Por Luz Grané.
Introducción
Pepita Jiménez[1] es una obra escrita por Juan Valera en 1874. El libro trata sobre Luis de Vargas, un seminarista que vuelve a su pueblo de origen. Allí conoce a Pepita Jimenez, una joven viuda de quien se enamora perdidamente. La controversia principal de la historia consiste en la contradicción interior de Luis entre su vocación y los sentimientos frente a Pepita.
En este ensayo se responderá al siguiente interrogante: ¿fue Pepita Jimenez la única causante de que Luis de Vargas dejara el seminario? Hay varios elementos que permiten afirmar que, efectivamente, la figura de la joven viuda es la generadora del cambio de rumbo de Luis[2]. Sin embargo, a lo largo de la obra hay diversos factores ajenos al accionar de Pepita que desencadenan la profundidad de su relación y, por lo tanto, el abandono de los estudios clericales. Para poder explicarlos se desarrollarán tres ideas principales. En primer lugar, el rol de la sociedad y el entorno. En segundo lugar, la figura de Dios y la predestinación como elemento subyacente de la vida de los personajes. Por último, los encuentros y sentimientos de los personajes, sumado a las reacciones que generan dichos momentos.
Es de conocimiento común que en la realidad, tanto como en la ficción, la construcción social superficial de una persona no solo está influenciada por su comportamiento individual, sino también por las “habladurías” o comentarios de quienes la conocen. Esta conducta generalmente se desarrolla frente a individuos que no tienen en claro cómo es esa persona. Así, quienes reciben la información generan un perjuicio, tanto negativo como positivo, de aquella persona a la que refiere la conversación.
Esta situación es la que se desenvuelve en Pepita Jiménez. Hay varios personajes de la historia que podrían cumplir este rol de “informantes” o “relatores” de las cualidades de Pepita y Luis. Sin embargo, parece conveniente centrarse en la figura del Padre Vicario, ya que la descripción amorosa que hace de Pepita frente al seminarista podría generar un acercamiento amoroso inicial.
Es posible observar su influencia en las cartas de Luis a su tío. En un principio, luego de la observación de la apariencia de la joven y la decoración de su casa, el seminarista había formulado un juicio sobre Pepita, sosteniendo que en el fondo era simplemente egoísta[5]. Sin embargo, el Padre Vicario la describe de manera extremadamente positiva, diciendo que es compasiva, buena, candorosa, e incluso santa[6]. Esto genera un cambio de opinión en Luis, no lo suficientemente radical como para enamorarse, pero sí para generar una imagen positiva de Pepita[7]. A partir de este momento, decide mirarla con mejores ojos y acercarse un poco más que antes.
De esta manera, podría decirse que la descripción virtuosa hecha por el Padre Vicario genera una aceptación de Pepita a los ojos de Luis. Aún más, podría tomarse como una cierta idealización e imaginario que funcionaría como desencadenante de la relación amorosa. Es por esta razón que los comentarios de la sociedad son un elemento esencial para que Luis se enamore de Pepita y deje el seminario.
Predestinación[8] y Dios
Asimismo, es importante señalar la influencia de Dios en la vida de Luis. Por un lado, es un factor central en este personaje, ya que es un elemento de rectificación y orientación frente al bien y el mal. Por otra parte, funciona también como un elemento subyacente que lleva a su encuentro definitivo con Pepita, generando el abandono del seminario.
Más allá del dolor y la tristeza que Luis podría sentir frente al enamoramiento[9], en una de las últimas conversaciones entre los personajes aparece la siguiente incógnita: ¿acaso los sentimientos que tienen el uno por el otro surgirán de un actuar de Dios a través de la predestinación?[10] En otras palabras, ¿habrá alguna posibilidad de que este enamoramiento continúe debido a que Dios así lo desea? Uno de los últimos monólogos de Pepita podría servir para probar esta teoría. Ella explica que había pedido a Dios reiteradas veces que le quitara sus sentimientos frente a Luis[11]. Si esto no se cumplía, pidió que el joven dejara el seminario y se quedara con ella.
Por lo tanto, siendo Luis buen estudiante y con una vocación fuerte, a pesar de las contrariedades del Deán, es difícil creer que dejase el seminario y el camino que deseaba recorrer desde niño solo por enamorarse de Pepita Jiménez. Así, es posible afirmar que, en alguna medida, la Voluntad Divina podría haber tenido influencia en este hecho. De esta manera, se demostraría que el fin de Luis siempre fue estar con Pepita, y que no tenía realmente vocación sacerdotal.
Encuentros, sentimientos[12] y reacción[13]
Uno de los elementos fundamentales que generarán la salida de Luis del seminario son sus sentimientos. Es decir, la progresiva aparición de la atracción hacia Pepita, que resultará en el abandono de los estudios clericales. Asimismo, es importante resaltar la postura de Luis frente a este nuevo sentir, y el modo en que afecta su estilo de vida. Por lo tanto, para probar este punto, se tendrán en cuenta tres momentos: los encuentros, la aparición de los sentimientos y la reacción de Luis frente a estos.
El primer momento se caracteriza por la atracción mínima y unilateral. Es decir, en esta etapa Luis comienza a tener sentimientos por Pepita, pero no considera que ella podría llegar a tener afectos por él. Aún más, para este momento cree que la joven viuda es una gran candidata para su padre[14]. Algunas de las escenas donde podemos presenciar este período de la relación son las tertulias y los encuentros en las calles del pueblo. Por lo tanto, a partir de estas líneas podría decirse que la relación es posible, aunque todavía no haya un enamoramiento mayor que se interpusiera en el sacerdocio de Luis.
Sin embargo, la situación cambia cuando comienza a haber un acercamiento mayor entre los personajes. Por ejemplo, el contacto de sus manos, las miradas y el beso que figura en las cartas de Luis. Es en este momento en el que claramente se produce el quiebre en la conciencia del seminarista, de manera tal que comienza una fuerte contradicción interior entre continuar sus estudios o quedarse con Pepita.
Para finalizar, la relación de Luis y Pepita se acentúa a partir del momento en el que tienen su primera conversación sincera. Durante la charla en el despacho, los dos confiesan su sentir, generando como efecto que la contradicción de Luis se convierta en un hecho más real y presente que al principio de la relación. Es en este momento en el que Luis decide dejar el seminario debido a los sentimientos antes mencionados. En otras palabras, para esta etapa la contradicción interior cesa de existir como consecuencia del enamoramiento.
Por lo tanto, a partir de este análisis es posible decir que el enamoramiento es la causa fundamental de que Luis dejara el seminario. Aunque Pepita tuvo su influencia, los sentimientos fueron mutuos, y por esta razón no debería echarse culpas por su existencia. Asimismo, parece interesante dejar planteada la siguiente idea: Luis podría haberse enamorado de cualquier mujer. Es decir, aquello que genera los sentimientos es la progresiva cercanía entre dos personas.
Unión de los elementos
Para finalizar, es conveniente hacer un repaso de todos los elementos tenidos en cuenta para sostener que Pepita no es la única causa de que Luis dejase el seminario. En primer lugar, la sociedad, y más específicamente el Padre Vicario, como impulsora del comienzo de la relación entre Pepita y Luis. Podría decirse que sin su influencia, seguramente Luis no se hubiese acercado a Pepita y hubiera continuado el seminario. En segundo lugar, la idea de que Dios, a través de la predestinación y la Voluntad Divina, quiso desde un principio que Luis y Pepita terminaran juntos. Por último, la aparición de sentimientos en los dos personajes. Si bien Pepita siente afecto hacia Luis, no significa que ella fuese la razón por la que deje el seminario. Tanto como se enamoró de Pepita, podría haber generado sentimientos por cualquier mujer. Asimismo, a partir de ese último punto es posible concluir que Luis no dejó el seminario por falta de vocación, sino por un acercamiento excesivo hacia Pepita.
Luz Grané
luz.grane@gmail.com
[1] Valera, J (1983). Pepita Jiménez, Buenos Aires: Editorial Océano.
[2] Ibidem. “[…] [T]u corazón es red engañosa, y tus manos cordeles que atan; quien ama a Dios huirá de ti, y el pecador será por ti aprisionado”. Pág. 93
[3] “Agrupación natural o pactada de personas, organizada para cooperar en la consecución de determinados fines”. Extraído de https://dle.rae.es/sociedad?m=form el 24/4/2021
[4] “Ambiente, lo que rodea”. Extraído de https://dle.rae.es/entorno?m=form el 24/4/2021
[5] Ibidem. “[…] pero más a menudo me inclino a creer que la viuda se ama a sí misma sobre todo”. Pág. 36
[6] Ibidem. “[…] me habló aparte de su caridad, de las muchas limosnas que hacía, de lo compasiva y buena que era para todo el mundo: en suma, me dijo que era una santa”. Pág. 36
[7] Ibidem “Oído el señor Vicario […] yo no puedo menos que desear que mi padre se case con la Pepita” Pág. 36.
[8] “Ordenación de la voluntad divina con que desde la eternidad tiene elegidos a quienes por medio de la gracia han de lograr la gloria”. Extraído de https://dle.rae.es/predestinaci%C3%B3n?m=form el 24/4/2021
[9] Ibidem. Luis: “¡Qué mudado va usted a encontrarme! ¡Qué lleno de amargura mi corazón! ¡Cuán perdida la inocencia! ¡Qué herida y qué lastimada mi alma!”. Pág. 100
[10] Ibidem. “Hasta algo de misterioso, de sobrenatural, puede haber intervenido en esto, porque amé a usted desde que la ví, casi antes de que la viera. […] Se diría que hubo en esto algo de fatídico; que estaba escrito; que era una predestinación”. Pág. 152.
[11] Ibidem. “He pedido a Dios que me quite el amor o me mate, y Dios no ha querido oírme”. Pág. 153. “[…] postrándose de hinojos, y a solas, oró con todo su corazón […]” Pág. 142
[12] “Hecho o efecto de sentir o sentirse” y “Estado afectivo del ánimo”. Se deja llevar por sus sentimientos. Extraído de https://dle.rae.es/sentimiento el 24/4/2021
[13] “Forma en que alguien o algo se comporta ante un determinado estímulo”. Extraído de https://dle.rae.es/reacci%C3%B3n?m=form el 24/4/2021
[14] Ibidem “Oído el señor Vicario […] yo no puedo menos que desear que mi padre se case con la Pepita” Pág. 36.