Corea

Por Agustín Acuña.

Alguna vez confesé mi ignorancia absoluta al creer que la única industria cinematográfica (y televisiva) era la hollywoodense. Sin embargo, los años y Netflix me desburraron. Hay todo un mundo más allá de la tierra del sueño americano. En otra oportunidad, conté cómo descubrí la India y Bollywood. Hoy quiero contarles cómo llegué a descubrir Corea en mi pequeña y limitada percepción audiovisual. De paso, les comentaré sobre tres series y tres películas coreanas.

Una de las cosas que siempre me había unido con mi madre eran las telenovelas. No me pregunten cómo ni por qué; pero desde Muñeca brava (1998), pasando por Enamorarte (2001), el tanque brasileño El clon (2001), la mexicana Pasión de gavilanes (2003) y otras argentinas como Resistiré (2003), siempre compartimos la locura de ver culebrones con ricos, pobres, amores, odios, traiciones y desencuentros. Ahora que lo pienso, esa afición por las telenovelas podría explicarse por mi adicción a las comedias románticas, pero eso es harina de otro costal.

Era 2016 y ese año me enteré de que Corea producía series que además exportaba al mundo entero. Y como no podía ser de otra manera, lo hice a través del estreno de una telenovela más. ¿Cómo? Telefé había decidido poner al aire Escalera al cielo (2003) y la promocionaba como una maravillosa historia de amor. Me llamó la atención la publicidad y googleé la historia. Me pareció linda y recuerdo haberla comentado con mi mamá. Se la recomendé, obviamente, por lo que había leído. Debe haber sido la última recomendación televisiva que le hice, antes de que partiera. Ella la vio y le pareció hermosa. Triste, pero hermosa. Hasta el día de hoy debo decir que no la vi. Todavía forma parte de esa enorme lista de pendientes con la que cargamos a diario.

Pasaron los años y Corea continuaba siendo en mi imaginario tan solo una península donde continuaba la Guerra Fría, como una rémora de un pasado que quedaba cada vez más alejado en mi percepción. Incluso, solo ingresaba en mi radar con algún meme vinculado al dictador de Corea del Norte, tan afecto a las armas nucleares, Kim Jong-un.

Paréntesis. Debo confesar que jamás vi 24 (2001) esa serie protagonizada por Kiefer Sutherland, que innovó al contar, en veinticuatro capítulos, lo que pasaba en veinticuatro horas, una hora por capítulo, en la vida del agente contra el terrorismo Jack Bauer. Sin embargo, sabía que había sido todo un suceso en su momento. Por eso me llamó la atención cuando promocionaban la serie Designated Survivor (2016) en algún artículo como “24 con Jack Bauer como el presidente”. La vi como se hacía con las series antes, un capítulo por semana (probablemente las nuevas generaciones no entiendan cómo pueden verse series así) y me encantó. El personaje de Tom Kirkman, un independiente que llega a ocupar la presidencia de Estados Unidos luego de que desaparezca todo el gobierno federal y que va creciendo en confianza a medida que pasan los capítulos; me gustó mucho. Sufrí cuando la cancelaron luego de la tercera temporada.

Retomemos. ¿Y esto qué tiene que ver con Corea? La realidad es que fue la puerta de entrada a mi conocimiento de toda la industria coreana del entretenimiento, porque me llevó a descubrir la versión coreana de la historia cuando estaba viendo series políticas. Una cosa llevó a la otra y acá estamos, escribiendo sobre películas y series coreanas. No puedo omitir que, durante el proceso, mi hermano me recomendó Parásitos (2019), ganadora del Oscar, que disfruté mucho.

1) Chief of Staff (2019)

Esta serie es la que me introdujo a la magia coreana, cuando arranqué a ver series políticas. Acá aprendí que la Casa Azul es la residencia del presidente de Corea del Sur y que la Asamblea Nacional es el gran escenario en el que juegan los políticos coreanos. 

El protagonista es Jang Tae-joon, el Jefe de Gabinete de un asambleísta. Al inicio nomás, este personaje nos dice sus reglas para conducirse en la política y, por qué no, en la vida: “Duda de todo. Cree en la situación, no en la gente. No muestres debilidad. Piensa y analiza siempre. No tomes decisiones que lamentarás. Y usa todas estas reglas para convertir el ideal en realidad”. Quizás peque de ingenuo o suene a libro de autoayuda, pero me enganchó y me llevó a ver las dos temporadas de la serie, un capítulo tras otro (en la medida que la vida familiar y laboral me lo permitía).

Tendía a pensar (ingenuamente, sí) que Corea del Sur, además de próspero económicamente, era serio institucionalmente. Sin embargo, esta serie me abrió los ojos. Aquellos a los que les gusta el submundo de favores, deudas, jugadas, enredos, quid pro quo, operaciones de prensa, causas inventadas, monjes negros y entrecruzamientos non sanctos entre justicia y política, quedarán maravillados por esta serie. En muchas oportunidades, parece dejar a nuestra realidad en estas cuestiones como poblada por bebés de pecho a la par de los coreanos. 

A no bajonearse, también es recomendada a los idealistas que quieren cambiar la realidad que los rodea. Jang Tae-joon lo intenta a lo largo de toda la serie y afronta muchas veces los costos que ello conlleva. Nunca está de más tenerlo presente.

2) Designated survivor: 60 Days (2019)

Mi esposa nunca comprendió mi capacidad para ver una película más de una vez. Nunca le vio la gracia. Por supuesto, ver una película más de una vez o dos versiones distintas de la misma película, como Doce hombres en pugna (1957 y 1997) no insume más que el tiempo de su duración, que en general, no es más que dos horas. ¿Pero ver otra versión de la misma serie? Nunca lo había hecho. Dudé mucho antes de verla, pero luego no me arrepentí de hacerlo.

El planteo es, en lo central, el mismo que la original: un atentado destruye la asamblea nacional y deja a la Casa Azul en manos de un inexperto profesor de ciencias, que casi fue echado de su cargo como Ministro de Medioambiente del país. La trama alterna la política, la intriga, la acción y las vueltas de tuerca, con escenas memorables. Pero la diferencia con su par estadounidense es que el presidente interino debe llamar a elecciones en 60 días y si quiere ser candidato, debe tomar licencia 30 días antes. En síntesis, pocos días para que pasen muchas cosas y mientras tanto, aprendemos sobre la democracia en Corea del Sur. Me llevo una frase que dice Han Na-kyung, un agente secreto: “La dedicación no es una virtud. Es nuestro deber”.

3) El juego del calamar (2021)

¿Qué más se puede decir de esta serie que no se haya dicho todavía? Obviamente, luego de que uno ve algo coreano en Netflix, el famoso algoritmo empieza a funcionar y nos inunda de recomendaciones. Sin embargo, en este caso, llegué a la serie porque estuvo, apenas estrenada, entre las más vistas de la plataforma. No diré nada de la violencia, la sangre y la supuesta crítica capitalista de la serie. Para eso, mucho hay escrito al respecto. ¿Para qué abundar sobre lo mismo?

El protagonista de la serie es Seong Gi-hun o, más conocido como 456, el número que se le asigna en el juego. En lo que quiero hacer hincapié es que el actor que lo protagoniza es el mismo de Chief of Staff (2019), Lee Jung-jae. ¿Y? Pues bueno, ambos papeles no tienen absolutamente nada que ver. Es más, son personajes con actitudes, roles y caracteres súper disímiles. Mientras Jang Tae-joon es un universitario con aspiraciones, frío, calculador y que no mueve un músculo en su faz externa, el participante 456 es todo lo contrario, alguien que ha ido cayendo en las profundidades de la pirámide social, apasionado, cuyas emociones se reflejan en su rostro casi de manera automática. La actuación de Lee es maravillosa en los dos casos. Eso, al menos para mí, habla muy bien de su capacidad como actor. Sin dudas es aconsejable ver ambas series y sacar las propias conclusiones.

4) Train to Busan (2016)

Un amigo me recomendó esta película y la vi hace poco. En teoría, no es otra más que una película de zombis. La historia es sencilla: un padre culposo, por trabajar mucho, acepta llevar a su pequeña hija de vuelta con su madre a quien extraña horrores. Esta vive en Busan, una ciudad de Corea del Sur cerca de Japón. Decide ir en tren, porque, obviamente, un país en serio tiene un servicio público de transporte decente. Y he ahí que se desata la hecatombe zombi. No se dan explicaciones del por qué, tal como pasa en la eterna The Walking Dead (2010), pues a partir de allí todo se transforma en una carrera de supervivencia por llegar a Busan, donde (en teoría), los zombis no llegaron y el ejército custodia la zona. Gran parte de la cinta transcurre a bordo del tren, recordándonos Snowpiercer (2013), pero con zombis. La película entretiene y sorprende con un final poco previsible. Hay una segunda parte, que todavía no encaré. 

5) Ashfall (2019)

Si en la secuela de Train to Busan toda la península coreana se llenaba de zombis, en este largometraje el villano es un volcán que no tiene mejor idea que activarse, poniendo en peligro a todos los habitantes, sin distinción de sur o norte, comunistas o capitalistas. Al cataclismo en ciernes se le agrega el científico “yo te lo dije” que se une a una funcionaria “me arrepiento de no haber escuchado” con una idea para evitar toda la destrucción, pero que no tiene ni el 3% de probabilidades. Ah, y la frutilla del postre es que es necesario ir a Corea del Norte, conseguir (por no decir robar) sus ojivas nucleares, entrar en el volcán y hacerlas detonar, con la ayuda de un agente norcoreano de dudosa lealtad (para todos). En definitiva, otra sorpresa. Una película de acción apocalíptica bien hecha y desarrollada, por más que haya cuestiones poco verosímiles. ¿Pero a quién le importa? El punto es entretenerse, no hacer un test de verosimilitud, ni de chequeo de fuentes.

6) The Propaganda Game (2015)

La península de Corea alberga dos países tan distintos como el agua y el aceite, o como el día y la noche. Todas las producciones anteriores son surcoreanas y esta es española sobre Corea del Norte. La incluyo en esta lista porque me parecía que no era justo dejar afuera a la mitad de la península. Leo en Wikipedia que Álvaro Longoria dirige y produce este documental y que, cuando lo hizo, buscó mostrar a la pequeña dictadura como nunca antes, tan hermosa como sea posible. En mi opinión lo logró. La belleza de la filmación y de lo filmado hace que uno llegue a preguntarse si la supuesta supremacía del capitalismo no estará sobrevalorada. Hay, obviamente, momentos insólitos como cuando se exponen los cortes de cabello autorizados o cuando los norcoreanos no se dan cuenta y dejan solo al equipo por unos brevísimos minutos. Escribir sobre ella me dio ganas de volver a verla. 

Extra: Zero to Hero (2021)

Hong Kong y Corea del Sur forman parte de los cuatro tigres asiáticos con Taiwán y Singapur; al menos según Wikipedia. Por eso me permito incluir como extra esta película de Hong Kong, que cuenta la historia de So Wa Wai, a quien de niño los médicos le dijeron que no iba a caminar nunca. Su madre no les hizo caso y él fue campeón paralímpico en atletismo con doce medallas en su haber. Puede sonar un simple cuento de hadas, pero la verdad es que la película emociona (si son de emocionarse). Hong Kong la seleccionó para que la represente en la última edición de los Oscars.

Agustín Acuña

agustin.eugenio.acuna@gmail.com