habita en insignificantes escenas de envidia o inquietud, sino en la posibilidad de vivir sin ella. Reiteradas son las veces en que el autor nos lo comunica. Desde sus juegos en búsqueda de una futura candidata hasta la imposibilidad de crear; no por ser él un artista ordinario, sino por ser un artista ordinario sin ella. El amor crece y se reafirma con cada página junto con la agonía.

Dentro del dolor parece haber más. El lamento de no haber expresado lo suficiente a quien merecía tu mejor versión “porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales”[10]. La reflexión es auténtica y hasta podría llamarse propia de todos. La muerte convoca a pensar y es entonces cuando más necesitamos mentirnos a nosotros mismos. Pero el autor logra más con el protagonista. Existen momentos que teme a la mujer que lo mira, disfrazada y enferma. Desea que el dolor acabe como el querer más humano que existe, y eso hace a la obra humana. Menciona al final con reproche que fue ambicioso haberla deseado sana[11]. ¿Será entonces ambicioso anhelar amor sin dolor?

Entre la vida y la muerte el amor es fondo de todo, porque para nuestro pintor y autor “ella era (…) exactamente el renuevo que mi sangre precisaba”[12]. Los libros logran dejar en uno enseñanzas; nos permiten entrar a mundos que no habitamos y sentir lo que no en carne propia. Miguel Delibes ha ilustrado, para quien no conoce el amor, una imagen perfecta de lo que puede hallarse. No se trata de afecto platónico, se trata de amor terrenal, efímero y natural, y son ellas las únicas formas en que un humano puede amar. Incluso después de la vida amar significa recordar haber amado. La elección de escribir un monólogo lo hace intrínseco. No hay tiempo para presentar personajes, describir escenas ni apuntar diálogos. Solo tiempo para volcar pensamientos y evocar sentimientos que hacen al testimonio del pintor que amó y sufrió por la señora de rojo pintada sobre fondo gris.

En definitiva, sí: el amor y el dolor van de la mano. “Ella era ahora la razón de mi miedo y el miedo mismo no podía proporcionarme el antídoto”[13]; se trata del amor que lo puede todo inclusive lastimar. Es posible que un sentimiento albergue tantas contradicciones en sí mismo porque nada es permanente en esta vida y no por ello amar es falso. Equivocado sería pretender amar sin penas ni tormentos. Vivir se trata de existir con otros; amar se trata de ser en otro y morir es dejar ser con otro. Creo que estamos destinados a conocer personas y eventualmente enamorarnos y el dolor será un paso más en el camino. “Si la muerte es inevitable, ¿no habrá sido preferible así?”[14] concluye el libro y pienso: si el dolor en el amor es inevitable, ¿no será preferible así?

Pilar Moreyra (20)
Estudiante de Abogacía
moreyrap.cs@gmail.com

[1] Delibes Setién, Miguel, Biografía. Página visitada el 12/4/2020.

https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/biografias/moscu_miguel_delibes.htm

[2] Delibes Setién, Miguel, El sentido del progreso desde mi obra, Real Academia Española, Madrid, discurso leído el 25/5/1975. https://www.rae.es/sites/default/files/Discurso_de_ingreso_Miguel_Delibes.pdf

[3] Ídem.

[4] Planeta de libros, España. Sinopsis de Señora de rojo sobre fondo gris. Página visitada el 12/4/2020. https://www.planetadelibros.com/libro-senora-de-rojo-sobre-fondo-gris/1462

[5] Delibes Setién, Miguel, Señora de rojo sobre fondo gris, página 38.

[6] Ídem, página 22.

[7] Ídem, página 27.

[8] Ungaretti, Giuseppe (1888-1970), Agonía.

[9] Delibes Setién, Miguel., Señora de rojo sobre fondo gris, página 138.

[10] Ídem, página 55.

[11] Ídem, página 150.

[12] Ídem, página 18.

[13] Ídem, páginas 99 y 100.

[14] Ídem, página 158.